¿Para qué va a servir ese dinero? Para construir una enorme fábrica de metanol, un químico útil para pinturas, alfombras, plásticos y para que funcione la pantalla en la que ayer vieron la final de la Copa Oro de futbol.

Estamos escamados. Una noticia que revele detalles acerca de millones que llegan a Sinaloa topa con nuestros prejuicios: ¿Son legales?

Pero un aviso que la semana pasada salió de ese estado anuncia la llegada de una inversión de 3 mil 300 millones de dólares que no solo lucen legales, sino que mandan una señal acerca de oportunidades en México que la incertidumbre actual puede obstruir de la vista.

¿Para qué va a servir ese dinero? Para construir una enorme fábrica de metanol, un químico útil entre otras cosas, para pinturas, alfombras, plásticos y para que funcione la pantalla en la que ayer vieron la final de la Copa Oro de futbol.

El proyecto se llama Pacífico Mexinol y pertenece a una empresa llamada Transition Industries cuya dirección oficial está en Houston Texas; su figura más visible es su fundador y director general, Rommel Gallo, una persona poco conocida aún.

Documentos en internet le atribuyen más de 20 años de experiencia en la industria energética; fue jefe de América Latina en Fieldstone Partners, una firma de banca mercantil basada también en esa ciudad texana. Gallo también habría trabajado como banquero de inversión en energía en Citigroup y Wells Fargo, y como abogado especializado en financiamiento público en Greenberg Traurig.

Él estructuró el proyecto Mexinol desde el inicio de esta década y obtuvo al final de 2023 la aprobación del financiamiento por parte de la Corporación Financiera Internacional (IFC), del Banco Mundial.

Esa institución busca empresas que ayuden a detener el calentamiento global, lo que este proyecto debe conseguir al transformar gas natural en metanol. Uno de los principales componentes del gas es el metano, que en la atmósfera es más dañino que el bióxido de carbono.

La semana pasada, Transition Industries reveló a quién va a encargar la construcción en Topolobampo, Sinaloa, de la que dicen, será la planta de metanol más grande del mundo.

Firmó un contrato de ingeniería, adquisiciones y construcción con un consorcio conformado por subsidiarias de Samsung y Techint, y otro más de proveeduría de maquinaria, con una empresa llamada KT Tech, del grupo MAIRE.

Presumen que Pacífico Mexinol será construido en un terreno previamente impactado por actividades agrícolas; también, que limpiará las aguas negras de sistemas de drenaje vecinos para usar el líquido proveniente de estos, en lugar de usar agua limpia para los procesos industriales.

Las fábricas suelen sentirse lejanas, hasta que compran una pantalla Samsung o LG. Ahí es en donde cobran sentido las inversiones en plantas de manufactura que siguen y seguirán llegando a México.

Ojo, no necesariamente por el talento de gobernantes en curso, sino por lógica. Ahí es en donde radica una fuente de posibilidades para el arribo de más inversiones en el mediano plazo.

Va otro ejemplo. Ahora mismo, uno de los sectores más afectados por la incertidumbre económica en Estados Unidos, es el de las aeronaves y sus piezas.

¿Qué aerolínea apuesta en este momento a la compra de aviones, cuando no hay claridad acerca de la creación de empleos? Si no hay muchas compras, evidentemente hay problemas para quienes fabrican estos artefactos.

Pero las inversiones foráneas aplicadas en 2025 en Baja California son mayores que las del año pasado y en Querétaro, el municipio de El Marqués, que alberga al aeropuerto local y a empresas como la aeronáutica francesa Safrán, representan una fuente de prosperidad incluso para las finanzas públicas de la localidad.

La lógica de inversiones en plantas manufactureras está en la cercanía con los clientes en Estados Unidos; décadas de experiencia de una sociedad que conoce cadenas de suministro y de logística global; además de una lista de tratados comerciales que al margen de Estados Unidos, evitan en México el pago de impuestos que sí deben pagarse en otras naciones.

Por eso es que en el largo plazo, las exportaciones nacionales no paran de crecer desde hace décadas y lo más probable es que lo sigan haciendo.

Esos 3 mil 300 millones seguramente van a convertirse en ventas al exterior por una cifra mayor, eventualmente. No perdamos el foco del camino largo por los tropezones actuales.

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