Ciudad de México. El 24 de julio de 2004 se consideró un día histórico para muchas víctimas. La entonces Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) consignó un expediente por genocidio en contra del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, entre otros. Un año después se le iniciaría otra causa penal.

Se le señaló como uno de los responsables de las matanzas ocurridas el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco y el 10 de junio de 1971 en la calzada México-Tacuba, conocida como Jueves de corpus.

Por los hechos del 10 de junio un juez federal desechó la acusación por considerar que los delitos habían prescrito. Un año después, el quinto tribunal unitario penal confirmó esa resolución, y aunque en 2006 se intentó llevar el caso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tres de cinco ministros se negaron a investigarlo.

En 2005 no corrió la misma suerte con la acusación derivada de la matanza en Tlatelolco, pues el magistrado federal José Angel Mattar Oliva ordenó su aprehensión por su probable responsabilidad en el delito de genocidio.

Por su avanzada edad se le dictó arresto domiciliario, el cual se extendió hasta el 26 de marzo de 2009, fecha en la que un tribunal colegiado lo exoneró en última instancia.

La absolución vino luego de una larga batalla judicial en la que Echeverría ganó un amparo en 2007 y en la que en dos ocasiones la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó atraer el proceso penal.

Los argumentos de la segunda exoneración nacieron de la resolución dictada por el magistrado Jesús Guadalupe Luna Altamirano: “en la matanza de estudiantes del dos de octubre de 1968 sí hubo genocidio, pero no se presentaron pruebas suficientes para condenar penalmente a Echeverría -entonces secretario de Gobernación, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz- como el responsable de ese delito.

“No hay una, una sola prueba, que acredite directa o indirectamente -como se habla en el argot jurídico, prueba refractaria o circunstancial- que justifique, siquiera indiciariamente, a Luis Echeverría Álvarez como aquel que haya preparado, concedido, concertado o ejecutado el genocidio”.

El día en que se concretó la absolución de los cargos contra Echevarría, el abogado Juan Velázquez afirmó: “estamos agradecidos, Luis Echeverría y yo, con el fiscal del pasado porque nos permitió que mi cliente fuera sometido a un juicio y que en un proceso legal se le declarara inocente. Desde hoy, uno será el dicho de la gente y otro, absolutamente distinto, el fallo de un tribunal”.

Luis Echeverría Álvarez ha sido el único ex presidente de la República llevado a juicio en México, y los últimos años de su vida los vivió en su residencia de la calle Magnolia en San Jerónimo Lídice, en la Ciudad de México.

De las últimas apariciones públicas que se tuvo conocimiento, una de ellas ocurrió el 7 de febrero de 2010, cuando el ex presidente acudió a los funerales de Luis Colosio Fernández, padre de Luis Donaldo Colosio, en la ciudad de Magdalena de Kino, Sonora. De traje y corbata color negro y camisa blanca, dio el pésame a la familia del padre del ex candidato presidencial asesinado e hizo, a sus 88 años, una guardia de honor ante el féretro, junto al ex gobernador del estado de México Arturo Montiel.

Pasaron 11 años para que reapareciera públicamente el ex mandatario, el 17 de abril de 2021, cuando fue acompañado por sus ayudantes al Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria para recibir la segunda dosis de la vacuna contra covid-19. Echeverría fue trasladado en silla de ruedas.

Con información de La Jornada

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