En Sinaloa más de 32 mil personas viven con esta condición y día a día enfrentan desafíos para sostenerse de por vida

Josemiguel Souza

A los 23 añosSebastián Urías ha aprendido a convivir con la epilepsia, una condición neurológica que lo acompaña desde que tenía apenas tres meses de vida.

Como él, en Sinaloa hay entre 12 mil y 32 mil habitantes con esta condición, de la cual aún se desconocen muchas cosas.

Sebastián relata que el primer episodio fuerte ocurrió cuando iba en preparatoria, mientras se preparaba para jugar fútbol.

“Yo iba a entrar a la cancha y de repente ya no recuerdo nada, solo que me desplomé. Mis amigos me contaron que empecé a delirar y a girar sobre mí mismo. Desde ahí comenzó todo”, recuerda.

Las cifras

En México, de acuerdo con el INEGI, más de dos millones de personas viven con epilepsia, lo que la convierte en uno de los padecimientos neurológicos más frecuentes.

A nivel mundial se estima que son 50 millones de casos. Aunque en Sinaloa no existen cifras locales precisas, especialistas calculan que entre cuatro y diez personas por cada mil habitantes la padecen. Es decir, alrededor de 12,679 personas; mientras que si consideramos la tasa más alta de diez por cada mil, la cifra ascendería a aproximadamente 31,698 personas.

El 75% de los diagnósticos, sostienen los expertos, ocurren en la infancia y adolescencia, etapas en las que la enfermedad suele manifestarse con mayor intensidad.

Para Sebastián, el mayor reto no ha sido solo seguir un tratamiento médico estricto, sino enfrentar la falta de información que persiste en la sociedad.

“Hay muchos mitos, como que si alguien convulsiona hay que meterle algo en la boca para que no se trague la lengua. Eso es totalmente falso y puede ser hasta peligroso. Lo único que se debe hacer es poner a la persona de lado, en posición segura, y llamar a emergencias”, advierte.

La doctora Karla Altamirano Beltránmédico general con dos décadas de experiencia en neurociencias y estudios clínicos, explica que la epilepsia se origina por descargas eléctricas desordenadas en el cerebro.

“Así como el corazón tiene actividad eléctrica, el cerebro también. Cuando ocurre una crisis, esa actividad se vuelve caótica y provoca que la persona pierda el conocimiento y presente convulsiones violentas en brazos y piernas. Incluso puede haber dilatación de pupilas o exceso de saliva”, detalla.

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Los electroencefalogramas ayudan a diagnosticar la epilepsia de manera precisa. / Foto: Canva

Las causas, añade, son diversas: tumores cerebralestraumatismosinfartosfactores genéticos o metabólicosinfecciones e incluso el consumo de carne de cerdo mal cocida, que puede generar cisticercosis y dejar cicatrices en el cerebro. Otra causa frecuente es la hipoxia neonatal, es decir, la falta de oxígeno al nacer.

La epilepsia es una enfermedad sin una cura definitiva. Los medicamentos logran controlar las crisis, pero no eliminan el riesgo de que regresen en cualquier momento.

“Incluso hay pacientes que, a pesar de usar tres, cuatro o hasta cinco fármacos, siguen convulsionando. Para ellos existen programas especializados, tanto para niños como para adultos, avalados por organismos internacionales como la FDA”, precisa Altamirano.

El diagnóstico se realiza principalmente a través de un electroencefalograma, aunque también hay síntomas previos que pueden alertar a la familia, como movimientos involuntarios en un brazo o una piernaparpadeo repetitivochupeteo o pérdida súbita de conciencia.

La doctora recalca que la estigmatización es un obstáculo adicional para quienes viven con este padecimiento.

 

Con información de El Sol de Sinaloa

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