México y Estados Unidos entre la frontera del miedo y la frontera del futuro
VECINOS FORZOSOS 2025
BITÁCORA INQUIETA
Jesús Octavio Milán Gil
La relación bilateral no se rompe: se tensa. Y cuando se tensa, los costos siempre caen primero sobre los ciudadanos.
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En 2025, la agenda México–Estados Unidos ya no cabe en una sola carpeta diplomática: es un archipiélago de crisis, intereses cruzados y prioridades asimétricas. Washington mira a México con lentes de seguridad nacional; México mira a Washington con lentes de supervivencia económica. Esa diferencia explica por qué, cuando uno exige, el otro negocia; cuando uno amenaza, el otro calcula; y cuando ambos se “coordinan”, muchas veces solo están evitando el choque frontal.
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1) Aranceles
Los aranceles ya no son solo política comercial: son palanca política. En 2025, el comercio entre ambos países se mantiene gigantesco, pero el dato duro revela la tensión: en enero–septiembre de 2025, EE. UU. reporta exportaciones a México por ~US$253.6 mil millones e importaciones desde México por ~US$399.5 mil millones, con un déficit de ~US$145.9 mil millones (cifras mensuales acumuladas).
Ese tamaño convierte cualquier amenaza arancelaria en un arma de impacto inmediato: no “castiga gobiernos”, castiga cadenas de suministro, empleos, precios y regiones enteras. Y por eso el arancel funciona como chantaje eficaz: porque México depende de ese mercado mucho más de lo que EE. UU. depende de México, aunque ambos sean interdependientes.
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2) Guerra comercial
La “guerra comercial” en Norteamérica ya no es solo México vs. EE. UU.: es EE. UU. vs. el mundo, usando a México como tablero. Un ejemplo: en diciembre de 2025, Reuters reporta que India busca un acuerdo preferencial con México ante alzas arancelarias mexicanas (hasta 50% en ciertos bienes), interpretadas por actores internacionales como movimientos ligados a la revisión regional del tratado.
Esto tiene una traducción práctica: México enfrenta presión para demostrar que su integración a Norteamérica no es puerta trasera para terceros, especialmente en sectores sensibles.
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3) Renegociación del tratado de libre comercio (T-MEC/USMCA)
La palabra “renegociación” se usa como amenaza, como campaña y como mecanismo de presión. En lo jurídico, el tratado contempla una Revisión Conjunta sexenal: la primera está programada para 1 de julio de 2026; en 2025, USTR ya realizó audiencia pública 3–5 de diciembre de 2025 de cara a esa revisión.
El problema de fondo es político: en EE. UU., el debate sobre el T-MEC suele mezclarse con migración y drogas; en México, con soberanía energética, reglas industriales y empleo. Si la revisión de 2026 se contamina con agenda electoral, el tratado deja de ser un candado de estabilidad y se vuelve un rehén.
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4) Combate al narcotráfico
Aquí está el núcleo duro: fentanilo, metanfetaminas, armas, dinero y territorios. EE. UU. opera bajo un imperativo interno de salud y seguridad. La CDC informó en 2025 que los datos provisionales mostraban ~87,000 muertes por sobredosis en los 12 meses que terminaron en septiembre de 2024, una caída frente a ~114,000 el año previo; sigue siendo una cifra brutal, y el fentanilo continúa al centro del debate.
Esa tragedia empuja a Washington a exigir “resultados” visibles; México, en cambio, carga con el costo territorial de la violencia y con el riesgo de que la cooperación se vuelva intervención encubierta. La cooperación real exige una verdad incómoda: sin control del flujo de armas y sin golpe financiero al crimen, la estrategia es propaganda.
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5) Seguridad
La seguridad bilateral ya no es un tema: es una red. Incluye: fronteras, puertos, aduanas, inteligencia, crimen transnacional, cibercrimen y protección de infraestructura crítica. Y en 2025 se expresa también en militarización y endurecimiento operativo del lado estadounidense (con debates legales y políticos internos).
México enfrenta el dilema: colaborar lo suficiente para evitar sanciones, sin cruzar la línea que la opinión pública percibe como subordinación.
