#DOMINGRILLA
#DOMINGRILLA
• AMLO actúa contra las leyes.-
• ¿Quiénes serán los próximos?.-
• Valadés: déficit de gobernabilidad.-
• El Carnaval atrapa a Rocha
Moya.-
Por Francisco Chiquete
No es Loret. Ni siquiera es la libertad de expresión, que por sí misma es una causa superior y que efectivamente se ve amenazada. La decisión presidencial de hurgar y divulgar entre los datos personales de alguien a quien considera opositor, es un episodio gravísimo: como advirtió Bertold Bretch, hoy vienen por unos y mañana seguirán otros y otros, como hicieron los nazis.
A lo largo de la semana, muchos analistas y estudiosos han advertido sobre la irracionalidad de este enfrentamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien agrede a los periodistas críticos y además generaliza en contra de la prensa en un ambiente en que se asesina a periodistas y se hostiga a quienes piensan diferente, ya no digamos a quienes están en contra de las acciones y pensamientos del gobierno actual.
Pero vale mucho la pena insistir en que el paso dado por el presidente es muy grave. Nadie puede creer que “el pueblo” le dio la información sobre los ingresos de Loret. O los sacó del SAT, lo que está absolutamente prohibido por las leyes, como está prohibido que una autoridad divulgue los datos personales de un ciudadano; o espiaron al despacho de contadores que lleva las cuentas fiscales del periodista, lo que regresa a los organismos del gobierno mexicano a las épocas del CISEN, que fue “desaparecido” precisamente porque era un organismo que incurría en ilegalidades, según la explicación oficial.
El presidente dijo ayer en Sonora que el debate que se ha suscitado en torno de este tema es la democracia. Por el contrario, la democracia implica libertad para expresarse, libertad para asociarse, libertad y respeto de las leyes, leyes que el presidente violentó, precisamente.
Hay además algunos agravantes: López Obrador ha insistido en que esto es una especie de lucha de clases, pero en la élite. ¿Cómo un periodista como Loret va a ganar quince veces más que él?
Hay además un asomo del autoritarismo que él juró combatir (“no somos iguales”, insiste a cada rato): Cuando en la supuesta lista de ingresos de Loret vio que Televisa le pagó once millones de pesos, advirtió “esto me lo tiene que explicar Televisa”. ¿Por qué? Siendo una empresa privada no tendría por qué explicar al presidente cómo maneja sus nóminas. Sólo lo lleva a uno a pensar en que hubo un acuerdo entre empresarios y autoridades para sacar a Loret de cuadro y también de la nómina. Ese reclamo muestra que los odios son profundos y que tampoco es cierto aquello de que “no es mi fuerte la venganza”.
Mientras tanto, la nación amloista ha reaccionado con muchas barbaridades. La diputada morenista Patricia Armendáriz dice que los periodistas deben hacer públicos sus ingresos, exactamente como la senadora Imelda Castro tomó la tribuna de la Cámara Alta, no para exigir medicinas para los niños del Hospital Pediátrico de Culiacán, cuyos padres se manifestaban públicamente; tampoco para procurar que finalmente fuese construido el puente del Quelite, ni para buscar atención a los pescadores o a los productores agrícolas de Sinaloa. Su urgencia era conocer los ingresos de Loret y sobre todo, dar la razón al presidente. Y abajo hay gente que concluye la justeza de AMLO porque, dice un ínfimo burócrata de nuevo ingreso, el señor presidente tiene derecho a exigir esa información”, y un militante que llega a la feliz idea de que “el que se lleva se aguanta”, y si al presidente lo atacaron con la información de sus hijos él puede atacar a sus atacantes. Y así muchas barbaridades en que informar es ofender y violar las leyes y abusar del poder es un derecho presidencial.
Ninguno de ellos quiso darse por enterado del artículo en que José Woldenberg, uno de los constructores de los avances democráticos del país, pregunta qué esperan sus antiguos compañeros de la izquierda
para exigir una rectificación en las muchas irregularidades en que han incurrido el presidente y su gobierno, desdibujando las largas e intensas luchas de la izquierda mexicana. No les interesa responder. Están muy ocupados disfrutando del placer de ser o de sentirse gobierno, aunque sea de lejecitos.
• Déficit de gobernabilidad, advierte Diego Valadés
Una de estas noches apareció en el canal 11 de televisión el jurista mazatleco Diego Valadés, a quien en una entrevista interrogaban sobre la consideración de México como estado fallido. No lo es, dijo Valadés, uno de los más reconocidos estudiosos del constitucionalismo mexicano. En cambio advirtió que existe un déficit de gobernabilidad.
En un análisis sereno, profundo, dibujó los problemas que enfrenta el país y que no han sido enfrentados adecuada o suficientemente. Está invadido, dice, el espacio de la política y del gobierno por fuerzas extrañas, fácticas, incluyendo a algunas de carácter delincuencial, que deterioran el ejercicio de gobierno, sobre todo en las áreas regionales, como los ayuntamientos, donde ahora se habla de su participación en el establecimiento de autoridades.
Valadés conmina a que detengamos a tiempo a esas fuerzas, lo que es una tarea no sólo del gobierno, que debe hacer su parte, sino de la sociedad, que debe permanecer alerta y actuante frente a manifestaciones de esa naturaleza.
