Ganar el debate
(aunque se pierda la votación)
Juan Alfonso Mejía
Si todavía no lo hace, lo invito. Participe en una de esas sobremesas con familiares y amigos en la que, tarde o temprano, se introduce la política. Sin duda en tiempos electorales es más sencillo, pero en cualquier momento es posible. Hable de los candidatos, de lo gobernantes o de los líderes encumbrados, en mayor o menor medida, y observe. Atestiguo con cierta normalidad el desencanto ciudadano frente a quienes hoy gobiernan, el poder desgasta. Sin embargo, lo que no es normal es la sensación de abandono de los desencantados.
El otro día escuché decir a una ama de casa, “lo cochino y peligroso que se ha puesto la política”, para rematar afirmando: “si un político de Morena tiene nexos con “esa gente” está mal, pero si son de la oposición, ¿está bien?”. Me sorprendió la lucidez de su comentario. No se estaba quejando sobre el crimen organizado en política, sino en el falso interés de la oposición de mostrarse diferente. La señora se había ahorrado leer un tratado de ciencia política, me dieron ganas de armarle un par de conferencias con varios “líderes”.
En múltiples ocasiones he sostenido, en este mismo espacio, la inviabilidad de una alternancia si no hay alternativa. Se trata de transmitir otra forma de entender, administrar y ejercer el poder, no sólo de un color o unas siglas distintas. Revelarlo en los hechos a la ciudadanía es tarea de quienes aspiran encarnar “la otra opción”, mientras no lo hagan, no existen. Podrán recibir votos en una coyuntura dada, ganar una alcaldía, una diputación, regidurías, pero no llegarán a convertirse en opción frente a quienes detenten el poder. En este sentido, si lo que les preocupa es su supervivencia política, les tengo una noticia: están en la cuerdita, y se romperá por lo más delgado. Sospecho que lo tienen claro, y por eso se dedican a hacerle el juego a quienes hoy tienen el poder.
Esto lo entendió, mejor que nadie, Vicente Fox con miras a la elección presidencial del 2000. El entonces gobernador de Guanajuato y aspirante a la candidatura a la presidencia de la República, nunca tuvo el apoyo de Felipe Calderón ni Diego Fernández de Cevallos o Carlos Castillo Peraza. Los “barones” de Acción Nacional nunca vieron con buenos ojos su candidatura. Hicieron lo imposible para descarrilarlo, sin éxito como es evidente. En más de una ocasión sus asesores impulsaron a Fox a buscar la candidatura por “otro lado”, pero él nunca se movió. Sabía qué, en la cabeza de la gente, lo genuinamente opuesto al PRI era el PAN. El partido tenía “algo” con lo que nadie más contaba: CREDIBILIDAD.
La credibilidad es una de esas “cosas raras” que alimenta otra palabrota, la legitimidad. De acuerdo con ese pensador alemán llamado Max Weber, la legitimidad es una de las tres principales fuentes de poder. ¿Qué tiene la oposición si la gente “no le cree” que realmente se opone y no forma parte de un juego entre políticos y cúpula? No tiene NADA.
Como eso de las ideas es algo complejo, cuando no aburrido para la mayoría, las personas encarnan el mensaje deseado frente a la ciudadanía. No necesitan decir nada, ellas son el mensaje. El contenido no es rollo, abre espacios donde “la grilla” se vuelve mero asunto de sobrevivencia. La palabra se convierte en el mejor instrumento para hacer política, siempre y cuando tenga sustento. Esto lo debe entender “con peras y manzanas” la oposición, supongo lo hace, entonces, ¿por qué no le pone más inteligencia y menos cinismo?
Esta semana se suspendió “temporalmente” la Alianza “Va por México”. La fracción parlamentaria del PRI introdujo una iniciativa en la que avala la presencia del Ejército en las calles hasta 2028. A nombre de la diputada Yolanda Torre, la bancada reconoce la deficiencia de los cuerpos policiacos en las entidades federativas y la incapacidad de las policías locales para combatir a la delincuencia. Dicho así, hasta parece verdad.
Había un acuerdo entre los partidos, en el que se firmó lo contrario a lo defendido por Rubén Moreira, coordinador de los diputados tricolores y luego avalado en voz de Alejandro Moreno, “Alito”. Pero más allá de eso, la Guardia Nacional y sus más de 100 mil efectivos pudieron haber seguido bajo las órdenes de la Secretaría de Seguridad Pública, con un mando civil. Querer situar el debate en las coordenadas de “no tenemos opción”, la inseguridad es extrema, es tramposo. Ahora bien, el fondo del asunto no está ahí, sin dejar de mencionar que, con esos amigos para qué quieres enemigos.
Varios analistas se interrogan sobre ganadores y perdedores con esta decisión. Gana el presidente López Obrador, pero los perdedores no son el PRI, el PAN o el PRD, son los ciudadanos; su derrota no es de “esta semana”, es de hace rato y antecede esta decisión.
“No quiero votar por Morena, pero tampoco votaré por los mismos de siempre…, ni por políticos reciclados”, se escucha una y otra vez. Frente a esta realidad, la oposición esta pasmada o es parte de la misma jugada, por acción o por omisión, en el que “esa forma de entender el poder” quedó sepultada en las elecciones del 2018 y ha venido siendo borrada de su propio territorio. De ahí que, citando al clásico, “el pueblo no se equivoca”, la sensación de abandono es real.
Ignoro si Morena estará mucho tiempo en el poder, observo una regresión autoritaria. Lo verdaderamente revelador es la existencia de una forma de pensar, de actuar y de ser que concentrada en este partido, pero que rebasa con mucho sus siglas: la añoranza del pasado, el resentimiento, el culto a la persona, la cerrazón al mundo, el desprecio por el mérito, el deseo de concentración del poder, la descalificación sobre todo aquél que piense diferente, la incomprensión de “la razón”. Mientras tanto, la pregunta en el aire es, ¿y cuál es “la otra forma de pensar? ¿Cuál es la alternativa? No se les reconoce, no sé si se les conozca.
La forma en que el presidente del PRI entregó la alianza puede ser preocupante para quienes piensen en las elecciones del Estado de México o de Coahuila. Aunque, inquieta más constatar la inexistencia de quien piensa con México. Los pragmáticos consideran que las ideas no ganan elecciones, mientras los realistas creen que, al abandonar las ideas, pierdes identidad, no ganas elecciones y claudicas coyuntura tras coyuntura… ad aeternum.
Dotar de contenido a la acción no es una mera cuestión ideológica, es estratégico. Se perderán muchas votaciones, pero se perderá mientras siga sin opción la “otra” parte de la población que no piensa como los que gobiernan hoy.
Que así sea.
- Nicole, eres “la victoria de todos”. En tu nombre llevas gran parte de tu destino. Sé feliz y disfruta el camino. Te amo. Tu papá. Feliz cumpleaños.
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