DOMINGRILLA

LA ACUSACIÓN DE ESTRADA
TRAMPOSOS EN LA CONSULTA
MACHINCUEPAS DE TRICOLORES
NOS ANDA SOBRANDO CULTURA

FRANCISCO CHIQUETE
Un fantasma recorre el ámbito político sinaloense: el fantasma de las intervenciones ilegales en la elección anterior. Ese fue un hecho notorio a simple vista y de cuando en cuando ha sido mencionado por políticos opositores, pero esta semana fue un alcalde de Morena el que hizo la referencia, no explícita, pero con la claridad suficiente como para que todos la percibiésemos.
En una entrevista radiofónica, el presidente municipal de Morena en Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, aseveró que el gobernador ganó a la mala, “pero ya está ahí, ya es gobernador” y yo quiero ayudarle, pero no se deja.
El enfrentamiento entre ambos es claro. De una y de otra parte se han dado expresiones que abonan al pleito, pero en este caso se ha rebasado todo límite. Me pusieron cerca al presidente municipal, dijo Rocha Moya: yo no lo quiero mucho. Eso sonó a juego, pero detrás hay mucho más. El alcalde ha sido sometido a tres peticiones de juicio político a las que no le han hecho el feo en el Congreso, y eso en opinión del alcalde, es algo que depende del gobernador Rocha Moya, quien por lo menos podría detener los procesos.
En la real politik, Estrada tiene razón: el gobernador manda sobre el grupo mayoritario del Congreso local y podría hacer que todo lo acontecido hasta ahora quedara sin efecto, pero Rocha ha advertido a las claras que no meterá las manos al fuego por él.
Las expresiones de Estrada Ferreiro en la radio -con Luis Alberto Díaz, de Los Noticieristas- se extendieron a la aseveración de que fue Rocha quien puso al líder de la mayoría Feliciano Castro “no hubo tal elección democrática”.
Que el tema lo hubieran denunciado los priístas afectados en su momento (aquellos a los que secuestraron o les secuestraron algún pariente o colaboradores), se entiende. Que la oposición mantuviese vivo el tema como estrategia de desgaste es incluso lógico, aunque todos hubiesen preferido callarse y evitar la apertura de procesos legales. Pero que la maneje un integrante de Morena ya es un indicativo de divisiones fuertes, de rencores insondables.
Además hay que recordar una cosa: el propio Estrada Ferreiro juega con fuego, pues los grupos que presionaron por los resultados “a la mala”, lo hicieron parejo, sin distinguir puestos, niveles ni territorios, de modo que si tiene certeza de que eso ocurrió, debería tenerla también de que él mismo es un beneficiado de esa situación, así que se está acusando a sí mismo.
Después de este episodio lenguaraz de Estrada Ferreiro, el gobernador habrá de comprender que ese pequeñísimo detalle lo va a perseguir a lo largo de todo su sexenio, como persiguió a Carlos Salinas de Gortari la historia del fraude electoral sobre Cuauhtémoc Cárdenas, como siguió a Enrique Peña Nieto la historia de la Casa Blanca y como va a seguir la Casa Gris a Andrés Manuel López Obrador y a su hijo José Ramón López Beltrán.
TRAMPOSOS
El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, vino a Mazatlán y aprovechando los micrófonos, que no le faltan, lanzó una fuerte acusación a los políticos de Morena, que con base en un “decreto interpretativo” han torcido la ley para hacer propaganda a favor de la permanencia del presidente López Obrador, cuyo mando podría ser (en teoría) revocado durante la consulta del diez de abril próximo.
Son tiempos de tramposos, dijo. Ya lo había avalado el Tribunal Electoral Federal, que le negó aplicación legal a ese decreto, a pesar de lo cual funcionarios de todos los niveles en el país se han mantenido en modo de propaganda, no sólo divulgando obra sino invitando abiertamente a votar por la permanencia de López Obrador.
Por supuesto, se aprovecha la oportunidad para golpear al INE, al que se coloca ahora como culpable de no haber puesto todas las casillas electorales en todos los distritos, a pesar de que fueron Morena-presidencia, Morena-Congreso y Morena-Gobierno, quienes se negaron a otorgar los recursos presupuestales necesarios.