Valadés es miembro del Colegio Nacional, y desde ahí, junto con otros miembros de la inteligencia mexicana, trabaja en el análisis de nuestros problemas nacionales y de la manera de enfrentarlos. Sería muy útil que el país entero pusiese atención a estas reflexiones, tan necesarias en este periodo de polarización y de excitación política en que de uno y de otro lados se lanzan misiles verbales que en su mayor parte poco informados, mucho menos reflexionados, en un debate que habla más sobre emociones que sobre razones.
Indudablemente las aportaciones de Valadés serán muy importantes para encontrar un rumbo adecuado en la situación que vive el país. Infortunadamente, para el gobierno en estos momentos la opinión de los especialistas es todo, menos valiosa, incluso parecemos haber regresado a los tiempos en que la derecha los consideraba subversivos.
• Sólo Rocha Moya está aún deshojando la margarita
Mientras el alcalde mazatleco avanza paso a paso en la ejecución de las fiestas del carnaval, como si no existiese duda de que se va a llevar a cabo, el gobernador Rubén Rocha Moya deshoja la margarita para que sus pétalos le ayuden a decidir si autorizará o no la realización de las fiestas, y lo que es peor, cuando se le termina una flor, empieza con otra.
El gobernador había dicho que decidiría en diez días, que se vencieron sin llegar a una definición. Luego se extendió el plazo al siguiente viernes, aunque su secretario de salud Héctor Melesio Cuén Ojeda lo recortó en dos días. Como ha pasado a lo largo de estos tres meses y cacho, lo ignoraron, solamente para que llegado el viernes se anunciara que no había decisión y que ésta tardaría dos semanas más; es decir, justo en la víspera del festejo.
En realidad los políticos no deberían tener voz en este asunto. Tendrían que ser los expertos en salud pública los que buscaran y encontraran las respuestas, pero no es así. Hay una pugna evidente entre el alcalde y el secretario de salud, una rispidez entre el alcalde y el gobernador y una falta de entendimiento completo entre el gobernador y el secretario, a pesar de que hace unos meses todos estaban bajo la misma fórmula partidista.
¿Qué hace difícil tomar esta decisión? La política, precisamente.
En el estado la pandemia no ha cedido. Algunos días los casos nuevos aparecen con unas decenas menos, pero los fallecimientos se sostienen e incluso llegan a crecer. Apenas este sábado se dio a conocer que algunos laboratorios privados no estaban reportando las pruebas que realizan al público, lo que distorsiona las estadísticas que se manejan.
Para darnos una idea, ayer mismo se divulgó una tabla que acredita a instituciones oficiales y laboratorios privados, la realización de 52 mil 400 pruebas (entre antígenos y PCR), de los cuales 21 mil 46 resultaron positivas contra 31 mil 354 negativas, un índice de positividad muy alto comparado con el resto del país.
En el lapso del 20 de enero al 10 de febrero, Sinaloa acumuló 40 mil 691 casos nuevos confirmados, ya incorporando los resultados obtenidos en instituciones oficiales y laboratorios privados; es decir, el doble de lo que se había reportado inicialmente. Ayer hubo 27 defunciones nuevas en el estado, con Mazatlán a la cabeza con nueve, seguido de Culiacán, con siete, Ahome, Navolato y Escuinapa con dos cada uno; Guasave, El Fuerte, Angostura, Elota y San Ignacio cierran la cuenta con uno cada uno.
¿Es posible hacer una fiesta que concentra hasta medio millón de personas en una tarde-noche y que repite por cinco días más con varias decenas de miles? ¿Es responsable, es moral?
Para el alcalde Luis Guillermo Benitez Torres sí. Él piensa en el dinero, en la economía, se entiende, aunque muchos malpensados lo relacionan con otro tipo de dinero.
El gobernador no sólo es ajeno al carnaval y al espíritu que embarga a los mazatlecos con ese festejo, también es un hombre sensato y mesurado que no quiere incurrir en la insensatez de dar luz verde arriesgándose a que un rebrote los agarre con las manos tras la puerta de la responsabilidad.
Pero la real politik lo tiene atrapado. El Químico Benítez empuja por el carnaval, a sabiendas de que en el gobierno federal están a favor de los eventos masivos porque, como decíamos en la pasada entrega, les urge dinamizar a la economía.
Nomás para que se dé una idea, el gobierno de la capital dio luz verde para la realización del festival Vive Latino, que en la edición del 2020 provocó una gran cantidad de contagios y la muerte de varias personas, como el guardia que estaba encargado de vigilar que la gente cumpliera con las medidas de prevención.
Ante esta línea de arriba, el gobernador tiene que apechugar y asumir la necesidad política de decidirse por dar el doloroso sí, bajo riesgo de ser considerado como disidente ante los ojos de algún comisario político.
• El chisme
Ayer un grupo de maestros de Oaxaca invadió el jardín botánico en que habría de realizarse la boda del siglo y medio (sumando las edades de los contrayentes) y destruyó el mobiliario, entre otras cosas. Mal hecho, si bien tampoco es para condolerse de doña Elba Esther Gordillo y su marido. Pero un maledicente que compartió la nota, celebró que no se hubiese tratado de una boda de Carlos Loret de Mola, pues entonces los estropicios habrían sido mayores, tratándose del peor enemigo de la nación. Entonces sí, le respondimos, no habría quedado piedra sobre piedra, ni una triste hoja de nómina salarial qué seguir divulgando.