De la tintada

EL DESTINO DE MORENA Y LOS MORENISTAS

Gabriel Cota Luque

 

Cuando el Partido Acción Nacional empezó a ganar cargos de elección popular, a mediados de los 90, y hasta llegar en el 2000 por primera vez a la Presidencia de la República, entre sus militantes siempre prevaleció el temor de que esos triunfos resultarán contraproducentes a la institución, lo que se marcó esa frase lapidaria de quien fuera presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN de 1987 a 1993, Luis Héctor Álvarez Álvarez.

Ahora, esa misma disyuntiva la enfrenta el partido Movimiento Regeneración Nacional, que desde el 2018 se apoderara de la Presidencia de la República y que tras las elecciones del pasado 6 de junio prácticamente gobernará más de la mitad del país.

En el caso de Morena la situación incluso luce más complicada, porque, contrario al PAN, aun en estos momentos carece de una verdadera estructura partidista, sin liderazgos formales en los estados y municipios.

Aún más, la propia dirigencia nacional, a cuyo frente se encuentra Mario Martín Delgado Carrillo, quien, como en los tiempos de gloria del hoy destartalo Partido Revolucionario Institucional, sólo trabaja como gerente, pues, dentro y fuera de Morena, todo se mueve a voz y ritmo unipersonal del Presidente Andrés Manuel López Obrador, su verdadero creador.

Tras sus polémicos pasos por el PRI y el PRD, y en el afán de impulsar por tercera ocasión su candidatura a la Presidencia de la República, el político tabasqueño creó Morena, donde, fiel a su estilo, se convirtió en la única voz de mando y desde ahí empezó a tejer alianzas con diversos políticos, muchos de ellos venidos de los más oscuros sótanos de la anti política mexicana, y quienes fueron desplazando a la verdadera militancia y fieles seguidores del llamado “Mesías Tropical”.

Ahora sí, usando otra frase de sus archienemigos panistas, en especial del expresidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, “haiga sido como haiga sido”, López Obrador por fin vio en el 2018 coronada su llegada a Palacio Nacional, a la que incluso convirtió en su residencia oficial, y de esa misma forma en este 2021 logró para Morena triunfos arrolladores en gran parte del país y Sinaloa es un claro ejemplo: con la gubernatura, 17 alcaldías, las 7 diputaciones federales y 23 de las 14 diputaciones locales.

Sin embargo, como en el 2018, muchos de esos triunfos a los que menos contentos tienen son a los propios morenistas, quienes fueron los principales desplazados en las candidaturas y ya vislumbran un nulo o escaso goce de los pasteles gubernamentales.

En su reciente visita por Sinaloa, Gibrán Ramírez Reyes, quien infructuosamente contendiera por la presidencia nacional de Morena, recogió ese enojo entre la militancia, que en muchos de los casos fue desplazada por muy controvertidos personajes, ajenos totalmente a los principios de la Cuarta Transformación, quienes, además, contaron con la clara ayuda de grupos delincuenciales para llenar las urnas con votos el domingo 6 de junio, en una jornada electoral impregnada por la violencia, secuestros y amenazas hacia muchos de sus contendiente y seguidores.

Gibran Ramírez reprobó esa apertura que en Morena tuvieron representantes de los llamados poderes facticos, de medios de comunicación, empresariales y hasta delictivos, que ahora fueron beneficiados con las candidaturas y serán quienes lleven las riendas del poder.

Una vez más, pues, reconoce, como fue la tragedia panista, en Morena se está ganando el poder, pero se está perdiendo el partido.

Pero incluso la situación para Morena, de acuerdo a lo dicho por el joven politólogo y colaborador en diversos periódicos y programas de televisión, incluso allende de la frontera, es todavía más compleja, por la dependencia que se tiene de un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador.

La falta de cuadros directivos, una dirigencia nefasta, como la de Mario Delgado, y la desilusión entre la militancia hacen incluso que el vaticinio de Gibran Ramírez sea aún más lapidario, al considerar un riesgo latente el que en el 2024 Morena no pueda mantener la Presidencia de la República.

¿Por qué ese negro panorama?, se le cuestiona.

Gibran Ramírez asegura que, de no fortalecerse los cuadros de Morena, quien resulte candidato a la titularidad del Poder Ejecutivo carecerá de posibilidades de agrupar a toda la militancia, pues, para esas alturas, hasta poco efecto tendrán las recomendaciones de López Obrador, a quien ya ve menguado su impacto entre los morenistas.

Y ese panorama aquí en Sinaloa lo comparten muchos de los cuadros importantes de Morena, como quien todavía es Sindica Procuradora en el Ayuntamiento de Ahome y será regidora plurinonominal por Fuerza por México en el próximo Cabildo, y quien ya anticipa el declararse independiente, pues no hay condiciones para sumarse a la bancada guinda, donde su único representante, Antonio Menéndez de Llano Bermúdez, está totalmente entregado al proyecto trebolista del alcalde electo, Gerardo Octavio Vargas Landeros, quien es todavía es visto con desprecio por mucha de la militancia morenista.

La diputada local por el Quinto Distrito Electoral, Cecilia Covarrubias González, quien logró su reelección en el cargo, ha reconocido también lo dicho por Gibran Ramírez, que sin López Obrador, Morena no es nada y poco o nulo éxito tendría en futuras contiendas electorales.

Las cosas, pues no pintan nada bien, tal vez no para Morena, como institución, pero sí para los verdaderos morenistas.

 

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