Al final apareció el peine: el presidente quiere transformar al INE en un organismo que salga de la votación popular, lo que suena muy bien, pero tiene un gravísimo problema: el riesgo de que sea el presidente quien ponga a todos o la inmensa mayoría de los funcionarios importantes, anulando la diversidad de opiniones, tendencias y propuestas que indudablemente conviven en el país. Vea si no: el presidente habla de que veinte candidatos a consejeros serían propuestos por él mismo; veinte más por el Poder Legislativo, donde él tiene la mayoría absoluta; y veinte más por la Suprema Corte de Justicia, donde por lo menos controla la mitad de los votos. ¿Cuántas posibilidades hay de que se cuelen aspirantes de otras tendencias? Y luego en la votación popular, está la aplanadora de Morena, que ahora se dio a sí mismo permiso para utilizar los recursos públicos en la propaganda durante los procesos electoral.
Mientras la polémica crece en torno a la famosa consulta.
Incluso un impulsor de AMLO y de Morena, como fue Porfirio Muñoz Ledo, considera que al no existir en el país corrientes que busquen la destitución del presidente, el ejercicio -muy caro por cierto- es inútil y por ello, no debería realizarse.
Como la mayoría de los analistas, Muñoz Ledo estima que se trata de un acto propagandístico y va más allá: lo que quiere López Obrador es instaurar un estado “cuatroteocrático”, obviamente, una divinización de la autoridad del presidente. Personalmente me resisto a creer las versiones de que se trata de legitimar un proyecto reelectoral. Yo creo que en López Obrador el hambre de historia es más grande sus ganas de seguir abiertamente al frente del proyecto transformador que enarbola, pero hay muchos morenistas calientes con la prolongación del mandato.
La consulta por cierto ha sido desestimada por los opositores, quienes le auguran un gran fracaso. Tienen que aguzar la mirada, porque hoy Morena no sólo tiene el gobierno federal, sino que además gobierna en más de la mitad de los estados y controla una gran cantidad de capitales en provincia, además de la mitad de la Ciudad de México, lo que le da una gran capacidad de movilización, es decir, de acarreo. Lo que tantas veces le reclamó al PRI como instrumento ilegal de la retención del poder, estará a la vista en nuevas manos. En realidad, en muchos casos estará en las mismas manos, porque muchos de los operadores priístas que lo practican, hoy trabajan para Morena.
EXPULSADO
Este jueves, el consejo político nacional del PRI expulsó de ese partido al exgobernador sinaloense Quirino Ordaz Coppel por haber aceptado un puesto en el gobierno de López Obrador.
No es novedad, pues la amenaza de expulsión ocurrió de manera simultánea al anuncio por parte del presidente, y se ratificó en cada oportunidad, cada vez con más ferocidad.
Con esta rapidez y prontitud, cualquiera puede pensar que el PRI encontró en esa expulsión la fórmula para resarcirse de la grave situación en que se encuentra, con un infame y lejano tercer lugar, y con tendencia a reducir su presencia en las instancias del gobierno, lo que los lleva francamente a la extinción.
Seguramente ahora sí el PRI va a repuntar en las preferencias electorales, en la confianza de la sociedad y en sus posibilidades de reconquistar espacios de poder. Es todo un triunfo del gran mariscal Alito Moreno.
CUIDADO CON
LO QUE SE PIDE
El delegado del CEN del PRI en Sinaloa Enrique Benítez Ojeda ha sufrido más de lo presupuestado para sacar un presidente interino del comité directivo estatal sinaloense. Se nota que venía con la idea de hacer una imposición descarada, como trámite para ir garantizando la incorporación incondicional del priísmo sinaloense a los proyectos de Alito, borrando a todas las tendencias locales que pudieran sobrevivir, especialmente a los simpatizantes de Quirino Ordaz.
Su problema es que se encontró con militantes que no aceptaron la imposición monda y lironda y empezaron a exigir participación de las bases, cualquier cosa que eso signifique.
