La Costumbre del Poder: Gonzalo y Andrés López Beltrán se curan en salud
¿En manos de cuál proyecto político se puso Durazo Montaño? La carta, supuestamente privada, circula de mano en mano. ¿Qué no ocurrirá con una aclaración pública? Los hermanos López Beltrán que la firmaron serán perseguidos por ella, más que por sus delitos y las complicidades con sus familiares y allegados
Gregorio Ortega Molina
El presidente de la República y su familia son sujetos de escrutinio público, para bien y para mal, sobre todo cuando se trata de esos pecados capitales denunciados como parte esencial de la estrategia para hacerse con el poder: no mentir, no robar, no traicionar.
Ofrecieron erradicar la corrupción, lo que no sucedió, como lo muestra lo ocurrido en Segalmex o con Manuel Bartlett y Alejandro Moreno, tan impunes como Ignacio Ovalle Fernández.
Andrés Manuel López Obrador abomina de Latinus y su estrella, Carlos Loret, porque han exhibido a sus hijos y a los amigos de esos vástagos presidenciales cansados de hacer dinero y moverse con toda impunidad. A pesar de la verdad que salta a la vista, la 4T permanece como árbitro de los destinos de México y de los delincuentes políticos que se escudan en cargos y lazos familiares.
Gonzalo Alfonso y Andrés Manuel López Beltrán erraron el presentar una “aclaración” pública a los agravios de que han sido objeto, por ser acosados en su fama pública y acusados de latrocinios sin pruebas, lo que -si ellos son los dueños de la verdad histórica- es difamación y calumnia, un delito penado, que debe ser denunciado y solicitar que se abra una carpeta de investigación, para que, en audiencias públicas se deslinden responsabilidades y se sancione a los responsables, a menos de que sean los hermanos López Beltrán los que mienten.
El 9 de julio último Moisés Sánchez Limón puntualizó lo siguiente, en referencia al tema: “Como parte demandante tendrían que comparecer, tarde que temprano, ante el juez de la causa. Sí, tendrían buenos y caros abogados, pero de acuerdo con el proceso jurisdiccional, deberán comparecer. Y, punto central, demostrar inocencia porque las pruebas que los involucran en delitos de diversa naturaleza, incluso narcotráfico, son contundentes”.
Asegura la nota de La Jornada: “Ninguna de las calumnias y acusaciones en nuestra contra ha sido acompañada de pruebas que las sustenten, señalaron Gonzalo Alfonso y Andrés Manuel López Beltrán, hijos del presidente Andrés Manuel López Obrador, en un mensaje a la opinión pública. Al desmentir puntualmente diversas versiones mediáticas sobre supuestos actos de corrupción cometidos por ellos, denunciaron que tales aseveraciones “han estado basadas en supuestos, dichos de terceros, espionaje a terceros, conjeturas, redacción tendenciosa y editorialización de la ‘información’ con la que han tratado de involucrarnos en fantasiosas historias que pretenden dañar nuestra imagen pública y honorabilidad”. El acoso y la persecución sufrida por su padre durante toda su carrera política, dijeron, se extendió a nosotros, haciendo que desde niños nuestra vida tuviera dificultades que otras personas no suelen padecer.
“En su misiva, los hermanos López Beltrán desmenuzaron seis señalamientos en su contra formulados por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), el portal Latinus, el rotativo estadunidense The New York Times y el diario mexicano El Universal, señalamientos que han sido retomados por sectores y figuras de la oposición política y por medios adversos al gobierno actual y que vienen de gente de dudosa respetabilidad y probados vínculos con la corrupción política”.
Lo aconsejable, entonces, es que demanden, pero no lo harán. Bien tuvo razón José López Portillo cuando se habló de las trapacerías durante su sexenio: los acusamos de corruptos, no de tontos. En este contexto la sanción de la opinión pública está dada, como lo está en contra de los difamados durante las conferencias matutinas de su señor padre. ¿O no?
Resulta que todos son iguales. En la cuartilla 15 de 19 de su larga carta de renuncia, Alfonso Durazo Montaño aseguró separarse de Vicente Fox por las siguientes razones:
“… Por ello, no obstante que hasta hoy no ha sido del todo eficaz, debemos seguir insistiendo en la vía del diálogo y la negociación para reconstruir las relaciones políticas, y a partir de ellas un puente de aquí a 2006. Sin él el país no podrá avanzar.
“… me resulta también obligado abordar el tema de la necesidad de despejar las dudas sobre el liderazgo presidencial. Nuestra cultura reclama una presidencia fuerte, sin embargo, no se trata de plantear la restauración de las viejas atribuciones presidenciales de carácter metaconstitucional. Desde mi punto de vista este reto inicia por asumir que el poder presidencial es constitucionalmente indivisible y, en consecuencia, acabar con la idea cada vez más generalizada de que el poder presidencial se ejerce en pareja.
“En la misma línea, debo decir que es un error confundir la permisividad con la gobernabilidad democrática. La democracia también tiene reglas y se percibe claramente se están vulnerando.
“… si queremos más comprensión de los medios tenemos que darles más y mejores explicaciones: explicar no sólo lo que queremos sino por qué lo queremos. Debemos cancelar ese sistema de señales tan complaciente que nos ha llevado, con demasiada frecuencia, a sobredimensionar los logros del gobierno, con la consecuente erosión de su credibilidad”.
¿En manos de cuál proyecto político se puso Durazo Montaño? La carta, supuestamente privada, circula de mano en mano. ¿Qué no ocurrirá con una aclaración pública? Los hermanos López Beltrán que la firmaron serán perseguidos por ella, más que por sus delitos y las complicidades con sus familiares y allegados.
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@OrtegaGregorio