DOMINGRILLA

FRANCISCO CHIQUETE

¿Qué irá a decir el vocero del operativo de seguridad, Feliciano Castro Meléndrez? ¿Qué el asesinato del exjefe de la Policía Municipal mazatleca no es un aviso, ni una amenaza, o mejor aún: que se trata de un hecho aislado que no vulnera el operativo de seguridad diseñado para regresar la normalidad a Sinaloa?
Ya entrada la noche, las redes sociales restallaron con la noticia de que una persona había sido agredida a balazos desde una motocicleta. Se trataba del exdirector de la Policía Municipal mazatleco Simón Malpica Hernández, quien era custodiado por un agente en activo, que resultó herido. Malpica fue secretario municipal de Seguridad Pública durante el gobierno de Luis Guillermo Benítez Torres, El Químico.
Como ocurre siempre, los vecinos de un amplio sector se alarmaron al escuchar las detonaciones (el cuerpo de la víctima presentaba doce impactos). La alarma cundió de nuevo. Tratándose de una avenida escasamente habitada y a esa hora, las detonaciones llegaron muy lejos.
Por supuesto, las autoridades llegaron a efectuar su operativo tradicional: encintar los alrededores del lugar de los hechos y llevarse lo que consideraron útil para utilizarlo como pruebas técnicas, pero no hubo nada efectivo. La persecución, el peinado de la zona no arrojaron un solo resultado., como ocurre durante estos eventos.
Cada vez que se produce un nuevo crimen de alto impacto, recordamos a las autoridades que ya no funciona la explicación o justificación de que se trata de casos focalizados a los que se considera bajo control, y que cada ocurrencia de este tipo agranda la angustia de la sociedad.
EL EJEMPLO DE
BILL CLINTON
Bill Clinton ha referido muchas veces que no encontraba el enfoque adecuado para hacer una campaña electoral exitosa, y que un día, re repente, ante el espejo del baño le vino la inspiración mientras se rasuraba: “.¡es la economía, estúpido!
En efecto, al hablar sobre las condiciones económicas de los Estados Unidos durante la administración de George Bush padre, generó eco en la sociedad. A partir de entonces la campaña fue exitosa y alcanzó la victoria e incluso se reeligió a pesar del caso Lewinski.
Viene a cuento porque el gobierno de Sinaloa, angustiado por la situación que vive el estado, llegó a la misma conclusión: ¡Es la economía! Y con ese propósito ha hecho todo lo necesario para convencer a la gente, sobre todo la de Culiacán, para que reactive sus negocios, asista a los lugares de comercio y consumo.
El caso más extremo de esta estrategia es el palenque de la Feria Ganadera. Se trata de un festejo rumboso y tradicional que por desgracia siempre es visto como algo riesgoso.
Si se moviliza la economía habrá mucha gente aliviada en sus problemas financieros y de operación, pero ni el gobernador ni sus consejeros ignoran que están jugando un altísimo riesgo, no sólo político, sino de vidas humanas.
El esfuerzo que se hace es importante. No dudaría que incluso se llegue al punto de subvencionar la realización de la feria y hasta la del palenque, algo que ordinariamente no se haría, pero puede llegar a ocurrir ante una emergencia de este tamaño.
Se trata de una apuesta de muy alto costo y muy alto riesgo. Si en estos momentos ya tienen problemas políticos que nunca se habían imaginado, una falla en el cálculo terminaría por hundir a un régimen que a pesar de todo lo que ha pasado, parecería haberse estabilizado.
Por desgracia para Sinaloa y par el propio gobierno, los hechos de sangre siguen sucediendo. Enfrentamientos y asesinatos en diversos puntos de la entidad, acciones ilegales donde se supone que existe un blindaje. Los anuncios hechos por los funcionarios públicos no convencen a nadie, lo que cuenta son los acontecimientos dolorosos, la pérdida de vidas humanas, la sed de venganza entre los involucrados, que hoy no pelean territorios ni plazas, sino algo más ancestral y por ello es más difícil que se llegue al punto señalado por el general Jesús Leana Ojeda, de que la violencia terminará cuando los grupos delictivos se pongan de acuerdo.
LA MARIPOSA
ENAMORADA
En una entrega reciente lamentábamos el incendio de un restaurante emblemático de Culiacán, el campestre La Chuparrosa Enamorada, que además de un negocio llamativo y útil, era un punto de activismo cultural.
Tras el incendio, en el Congreso del Estado hicieron al dueño de ese negocio un reconocimiento que fue muy bien visto por la sociedad. Por desgracia, días después el dueño fue asesinado. Jorge Páez murió balaceado sin que hasta el momento haya una posibilidad real de solución y aplicación de la justicia. Peor que eso: con todo y lo emblemático del caso, no hubo una sola autoridad que hiciese un pronunciamiento enérgico, un compromiso específico.
Incluso en el Congreso, donde una semana antes se habían dicho maravillas del señor Páez, la dirigente de los diputados morenistas, Tere Guerra, no había que revictimizar a la víctima. Por supuesto no hubo de su parte exigencia de justicia, ni siquiera un pronunciamiento rutinario.
El poder es canijo. Nadie habría pensado que una activista tan intensa, tan radical como Tere Guerra, terminaría defendiendo una actitud más que a la justicia. Exigir castigo a los responsables de un crimen no significa agredir al gobierno ni al gobernador, y nadie debería creerlo así. No es lo mismo ser borracho que cantinero.

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