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6) Migración
La migración es el termómetro político de la relación. En 2025, CBP publica estadísticas de encuentros/aprehensiones y presenta una narrativa de reducción fuerte en ciertos periodos, en un clima de alta politización.
Pero detrás del número hay una realidad persistente: México opera como amortiguador humanitario y operativo (contención, traslados, trámites, albergues), mientras EE. UU. toma decisiones según su ciclo interno. Y el resultado es predecible: la dignidad humana se vuelve variable táctica.
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7) Tratados de agua
El agua ya escaló a tema de “seguridad”. El Tratado de 1944 obliga a México a entregar a EE. UU. un volumen quinquenal en el Río Bravo; en diciembre de 2025, se reporta presión por el rezago y un compromiso de iniciar entregas para reducir faltantes, en medio de sequía extrema.
Aquí no hay retórica que alcance: el cambio climático está reescribiendo los límites del tratado, y el conflicto cae sobre agricultores, ciudades y estados fronterizos. Si no se maneja con transparencia y planeación binacional, el agua se vuelve munición diplomática.
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8) Mundial de fútbol 2026 (con Canadá)
Sí: el Mundial está en la agenda. Pero no por romanticismo deportivo, sino por logística y seguridad: movilidad transfronteriza, visados, seguridad pública, percepción internacional y coordinación trilateral. En un año donde migración, drogas y comercio tensan la frontera, el Mundial será un examen de gobernanza: si Norteamérica no puede coordinar un evento masivo, ¿cómo coordinará crisis?
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9) Corrupción
Sin este capítulo, todo lo anterior se vuelve teatro. Porque corrupción significa: aduanas penetradas, puertos vulnerables, contratos opacos, redes de protección, fiscalización selectiva. En el Índice de Percepción de la Corrupción (CPI) más reciente disponible en 2025 (CPI 2024), México aparece con 26/100 y lugar 140 de 180.
La corrupción no solo “mancha” instituciones: abarata el delito y encarece la vida cotidiana. Y cuando el Estado no es confiable, la cooperación internacional se vuelve sospechosa, y el ciudadano queda atrapado entre dos fuegos: crimen y burocracia.
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10) Huachicol (robo y contrabando de combustibles)
El huachicol ya no es nota roja: es finanzas públicas, crimen organizado y seguridad energética. En 2025, el robo de combustible muestra repuntes y costos. Reportes periodísticos con base en datos de Pemex señalan pérdidas por ~20,246 millones de pesos de enero a septiembre de 2025.
Y hay evidencia dura del ritmo del delito: un reporte documenta que, en el país, Pemex identificó en el primer semestre de 2025 una toma clandestina en ductos de petrolíferos aproximadamente cada 53 minutos con 50 segundos.
Esto conecta directamente con la relación bilateral por tres vías:
Aduanas y “huachicol fiscal” (contrabando y evasión).
Redes transnacionales (compra, traslado, lavado).
Corrupción (protección interna y captura institucional).
Si el Estado tolera huachicol, ¿con qué credibilidad pide cooperación para frenar fentanilo o armas?
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Cierre: la agenda real es una sola
Aranceles, guerra comercial, T-MEC, narcotráfico, seguridad, migración, agua, Mundial… corrupción y huachicol: todo se junta en una frase que incomoda:
Lo bilateral ya no es “relación exterior”; es política interior de ambos países.
Y cuando la política interior manda, la diplomacia deja de ser puente y se vuelve campo de batalla.
Propuesta Bitácora Inquieta (mínimo indispensable):
1. Un acuerdo verificable en armas–dinero–precursores (trazabilidad, metas y auditoría binacional).
2. Mesa del agua con calendario público, criterios de sequía y protección de consumo humano antes que cálculo político.
3. Blindaje T-MEC rumbo a 2026 con agenda técnica (no electoral) y transparencia.
4. Golpe estructural a aduanas, huachicol y corrupción: sin eso, todo lo demás es discurso.
El saber no descansa, la lectura provoca y el pensamiento sigue. Nos vemos en la siguiente columna.

