ARANCELES SIN DEDICATORIA… ¿O CON DESTINATARIO?
BITÁCORA INQUIETA
Jesús Octavio Milán Gil
Cuando proteger no basta y gobernar exige algo más que subir impuestos a la frontera.
Un arancel no es una muralla: es una decisión política que revela a quién se protege, a quién se sacrifica y a quién se le guiña el ojo.
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I. El discurso oficial: neutralidad que no convence
La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara —y políticamente cuidadosa—:
los nuevos aranceles “no tienen dedicatoria a China”.
No son —dice— una medida punitiva contra un país en particular, sino una política general dirigida a todos los países con los que México no tiene tratado de libre comercio.
Formalmente, es correcto.
Económicamente, es incompleto.
Políticamente, es ingenuo… o deliberadamente elusivo.
Porque cuando se aprueba un paquete arancelario que eleva gravámenes de entre 5 % y hasta 50 % a más de 1,400 productos, y cuando la mayor parte de esos productos provienen de China y Asia, negar la dedicatoria es negar la aritmética.
No es una carta con nombre y apellido.
Pero sí es un sobre con destinatario evidente.
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II. Los sectores en la línea de fuego
Los aranceles impactan de manera directa a sectores estratégicos del comercio exterior mexicano:
Automotriz y autopartes
Textil, vestido y calzado
Plásticos
Siderurgia, hierro, acero y aluminio
Electrodomésticos y electrónicos
Vidrio, cosméticos y bienes de consumo
En conjunto, estos rubros representan una parte sustantiva del intercambio con China, país con el que México mantiene un déficit comercial crónico: importamos mucho más de lo que exportamos.
Aquí aparece la primera verdad incómoda:
los aranceles no distinguen entre dumping desleal y dependencia estructural.
Castigan tanto al competidor abusivo como al proveedor indispensable.
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III. Los posibles ganadores: protección con condiciones
Sí, hay sectores nacionales que podrían beneficiarse, pero solo bajo ciertas condiciones que el Estado rara vez garantiza.
1. Textil, vestido y calzado
Industria golpeada durante décadas por importaciones baratas.
Estados como Puebla, Guanajuato, Estado de México y Jalisco podrían recuperar mercado.
Pero: sin crédito, sin formalización y sin control al contrabando, el beneficio se evapora.
2. Siderurgia y metalmecánica
México tiene capacidad instalada.
El arancel puede frenar prácticas de dumping y revitalizar cadenas industriales.
Pero: sin vigilancia aduanera real, el acero entra… solo que con otro pasaporte.
3. Plásticos y manufactura intermedia
Beneficio moderado, pero estratégico para encadenamientos productivos.
4. Autopartes nacionales
Protección relevante para proveedores vinculados al T-MEC y al nearshoring.
Riesgo: encarecer insumos clave puede golpear a las propias armadoras.
Conclusión parcial:
el arancel ayuda solo si hay política industrial.
Sin ella, es apenas una aspirina para una enfermedad estructural.
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IV. Los perdedores silenciosos
Aquí empieza el costo social del discurso proteccionista.
1. Empresas dependientes de insumos importados
Electrónica, electrodomésticos, maquinaria.
Si no hay sustituto local inmediato, suben costos y se reduce competitividad.
2. Consumidores
El mito es persistente: “China paga el arancel”.
La realidad es brutal: el consumidor mexicano paga el sobreprecio.
No es inflación generalizada, pero sí inflación sectorial, cotidiana, silenciosa.
3. Pymes sin respaldo financiero
No pueden reconvertirse rápido.
Ganan las grandes empresas; las pequeñas resisten… o desaparecen.
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V. China responde: diplomacia firme, paciencia estratégica
China ya calificó la medida como proteccionista.
Pidió correcciones, advirtió impactos y dejó abierta la puerta a acciones en foros multilaterales como la OMC.
Beijing no rompe relaciones.
Presiona. Observa. Ajusta.
Y tiene un as bajo la manga:
triangulación comercial vía Vietnam, Malasia, Tailandia o Indonesia.
Si las aduanas mexicanas no funcionan, el arancel fracasa sin hacer ruido.
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VI. Otros actores: reacomodos sin estridencia
India: reclamos diplomáticos, sin confrontación abierta.
Corea del Sur: posible relocalización productiva.
Sudeste Asiático: riesgo alto de evasión arancelaria.
El mundo no se detiene por un decreto mexicano.
Se adapta.
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VII. La verdad geopolítica que no se dice
Aquí está el núcleo del asunto:
Los aranceles no tienen dedicatoria a China…
pero sí tienen destinatario estratégico: Estados Unidos.
México envía un mensaje claro antes de la revisión del T-MEC:
“No somos la puerta trasera de Asia”.
“Estamos alineados con la lógica de contención comercial”.
“Somos un socio confiable”.
Esto no es solo comercio.
Es geopolítica industrial.
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VIII. El problema de fondo: proteger sin producir
La pregunta crucial no es si los aranceles son legales.
Ni siquiera si son necesarios.
La pregunta es otra, más incómoda:
¿Tiene México hoy la capacidad del Estado para transformar protección en desarrollo?
Porque:
Proteger sin invertir no crea industria.
Proteger sin crédito no crea empresas.
Proteger sin educación técnica no crea productividad.
Proteger sin aduanas fuertes no protege nada.
Un arancel sin política industrial es recaudación disfrazada de soberanía.
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IX. Propuestas: lo que debería acompañar a los aranceles
Si el gobierno quiere que esta medida funcione, debe asumir lo que sigue:
1. Política industrial explícita, sector por sector.
2. Crédito productivo accesible para pymes.
3. Aduanas profesionales, no capturadas ni improvisadas.
4. Inversión en sustitución de importaciones, no solo discurso.
5. Evaluación periódica: arancel que no produce desarrollo, se corrige o se retira.
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X. Cierre: la diferencia entre proteger y gobernar
Un arancel puede ganar aplausos.
Una política industrial gana futuro.
Proteger es fácil.
Producir es difícil.
Y gobernar —de verdad— exige hacer ambas cosas al mismo tiempo.
Porque cambiar al proveedor no cambia al país.
Solo cambiar la estructura productiva lo hace.
Y esa tarea —dura, lenta, impopular—
no se resuelve en la aduana,
sino en la capacidad del Estado para pensar más allá del corto plazo.
Bitácora Inquieta no pregunta si el arancel tiene dedicatoria.
Pregunta si México tiene proyecto.
El saber no descansa, la lectura provoca y el pensamiento sigue. Nos vemos en la siguiente columna.

