Con el proceso sucesorio del 2024 visiblemente adelantado, el sexenio ha entrado en una larga fase declinante. La sucesión adelantada es una mala noticia por muchas razones, pero lo es particularmente para las tareas de gobierno en las que inevitablemente comienza a perderse foco, prioridad y atención por parte de los integrantes del gabinete. Todo parece sugerir, entonces, que la suerte económica del sexenio está echada. El camino económico por el que ha optado el gobierno de López Obrador no cambiará gran cosa y, en lo fundamental, será inercial. México crecerá de forma modesta los últimos tres años –con suerte– y habrá relativamente pocas prioridades económicas, confiando en que el entorno económico global no se complique aún más con una recesión norteamericana.

En ese entendido, ¿qué herencia recibirá él o la sucesora de López Obrador? ¿Cuál será el margen de maniobra fiscal y financiera del siguiente gobierno? Mi diagnóstico no es favorable. 1. Una crisis sexenal parece poco probable. A pesar de que considero que varios de los fundamentales macroeconómicos del país se han erosionado durante los últimos años, un deterioro repentino en esto parece poco probable. Ello, sin embargo, no supone que los próximos dos años serán sencillos, pues varios riesgos están a la vista: una sucesión que puede complicarse, una elección cerrada que no sea aceptada por el perdedor, el regreso de Trump, una recesión norteamericana, vulnerabilidad en las finanzas públicas, entre otros. 2. Muy estrecho margen de maniobra fiscal para el siguiente presidente(a). A diferencia del presidente López Obrador quien heredó un margen fiscal aceptable, él o la sucesora del presidente enfrentará un panorama mucho más estrecho. Crecientes presiones del gasto derivadas del (irresponsable) aumento del programa de Adultos Mayores y de los subsidios a energéticos, mayor costo del servicio de la deuda, costosos programas de infraestructura, además de fuertes necesidades para sostener a flote a Pemex y CFE, entre otros, limitarán enormemente las decisiones de gasto del siguiente gobierno. López Obrador esquivó el costo político de una reforma fiscal; quien lo suceda no gozará del mismo beneficio. 3. Productividad a la baja. El dato es contundente: la productividad laboral de México cayó 9% durante los pasados cuatro años. Este resultado se puede explicar por ciertas políticas públicas que han incidido negativamente en el mercado laboral, los efectos de la pandemia y el bajo crecimiento económico, entre otros factores. Sin reformas relevantes durante la siguiente administración, el problema se ahondará aún más, condenando a México a una larga década pérdida. 4. Retrocesos en salud, educación y pobreza. El siguiente gobierno heredará un panorama complejo en tres pilares clave de la prosperidad. En materia educativa, según recientes informes de Unicef, Banco Mundial y Mexicanos Primero, se advierte un grave retroceso, resultado de la pandemia y la inacción del gobierno. Asimismo, la desaparición del Seguro Popular y su reemplazo por el fallido Insabi ha dejado a 15 millones de mexicanos sin acceso a la salud. En pobreza, 5 millones de nuevos pobres entre 2018 y 2020, y ahora los efectos de una muy elevada inflación, no auguran resultados alentadores. El peso de decisiones erráticas y presupuestos acotados complicarán aún más el panorama para el sucesor de López Obrador.

5. Daño al crecimiento potencial y poco apetito reformista. Es prácticamente un hecho que el sexenio cerrará con la menor tasa de crecimiento sexenal en 100 años. Una parte de este resultado se explica, sin duda, por la pandemia, pero factores domésticos han contribuido igualmente: por ejemplo, el desplome de la inversión privada, resultado de múltiples decisiones de política pública; el abandono o cancelación de reformas estructurales relevantes; los problemas crecientes de seguridad jurídica y física en el país, entre otros factores. El siguiente gobierno heredará un crecimiento potencial anémico con el agravante de un entorno político que luce poco favorable para emprender reformas económicas indispensables. En resumen, la herencia no será favorable. Quien suceda a López Obrador deberá enfrentar el panorama económico más complejo de una transición sexenal en al menos 30 años. ¿Estarán conscientes los suspirantes a ocupar la presidencia de México del complejo panorama que les espera? __________ Nota del editor: Carlos Ramírez (@CarlosRamirezF) es socio consultor en Integralia Consultores (@Integralia_Mx). Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Con información de Expansión

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *