Alguien Tiene que Decirlo
Samuel Sarmiento
A propósito de que en septiembre inicia el ciclo otoño-invierno 2024-25 y que los productores están valorando qué cultivos sembrar, que le sean más rentables y que les permitan mantenerse en la actividad, después de 2 años con pérdidas por los altos costos y los bajos precios.
La Planeación de cultivos se sustenta en 5 variables: 1) disponibilidad de agua, 2) potencial productivo, 3) precios, 4) costos y 5) los apoyos institucionales.
Como referencia, para que Sinaloa tenga un ciclo normal de otoño-invierno 2024-2025 se requieren alrededor de 8,000 millones de metros cúbicos de agua (Mm3), esto es alrededor del 50% de las 11 presas de Sinaloa, sin considerar Picachos ni Santa María.
Sin embargo, al día de hoy, las presas se ubican al 26% de su capacidad, es decir, poco más de 4,000 Mm3, esto es la mitad del agua que se requiere.
En ese sentido, el agua será la primera restricción en la elección de cultivos, la segunda es el potencial de la tierra, los aspectos físicos del suelo (textura y estructura), los químicos (nutrientes y pH) y los biológicos (cantidad de microorganismos en el suelo).
Por el lado de los precios, en el ciclo anterior, el maíz se vendió entre $4,600 y $4,700 por tonelada, mientras que el trigo en $5,000, el frijol en $20,500 y el garbanzo en $16,500.
Respecto de los costos de producción, según FIRA, producir frijol costará $28,853 por hectárea para este ciclo otoño-invierno 2024-25. De ese monto, el 95% es financiable, es decir, $27,373 y de ahí el 90% es crédito y el resto aportación del productor.
Al final de la cosecha, el costo total con intereses es de $31,424 por hectáreas y los ingresos son de $41,800 considerando un rendimiento de 1.9 toneladas por hectárea y un precio de $22,000 por lo que la utilidad es de $10,376 por hectárea.
Lo anterior, nos da un punto de equilibrio (es decir, donde no hay pérdidas ni ganancias) de 1.43 toneladas por hectárea, a partir de ese punto, un mayor rendimiento significa ganancia para el productor.
En el caso del garbanzo, el costo de producción es de $28,744 por hectárea, el 93% es financiable ($26,803) y de ese monto, el 90% es crédito.
Ya considerando el pago de intereses, el costo total al final de la cosecha asciende a $31,941 por hectárea, por lo que considerando un rendimiento de 2.2 toneladas y un precio de $17,300 se obtiene un ingreso de $38,060 y una utilidad de $6,119 por hectárea.
En este caso, el punto de equilibrio es más alto, hay que producir 1.85 toneladas para cubrir los costos y de ahí en adelante es ganancia.
Para el sorgo, el costo es de $25,881 por hectárea, de los cuales, el 94% es financiable ($24,349) y de este monto, el 90% es crédito.
Considerando el pago de intereses, el costo total es de $28,560 por hectárea, por lo que con un rendimiento de 7.5 toneladas por hectárea y un precio de $3,904 por tonelada, el ingreso es de $29,280 y la utilidad de $720 por hectárea.
En este caso, el punto de equilibrio sube a 7.32 toneladas, este es el cultivo menos rentable para el productor.
Finalmente, respecto de los apoyos institucionales no hay información, ya que estos se publicarán en enero del 2025, considerando el presupuesto que presente el Poder Ejecutivo el 8 de septiembre y que deberá ser aprobado a más tardar el 15 de noviembre por los Diputados Federales.
Por eso, le pregunto estimado lector: al momento de decidir qué sembrar, ¿considera el potencial de la tierra, la disponibilidad de agua, los costos de producción, los precios y los apoyos del gobierno o sólo se guía por lo que sembró su compadre?

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