Yo Campesino / Asesinados 195 mil

  • Ganso deja el sexenio más sangriento y con casi 52 mil “desaparecidos

Miguel A. Rocha Valencia

 

Si el ganso de Macuspana no propició un narcoestado y él no es un narcopresidente, entonces vivimos en una realidad que no nos corresponde ya que de acuerdo con los datos del propio secretariado Técnico de Seguridad Pública y la información de inteligencia militar, el crimen organizado tiene presencia en todo el territorio nacional y se tiene el récord histórico de asesinatos y masacres.

Los cárteles de la droga, el tráfico de personas, de cosas robadas, cobro de piso y venta de armas, ocupan no sólo las principales capitales del país, sino también las actividades económicas y productivas de amplias zonas de México donde incluso imponen su ley y es patente la connivencia del hampa con autoridades municipales a las que tiene sometidas o son sus cómplices, así como con gobiernos estatales.

Esas complicidades llegan “a lo más alto” del poder político y económico de México como lo dejan claro las investigaciones de periodistas nacionales y extranjeros, indagatorias y denuncias que muchos tienen que ver con que nuestro país sea uno de los más peligrosos para ejercer la profesión y donde más tundemáquinas son asesinados.

Pero las indagatorias van más allá del ámbito doméstico donde el ganso puede despotricar, ofender, amenazar y utilizar el aparato de gobierno para perseguir, amedrentar y hasta encarcelar a quien le viene en gana, que para eso están, entre otros, la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, el Sistema de Administración Tributaria de Hacienda o la misma Fiscalía General de la República.

Las diversas agencias estadunidenses que se nutren con investigaciones directas, espías y hasta colaboradores incrustados en organizaciones civiles, siguen paso a paso todo lo que ocurre en nuestro país, lo mismo con la DEA que el FBI, Migración o el departamento del Tesoro, nos siguen la huella, no importa el nivel donde nos encontremos. Por eso a muchos mexicanos no les otorgan la visa, a otros se las retienen y a muchos más al entrar en territorio estadunidense se les detiene, interroga y le dan a elegir: enfrentar a la justicia por cualquier asomo de sospecha o regresarse dejando en el puerto migratorio su permiso para ingresar a aquel país. A más de uno lo han bajado del avión o capturado en el paso fronterizo.

Si eso sucede con los mexicanos de a pie donde por un simple correo o Facebook lo hacen sospechoso, imaginemos a aquellos que como el mesías tropical son señalados directamente de tener tratos con el crimen organizado. Peor, las “evidencias” se planean como pruebas de culpabilidad como aquella negativa a entregar a por lo menos a uno de los “chapitos”, a Ovidio Guzmán “El Ratón” a quien luego de ser capturado en un operativo limpio en 2019, fue dejado en libertad por órdenes presidenciales colocando en ridículo a las fuerzas armadas mexicanas. El pretexto fue que los malos superaban a los buenos en número y armamento.

La recaptura en enero de 2023 ya no fue tan limpia, tanto que ni siquiera se pasó el reporte de cuántas víctimas costó hacerlo. Ese día no está apuntado en el registro del Sistema Nacional de Seguridad Pública, al menos no donde se anotan los homicidios que a estas alturas en vez de ser 195 mil 200 podrían estar ya muy por arriba de los 200 mil o más contando a los desaparecidos que si algún día aparecen ya no lo harán vivos.

Pero México es el país donde desde la llegada del machuchón tabasqueño, las masacres se acabaron y en ese sentido la organización Causa en Común, de acuerdo con el ganso, miente al afirmar que la grave crisis de violencia que sacude al país generó de enero del 2020 a enero de 2023 mil 130 asesinatos colectivos. Es decir, uno cada 19 horas. Tan solo en 2023 se registraron 427 masacres. Lo peor es que en cada una de ellas, al menos fueron asesinados seis menores de edad y un 30 por ciento se trató de mujeres.

En varios casos los crímenes fueron calificados de “extremos” e inscritos en la llamada “galería del horror” por su extraordinaria violencia especialmente en los estados de Guanajuato, Zacatecas, Guerrero, Chiapas, Sinaloa, Michoacán, Estado de México y Veracruz. Pero claro eso y los 800 mil muertos de la pandemia por SARS-CoV-2 no le importan al profeta, lo que si le preocupa es lo que digan los criminales que visitó y protegió, no lo vayan a salpicar y revelen cosas como aquellos acuerdos donde según se dijo, el cártel del Pacífico le entregaba una iguala para apoyarlo en sus campañas presidenciales.

Por pronto se lleva el récord de más asesinatos, el de la mayor cobertura y empoderamiento del crimen a nivel nacional, así como la más blandengue y cobarde lucha contra la delincuencia organizada.

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