En esas anda la cosa. Cediendo a las presiones, se dio a conocer una lista de posibles candidatos de unidad a la presidencia del CDE.
La lista de presuntos candidatos es encabezada por el exalcalde mazatleco Jorge Abel López Sánchez, quien ya ha aclarado que no la busca, pero no la rechaza; viene luego Aarón Irízar López, quien ya adujo problemas de salud y aspiraciones para ir a buscar el periodo completo, que estatutariamente se debe dirimir en noviembre siguiente; Marcos Osuna, candidato derrotado en las elecciones municipales de Ahome; Manuel Osuna, exdiputado local que en las últimas tres elecciones ha preferido no trabajar por su partido, y que ahora le resuma el amor por el tricolor; Francisco López, actor de segunda línea; Faustino Hernández, candidato derrotado en las elecciones municipales de Culiacán, con todo y el desprestigio acumulado por su contrincante Jesús Estrada Ferreiro; y Armando Ramírez, otro segundo vicetiple del concierto priista.
Uno de los que más públicamente se ha movido para evitar la imposición descarada ha sido Jorge Abel, quien desde el principio exigió una selección que incluyera a militantes y cuadros priístas locales, al margen de lo que quisiera el comité ejecutivo nacional, y que ahora, al verse atendido, ha cambiado la exigencia por un veto: el que llegue al interinato, debe quedar fuera de la lucha por la siguiente renovación, que se debe dar en noviembre. Los estatutos permiten esa aspiración, pero Jorge Abel quiere anularlo con un acuerdo político.
Él fue también quien más se movió para que el candidato a gobernador en 2021 fuese un militante local, con actividad y presencia. Se trataba evidentemente de detener la supuesta postulación del secretario de Educación Pública y Cultura, Juan Alfonso Mejía López Lizárraga, o la de Ricardo Madrid, secretario de Desarrollo Social en el gobierno de Quirino (más improbable, pero muy rumoreado) o del desaparecido Sergio Jacobo Gutiérrez, de quien también se habló.
Cuando le preguntaron quién sí, Jorge Abel mencionó entre otros a Jesús Valdez, dirigente estatal del partido, y de Mario Zamora, senador de la República de primera minoría.
López Sánchez no conocía seguramente aquel adagio que advierte: hay que tener cuidado con lo que se desea, porque a veces esos deseos se cumplen.
Se le cumplió a Jorge Abel y el candidato fue uno de sus propuestos, el senador Zamora, quien sufrió la derrota más estrepitosa que candidato priísta alguno haya sufrido en Sinaloa, peor incluso que la de las elecciones del 2010, cuando entre todos los panteones mochitecos le pusieron una zapatiza a los candidatos tricolores, incluyendo al propio Zamora, que iba por la alcaldía.
Jorge Abel debe tener cuidado. Capaz que le cumplan sus exigencias y le vaya al PRI tan mal como en el 2021.
DOS FERIAS DEL LIBRO
Mazatlán, siempre tan culto, puede presumir de que tiene dos ferias del libro ¡y simultáneas!
Una es la de la UAS, que se realiza desde hace muchos años, como heredera de la legendaria Feliart, con la que se quedaron después de defenestrar a Pepe Franco, su creador.
La otra es la Feria del Libro del municipio, cuyo titular curiosamente había despreciado y dejado colgada a la propia Feliart cuando Luis Alonso Enamorado tenía todo para reiniciarla.
Qué bueno que se diversifique la oferta cultural, la promoción de la lectura. En las dos hay cosas muy interesantes, presentación de novedades de consagrados e impulso de nuevos valores, así como otros trabajos de divulgación y presentación de músicos y cantantes.
Pero ¿Por qué las enciman? Si ya había una feria programada desde hace años ¿por qué poner otra al mismo tiempo? ¿Por pelear desde la Presidencia Municipal con la Universidad Autónoma de Sinaloa, es decir, con el PAS? Ah también está la necesidad de hacer ruido en vísperas de la consulta de ratificación. Tal vez somos mal pensados (sólo tal vez) y lo que pasa es que el gobierno municipal no halló otra fecha más propicia, porque apenas tenía otros 354 días distintos para escoger.

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