La prioridad de Morena; ¿Es Sinaloa o es la violencia?; el informe del alcalde
DOMINGRILLA
FRANCISCO CHIQUETE
¿Cuál es la preocupación principal del gobernó mexicano y su partido? No es la economía, pese a los pesimistas pronósticos para este año y el siguiente; no es la inseguridad, que tiene convulsionados a muchos estados de la República, y ya les llegó al mero centro histórico de la CDMX. Es la Reforma Judicial, que les garantiza un uso absoluto y no compartido del poder.
Con un evidente sentido de urgencia, la dirigencia nacional de Morena se estrenó con un pronunciamiento público respaldando a la presidenta Claudia Sheinbaum y condenando a una humilde jueza de distrito que tuvo la osadía de ordenar que la citada reforma fuese retirada del Diario Oficial de la Federación y por tanto, que dejase de tener vigencia.
La decisión no es contra la presidenta, a quien respaldan antes que cual1quiera otra cosa, es contra una decisión del Congreso, que ciertamente es muy controvertida, pero que a fin de cuentas va a prevalecer, porque incluso si la Corte encontrase algún resquicio para reprobar el procedimiento legislativo, siempre se tiene (al menos por tres años) la mayoría calificada de ambas cámaras que permita reponerlo todo y dejar los ordenamientos exactamente igual que se los ordenó el presidente anterior.
Se nota que la soberbia de una victoria tan holgada les impide abrir la puerta al diálogo y la negociación con otras corrientes de pensamiento, pero hay otro elemento relevante: les importa mucho que la elección de posiciones en el Poder Judicial sea concurrente con las elecciones “normales”. En el 2025 no son tan destacadas, pues sólo habrá relevos de ayuntamientos en Durango y Veracruz, pero para el 2027 será muy importante el acompañamiento de aspirantes a jueces y magistrados con las campañas de Morena, aunque formalmente ni éste ni ningún otro partido puedan participar.
Eso y el simbolismo de sacar adelante una reforma tan querida por ellos, sin que alguien ose atravesarse. Por eso apareció un desplegado en que firmaban todos los gobernadores del país, como se publicaban antes los desplegados con apoyos a los presidentes, por lo que fuera y para lo que fuera, en documentos en que aparecían firmas que ni los abajofirmantes sabían que pusieron. Les gusta el estilo tradicional priísta, les gusta echarse porras solos y convencerse de que es el pueblo el que los está vitoreando.
LA ESPECULACIÓN
En la primera versión del desplegado no venía el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya. Después apareció en Sinaloa una nueva versión con la firma de Rocha, y finalmente se hizo circular una más -salida de la dirección nacional- con la presencia sinaloense.
Por supuesto, los malquerientes del gobernador se lanzaron de inmediato a decir que allá no lo quieren, que es una señal de que buscan la manera de deshacerse de él y todas esas cosas que se dicen cuando hay un ambiente adverso para un político al que se quiere ver en desgracia
Rocha, en efecto, está en el momento de mayor desgaste de su imagen como gobernante. La guerra entre las facciones del Cártel de Sinaloa lo ha expuesto, especialmente a partir de la mención que hizo el Mayo Zambada en aquella carta posterior a su secuestro y traslado a las cárceles estadunidenses.
Pero su ausencia en el desplegado puede ser más significativa que las rencillas o las supuestas malquerencias que en Morena haya contra un gobernador en apuros. Aunque haya un equipo nuevo en la dirigencia nacional del partido, es difícil creer en un error, una omisión cometida por chilangos que no conocen ni la geografía nacional. El solo conteo de estados bajo la marca de Morena debió ser suficiente para que se encendieran las alarmas.
Pero también puede haber sido un cálculo que no les cuajó: dejar fuera no a Rubén Rocha, sino a Sinaloa, implica no acercarle a la reforma judicial un apoyo que “está caliente” porque recuerda uno de los grandes fracasos de la cuarta transformación, que no ha sido capaz de atender la inseguridad ni en el largo plazo ni en los términos de emergencia que Sinaloa significa.
Este es un tema recurrente que no se va a resolver haciendo tablas comparativas con los crímenes cometidos en Guanajuato o en Chihuahua, estados gobernador por el PAN, donde tampoco le afloja la delincuencia.
No hemos visto una expresión de Morena respecto de este grave problema que afecta a la población mexicana. No hemos visto exigencias de que se corrijan las cosas en sitios tan cercanos al centro de los poderes como es el estado de Guerrero o de tanta proyección internacional como Cancún. Mucho menos de Sinaloa.
Ya la semana pasada comentábamos que el nuevo plan de seguridad no hizo críticas ni verbalizó los niveles de inseguridad del país, pero ofreció dos cosas que con López Obrador no eran ni mencionadas: el uso de la inteligencia (en las investigaciones, por lo menos) y el combate a la impunidad, pero aun reconociendo que se trata de un plazo muy corto, no hemos visto una nueva orientación en esos sentidos. Ya debió caer por lo menos un generador de violencia importante, para que la gente recobre la confianza.
Y si no se pronuncia la dirigencia partidista, mucho menos lo van a hacer los legisladores, que son representantes directos de las zonas más afectadas. Ni los de Michoacán aparecen para defender a sus aguacateros o sus limoneros, ni los de Guerrero denuncian el gravísimo y descarado estado de cosas que vive esa sufrida entidad, ni mucho menos los de Sinaloa han abierto la boca para urgir una buena respuesta.
