¿En qué CREEN los que NO CREEN?
La Tarea Nunca Acaba
Juan Alfonso Mejia
Carlo María Martini y Humberto Eco escenifican uno de los mejores intercambios literarios fundados en la diferencia. Ocho cartas contestadas de manera puntual, incisivas, con gran respeto, pero, con notables contrastes. Un Cardenal, Arzobispo de Milán, conversa con un profesor, novelista, laico sobre la esperanza, el fin del mundo, los valores de su época y las limitaciones de la moral. Sin descrédito “del otro”, lo excitante radica en entender como cada uno construye sus argumentos, al tiempo que cada uno subraya en qué SÍ cree.
“¿En qué creen los que no creen?” es el título de la obra publicada en 1996, de gran actualidad y pedagogía para la coyuntura política mexicana. No basta con no creer, si no queda claro en qué sí crees. La negación no convoca a nada.
El mayor problema de la oposición en México es su falta de CREDOS. No sólo es quién abandera un proyecto alternativo, es la ausencia de dicho proyecto. Sin esto último, “el quién” es lo de menos, porque no será una batalla de una sola y única elección.
MORENA seguirá existiendo más allá del 2024, sin importar el candidat@. El malestar social hacia “el pasado” es real, ése no lo inventó López Obrador. Supo reagruparlo y apelar a los peores instintos de un México excluido durante años. Mientras la oposición, en cualquiera de sus manifestaciones, no reconozca la clara deuda social que se tiene frente a millones de mexicanos, seguirá extraviada.
El populismo existe porque funciona, y funciona porque pocas veces se le cuestiona. Se caracteriza por definir la enemistad como esencia de lo político, inventa su contrario; segundo, desprecia los límites al poder, su poder, expresados a través de las leyes; tercero, se burla de cualquier instancia de neutralidad, porque el gobernante es el pueblo, las instituciones entorpecen ese “vínculo”.
En cuatro años de gobierno, son pocas las ocasiones en que la oposición ha defendido con claridad sus creencias. La militarización es un buen ejemplo de ello. Mientras en Ciudad de México se escuchaban voces disonantes en el Senado de la República, a las que se debe reconocer, también hubo actuaciones lamentables que se deben señalar, “Alito” y compañía en el PRI. Por su parte, el silencio fue el común denominador en los Congresos Locales, salvo honrosas excepciones, no hubo posicionamientos serios de contraste. ¿Acaso la obligación de la oposición no pasa por proponer?
El contraste no se ve por ningún lado, no se escucha, porque no hay debate público. En pocas palabras, no hay alternativa. Así, efectivamente, “la oposición pareciera no servir de mucho”. Aunque, no queda claro, si no sirve “ésta oposición”, o lo que “no sirve” es la naturaleza opositora de “quien sea” en un régimen con aspiración hegemónica. En este último caso, cualquiera que se oponga es un traidor. Si Ernesto Laclau tiene razón, no estamos hablando “de ideologías ni de régimen, sino de una esponja que a todos aborbe”. Es decir, o se construye una alternativa, o todos terminarán siendo absorbidos. En español, hay partidos que se dicen opositores y políticos de la oposición, que sueñan con ser absorbidos por el régimen, por el poder, de una buena vez.
Así nace UNID@S, la propuesta lanzada la semana pasada por al menos 6 colectivos de la sociedad civil. Entres sus líneas de acción pretenden alcanzar una candidatura única de la oposición, impulsar en los partidos políticos un método democrático de selección de candidato presidencial y, generar candidaturas de unidad para buscar mayoría en el Congreso de la Unión. En el camino están conscientes de tener que luchar por mantener la autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE), así como plantear una organización ciudadana, generar un pograma de gobierno que sea primero electoral, después legislativo e introduzca una coalición de gobierno.
Hasta ahí los desafíos son mayúsculos, pero tienen una ruta y una intencionalidad. Hacerlo no es fácil, pero no hacerlo conducirá a una derrota anunciada. La oposición esta llamada a intentar algo diferente, a lo que le agregaría dos principios básicos, tomando en cuenta que cumplirlos no les garantiza la victoria, pero no hacerlo les asegura la derrota:
Identidad. Será difícil construir un proyecto que defienda la libertad, desde la insensibilidad. Cualquier defensa del régimen de libertades pasa por la solidaridad con los que menos tienen. Limitarlo a una elección podría hacerlos presa de un falso pragmatismo que les asegure la derrota, electoral y moral. Lo urgente es empezar, reconociendo que será un largo camino. En el 2018 perdieron porque claudicaron. El pluralismo se volvió negocio y no supieron qué hacer con la democracia.
Construir una alternativa. La oposicion está desalmada. No se entiende aun cuál es su intención. Ganar para detener la expansión del populismo en México es importante, pero insuficiente para convocar a un electorado sumamente plural. El pasado ya no convoca, se necesita proyección de futuro. Díganos en qué creen para entender quienes son de verdad. Dos elementos pueden ayudar: el programa de gobierno y las trayectorias de sus candidatos; si mantienen la confusión que les ha rodeado serán rehenes del pasado. Así nunca serán alternativa. Abandonden esa falsa premisa, ¡no es un asunto de siglas!
Sí, ¡todavía hay tiempo!
Que así sea.
PD. Mi querido Andrés. Soy un tipo afortunado. La vida me premió con amig@s que se volvieron compañer@s de “vida”. Tus padres son dos de ellos. Por si fuera poco, su generosidad puso los ojos en mí, en nosotros. Ser tu padrino es una bendición, peron o me conformo. Deseo acompañarte a lo largo de esta aventura en el tiempo, y descubrir desde tus ojos lo maravilloso que es CRECER. Feliz cumpleaños, ¡NINO! ¡Te queremos!
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