Quirúrgico rescate arqueológico en ruta del Tren Maya
Ciudad de México. Los trabajos de salvamento arqueológico en la costa de Quintana Roo vinculados a la ruta del Tren Maya son casi una labor quirúrgica por la abundancia de vestigios, explicó Manuel Pérez Rivas, responsable académico de ese rescate en el proyecto ferroviario.
En entrevista con La Jornada, el arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mencionó que se trata de “una problemática de toda el área maya. La densidad poblacional ahí fue muy importante en diferentes épocas. Los mapas de distribución de monumentos registrados muestran que prácticamente toda la península está sembrada de ellos.
“No hay que perder de vista –dijo el especialista– que de forma independiente a la obra, el salvamento es una oportunidad de investigación muy importante: vamos a tener datos de mil 525 kilómetros de toda el área maya. Esta información va a dar para años de investigación. Es recuperar datos para el futuro mediano y largo. Están saliendo muchos nuevos para entender cómo vivían y cómo estaban organizados los pueblos prehispánicos de esta región.”
El arqueólogo afirmó que la obligación de las cuadrillas es recorrer la totalidad del derecho de vía de 60 metros, 30 a cada lado de la obra del Tren Maya, pero “en la medida de lo posible, tratamos de extenderlo hasta 250 o 300 metros. Si tenemos vestigios a la orilla, los registramos.
A veces nos limita la disponibilidad de tiempo para seguir registrando por fuera y el acceso a algunas propiedades. En el caso de Paa-mul II y Ocho Balas, considerando la importancia, hemos extendido la prospección. Ambos están vinculados a la cultura maya y localizados en Quintana Roo.
La zona arqueológica de Paamul II se incluyó en el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) con la finalidad de abrirla al público.
Pérez Rivas destacó que el planteamiento que ya ha hecho nuestro director, Diego Prieto, y sobre el que estamos trabajando, es que se conviertan en reserva biocultural asociadas al tren y puedan ser apreciadas y protegidas adecuadamente, garantizando que no se afecten los monumentos.
En torno al sitio Paamul II, cuya importancia se dio a conocer hace unos días (La Jornada, 9/9/22) y provocó ajustes para su conservación, Pérez Rivas detalló que es un “centro donde había actividades ceremoniales importantes. Es un sitio de importancia política, porque ahí residía gente de jerarquía y también era centro de población.
Los mayas tenían una forma de asentarse similar a la de nosotros, combinando funciones residenciales y cívicas, ceremoniales y utilitarias en los mismos sitios. Aunque su urbanismo no es igual al que conocemos, sí tenían una organización de las actividades y los espacios para cumplir las necesidades de las poblaciones.
El INAH difundió que aunque Paa-mul II fue registrado en 2019, las obras del Tren Maya han permitido apreciar su importancia y decidir que sea conocido por el turismo nacional e internacional en el futuro cercano. Ahí se han reconocido hasta ahora más de 300 estructuras prehispánicas, algunas con más de ocho metros de altura.
Pérez Rivas sostuvo que el INAH prevé tener modificaciones cuando es necesario y se vio en el tramo 1 y 2: se propusieron ajustes al trazo que se trabajaron y ya son parte de la obra.
Relató que se debe “verificar cada uno de los monumentos que se encuentran en el trazo. En algunos lugares tenemos acceso a información del Lidar (sistema de reconocimiento láser), que nos permite tener una primera aproximación a los vestigios, y en otras tenemos que hacerlo de manera tradicional: el arqueólogo tiene que entrar a la selva, registrarlos en un levantamiento y hacer una caracterización de cada uno de ellos.
Hay monumentos que son muy abundantes, y aunque es muy importante desde un tepalcate, un pedacito de tiesto o una punta de flecha hasta un gran templo como el de Ocho Balas, tenemos que hacer una jerarquía de atención. El valor de algunos radica en la información que nos pueden dar, o sea, la exploración misma del monumento es el dato y es la recuperación del patrimonio.
Algunas áreas, puntualizó el especialista, son de valor excepcional por sus características materiales, por la importancia de la información que pueden dar, y entonces hay que buscar medidas que garanticen su protección contra la afectación y a largo plazo, como es el caso de Ocho Balas, ubicado en Quintana Roo.
Detalló que este sitio es una cueva a unos 200 metros, más o menos, del trazo (del tren); tiene un templo intacto en su interior, con techumbre de madera original. Es una de las áreas que aunque no va a ser afectada de manera directa, importa mucho que se garantice su protección y se evite su saqueo. Hay varios de estos sitios ya documentados, pero éste es uno de los mejor preservados que se han registrado.
El nombre de este sitio se debió a que en sus alrededores se encontraron ocho piezas de munición, que podrían haber sido dejadas por mayas insurrectos durante la Guerra de Castas (1847-1901), pues quizá ahí se instaló un campamento resistente.
Pérez Rivas explicó que un salvamento arqueológico es una investigación como cualquier otra, con objetivos, pero orientada a investigar y proteger el patrimonio que está dentro de las obras que se realizan. Está determinado por dos cosas: una, la ubicación de los monumentos, y dos, las áreas prioritarias de la obra.
La construcción del proyecto ferroviario, que se espera concluir a finales de 2023, tiene ocho etapas. El tramo 1 va de Palenque a Escárcega; el 2, de Escárcega a Calkiní; el 3, de Calkiní a Izamal; el 4 corre de Izamal a Cancún; el 5 norte abarca de Cancún a Playa del Carmen; el 5 sur atraviesa de Playa del Carmen a Tulum; el 6 se desarrollará de Tulum a Bacalar, y el 7 cerrará el circuito en Escárcega.
Agregó que en el tramo 5 sur laboran cinco cuadrillas, unos 50 arqueólogos y especialistas, además de unos 220 trabajadores.
Detalló que se trabaja en varios focos y tareas: en unos están en prospección, que ya prácticamente la concluimos en el tramo 5 sur. También tenemos frentes importantes de excavación del kilómetro cero al cinco, del 40 al 46 y del 47 al 50.
Indicó que aún hay especialistas trabajando en los tramos 1, 2 y 3. “Ahorita nuestra fuerza principal está en el 4 y 5 norte, y ya empezamos a tener personal en los tramos 6 y 7. En el momento de mayor actividad de los primeros tres llegamos a tener 292 arqueólogos en activo y cerca de mil 200 trabajadores de campo, o sea, excavadores. Ése fue el pico máximo.
En el tramo 4 hay cerca de tres cuadrillas activas, unos 30 especialistas y 150 trabajadores. En el 5 norte, que están terminando la fase de prospección, hay cerca de 15 arqueólogos y se está haciendo la contratación del personal para las cuadrillas completas en los tramos seis y siete, que van a ser muy importantes. Ya estamos poniendo en marcha las fases de recorrido y de excavación. Ahí se va a requerir un contingente muy importante de personal y de recursos.
Dijo que la Dirección de Arqueología Subacuática y sus especialistas, coordinados por la arqueóloga Helena Barba Meine-cke, colaboran con otros grupos de exploración para identificar los rasgos o monumentos que se encuentran en las cavernas de la zona, ya sean secas o inundadas. Ahí hay restos humanos y de fauna pleistocénica en varios lugares.
El investigador afirmó que cada semana se realiza una reprogramación de actividades de acuerdo con la ubicación de monumentos y las prioridades de éstos y de la obra.
Con información de La Jornada