Es más: la ausencia es tan acusada, que por estos días en que al gobernador Rocha Moya le han tupido un día sí y al otro también, ni un solo morenista ha salido a respaldarlo, ni siquiera los miembros de su gabinete, mucho menos los agraviados de adentro, como Merary Villegas y su mamá, por citar sólo algunos.
Es Tal la orfandad de Rocha Moya, que ya hasta el Químico Benítez se animó a salir de su ostracismo para hacer a un lado su cauda de desprestigio y decir que él se apunta para sucesor de Rocha en caso de que éste sea depuesto. Me parece que esa es una de las ofensas más grandes que un político puede recibir.
Bueno, también está el hermético silencio guardado por los senadores que el propio Rocha impulsó con tanto entusiasmo. Imelda Castro si dijo algo, pero no para respaldar a Rocha, sino para contradecir a su equipo, solidarizándose muy adecuadamente con la empresa periodística El Debate, tras la balacera de que fue objeto. Enrique Inzunza Cázares no. Ni eso.
¿POR QUÉ INSISTEN EN
DARLA POR CONTROLADA?
Lo sabemos todos: cada vez que un político intenta lavarse la cara diciendo que ya la violencia va en remisión, ocurren nuevos fenómenos que los contradicen y hasta los exhiben.
Después de este último jueves infausto vivido por Sinaloa, el gobernador volvió a decir que aún con los sucesos espectaculares que han ocurrido, los hechos violentos van en descenso. Y peor aún: pretendió racionalizar su invitación a que la sociedad acuda a los eventos del Festival Cultural de Sinaloa, diciendo que él estuvo ahí, que primero había poca gente y después se llenó, y que no pasó nada.
En esa invitación se había equivocado diciendo que no había pasado nada grave, que los hechos violentos del día ocurrieron en la zona rural, como si no fueran parte de Culiacán y como si no hubiesen impactado hasta el sur de la entidad, porque se cerraron las carreteras, se detuvo a gente en tránsito, se suspendió el transporte regional, en fin, un desastre rubricado con varios muertos adicionales a los seis del enfrentamiento matutino.
La entrevista en que mencionó la baja de hechos delictivos, reconociendo -eso sí- la persistencia de acontecimientos y los riesgos de repeticiones- era para explicar la peregrina versión de sus policías sobre la rafagueada contra el periódico El Debate. Según el secretario de Seguridad Pública fue una persecución policíaca contra malandrines, que para escapar soltaron disparos que circunstancialmente fueron a dar al edificio del Debate y a automóviles estacionado ahí.
El video que ya circula a nivel nacional dice otra cosa, que los delincuentes dispararon después que en las calles del fondo se advirtió una patrulla que se dejó de ver antes de los hechos. ¿Por qué el gobernador les compra a sus colaboradores esas cosas? En principio manifestó su solidaridad con ese medio informativo y con el gremio periodístico. ¿Por qué cambiar eso? Con toda la razón del mundo, el caso es ya un escándalo internacional. El gremio periodístico sinaloense ha exigido justicia y garantías. Las explicaciones del general no parecen ser la mejor respuesta, por el contrario, suenan más a justificaciones que a ganas de hacer justicia.
GOBERNAR EN LA CRISIS
El pasado jueves rindió su informe de labores al alcalde sustituto de Mazatlán, Edgar Augusto González Zatarain. Esas ceremonias solían ser festivas, gratificantes, aunque el alcalde en turno tuviese que echar mano del número de inyecciones aplicadas en el Hospital Municipal para engrosar el resumen de resultados. Hoy no es tan festivo.
Antes de la sesión de Cabildos, hubo que tratar con un grupo de personas demandantes de atención, en un encuentro de consenso, pero que no dejaba de tener sus exigencias. Después, durante la sesión, se filtraban los discursos de un puñado de ecologistas que acudió a exigir el libre cceso a las playas y el respeto al faro, amenazado por una tirolesa. No eran muchos, pero si fueron suficientes para que se cerraran las puertas del palacio municipal, se retuviera a quienes intentaban pasar aunque lo hicieran por la puerta trasera y hasta para un vibrante operativo de rescate de dos tambos de basura que eran aporreados por un enjundioso manifestante. “Si se pone pendejo le das”, fue la instrucción al agente rescatista. No se puso pendejo y no le dieron, aunque por supuesto, tampoco los dejaron pasar.
Adentro las cosas mostraron la gran resistencia al cambio: todo lo hecho estuvo bien hecho y la conclusión fue que “le cumplimos a Mazatlán”, a pesar de que él mismo se quejó tanto porque no le dieron dinero para hacer nada, como no fueran algunos trabajos cosméticos.
El alcalde tuvo razón cuando enunció su principal logro: devolverle a la autoridad municipal el trato con la sociedad. Los días del anterior alcalde, el Químico Benítez, eran de enfrentamientos con todos los grupos y sectores mientras Edgar se abrió a escuchar a todo mundo, aunque no a todo mundo le cumpliera.
Quedarán pendientes de investigación algunos funcionarios manolargas o largos para pedir y quedará para la anécdota el trato de director de escuela primaria que dio a sus colaboradores, al ordenarles, quizá como en su chamba anterior de alcalde rosarense, que acudieran a la ceremonia uniformados con pantalón negro y camisa blanca. En esos detalles se entretienen nuestros estadistas.