La guerra en Sinaloa impacta a la niñez: violencia y disparos constantes generan insomnio, ansiedad y aislamiento en los menores de Culiacán.

Alexandra Figueroa

Culiacán, Sinaloa.-  Zoé es una niña de 11 años de edad que no quiere salir de casa sola, si escucha un estruendo su primera reacción es asustarse y buscar un refugio, se ha vuelto más aislada y se le dificulta dormir, todo como consecuencia de la violencia que ha azotado a Culiacán y otras regiones de Sinaloa desde septiembre del 2024, producto de una “guerra” entre dos grupos del cártel de Sinaloa que ha dejado a su paso homicidios, desapariciones, robos y un profundo temor en la sociedad.

La madre de Zoé contó que el miedo se ha apoderado de la pequeña y ha ido creciendo debido a los constantes disparos en la madrugada que resuenan cerca de su vivienda.

“Tocó una vez en casa que nos tuvimos que poner pecho tierra, porque sonaron super cerca, ella entró en pánico y comenzó a llorar, después de eso solo quería que yo estuviera con ella haciendo contacto visual. En otras ocasiones al escuchar el sonido de balas busca contacto visual para saber si se trata de una situación de riesgo o no, también evita las ventanas”, dijo.

El caso de Zoé no es aislado, pues de acuerdo con la psicóloga infantil María de los Ángeles Vizcarra, la violencia prolongada está afectando la salud mental de las niñas, niños y adolescentes de Sinaloa, provocando alteraciones en su comportamiento, ansiedad social y problemas del sueño.

“Hemos visto que han aumentado los temores, han aumentado los miedos en los niños, han aumentado inclusive manifestaciones en alteraciones del sueño, hemos visto alteraciones a niveles de conducta, que los niños se muestran  más irritables. En niños pequeños lo que ha aumentado mucho es la ansiedad por separación, ¿qué es eso? que les genera un temor o una ansiedad o una angustia separarse de las personas que le generan ese vínculo de seguridad o de confianza”, explicó la especialista.

El riesgo de normalizar la violencia

La afectación de la violencia puede ir más allá, pues de acuerdo con Vizcarra Rojas, ante la exposición constante a la violencia, las niñas, niños y adolescentes corren el riesgo de normalizar estas acciones para posteriormente replicarlas en su vida.

“Primero empiezan con un consumismo de esta narcocultura y después el ser parte de lo que implica la narcocultura, es un fenómeno social muy fuerte que precisamente vemos ya en adolescentes y niños, que les da como cierto poder ser parte de cierto grupo o conocer a ciertas personas o personalidades, porque les da como ese sentido de poder o de pertenecer a ciertos grupos y eso a nivel de su estructura de personalidad claramente que trae implicaciones en su futuro y a largo plazo”, dijo.

Además, según diversos estudios, la normalización de la violencia también tiene repercusiones en las actitudes de los niños y adolescentes. De acuerdo a un estudio publicado en la revista Social Psychological and Personality Science, los niños que están expuestos a una gran dosis de violencia llegan a considerarla como un comportamiento normal y posteriormente se comportan de manera más agresiva y son más propensos a agredir a otros.

Manuel Velazquez, director del Centro de Integración Juvenil (CIJ) de Culiacán, mencionó que la violencia prolongada en la ciudad ha alterado la vida cotidiana de los jóvenes, quienes han tenido que ajustar sus horarios y actividades como una medida de autocuidado.

Esto, explicó, ha llevado a una “normalización” del temor y esta forma de vivir generada por la violencia, lo que puede tener repercusiones en la salud mental de las y los jóvenes.

“Claro que no es normal, claro que no es saludable, no abona mucho la salud mental, pero bueno, en el momento en el que estás construyendo una forma de poder tener menos riesgo, pues eso habla de una buena salud mental, el hecho de protegerse”, dijo.

La mamá de Zoé compartió con Revista Espejo que, a causa de la violencia que se vive en Culiacán, Zoé se ha vuelto más aislada y su sueño se ha visto perjudicado, ya que en el sector donde viven es común escuchar disparos durante la madrugada o a altas horas de la noche, lo que le dificulta conciliar el sueño. Antes, Zoé “era muy despreocupada con la seguridad de la casa; con tener las puertas cerradas bastaba, pero ahora trata de ponerle llave a todo.”

Cuidar la salud mental de las infancias

La psicóloga infantil María de los Ángeles Vizcarra recomendó a las personas adultas estar atentas a las señales de alerta que pueden estar lanzando las infancias, como lo son las pesadillas, los cambios de ánimo abruptos, estrés agudo y crisis de ansiedad, lo que requiere buscar ayuda con un profesional de la salud mental.

Ante situaciones de crisis como la vivida por Zoé y su familia, la psicóloga comentó que en esos casos es importante que los adultos mantengan la calma y ofrezcan instrucciones claras y tranquilizadoras para proteger no solo física sino emocionalmente a las y los niños.

“Es fundamental ofrecerles un sentido de seguridad en momentos de crisis. Las frases como ‘estoy aquí contigo’ y ‘vamos a estar bien’ pueden ser clave”, explica la psicóloga.

También, destacó, es recomendable tratar de mitigar el ruido de los disparos o estruendos con distractores como música, evitar que los niños observen de manera directa los hechos y sobre todo, es necesario proporcionarles contacto físico como un abrazo o tomarles de las manos con el fin de brindarles un sentido de seguridad.

Por su parte, Manuel Velázquez mencionó que en los Centros de Integración Juvenil se ofertan servicios de orientación, atención y prevención en salud mental para niñas, niños y adolescentes. Para acceder a estos servicios la población se puede comunicar al número 6677164146.

Con información de Espejo

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