El (MAL) Estar educativo.
La Tarea Nunca Acaba
Tres imágenes para la posteridad
Juan Alfonso Mejia
Esta semana sucedieron tres hechos educativos que expresan el divorcio entre las autoridades y la realidad en los planteles educativos. Por un lado, Raquel Sosa, la Coordinadora de las Universidades del Bienestar, tuvo una confrontación con jóvenes de la FES de Acatlán. Los llamó “ociosos”, le exigió “no andar en mítines”, “acudir a periódicos” o andar “contando sus insatisfacciones”. Y todo porque no le gustó que Antonio Rosas, estudiante de Ciencias Políticas de la FES, anunció por redes sociales una huelga de hambre en solidaridad con sus compañeros estudiantes, mismos que están en paro desde el 27 de septiembre por la falta respuesta a sus demandas de parte de las autoridades.
En Guaymas, Sonora, un maestro es sancionado por realizar un simulacro de una balacera con sus alumnos. El docente les indica a los niños que se agachen, se protejan y no levanten la cabeza. Los estudiantes le obedecen, se tiran al piso, se esconden, utilizan las jardineras del patio escolar como medio de protección, mientras sostiene una grabación en mano con los aparentes sonidos del terror. Luego de que la Secretaría de Educación del Estado reprobara el ejercicio y anunciara sanciones para el maestro, la ficción superó a la realidad. De acuerdo con las autoridades estatales, este tipo de ejercicios “improvisados confude, vulnera y expone la integridad de los menores de edad”. Nada más alejando de la realidad.
Dos días después, una maestra de jardín de niños intenta tranquilizar a sus alumnos en Empalme, Sonora, les pide no se muevan, se mantentan abajo, una y otra vez repite que no pasa nada, pero este no es un simulacro, son balazos reales.
Por último, la Secretaría de Educación de Michoacán anunció el cierre de la Secundaria “Melchor Ocampo”. La escuela cierra porque no hay maestros. Así como lo lee. Contrario a lo que podría pensarse, no se trata de una baja matrícula, tiene 500 alumnos. La violencia en la región Tierra Caliente es un factor a considerar, los nuevos maestros exigen su cambio a la primera oportunidad. Sin embargo, en palabras de Gandhi Rentería, director de la escuela, la violencia no fue exactamente el factor determinante, tanto como la falta de acompañamiento de las autoridades.
Las tres imágenes de los párrafos anteriores pintan de cuerpo entero la destrucción a la que es sometida el sector educativo en nuestro tiempo. Primero, es parece bastante sintomático el hecho de que, mientras los alumnos reclaman calidad, el gobierno federal ofrece “chamba”. Los estudiantes hablan del retraso en la entrega de títulos, de la falta de maestros, de abuso de autoridad, la inexistencia de convenios de para el servicio social y optan por pedir un cambio en el currículum, acorde al mercado laboral. Lo que reciben son regaños de parte de Sosa, o el ofrecimiento de una “chamba”, por parte del presidente: “a los que se reciban, yo les voy a firmar también su plaza en el gobierno.” Populismo educativo, a secas.
En los primeros tres años del presidente López Obrador se eliminaron 16 programas presupuestales. Entre los programas desaparecidos se encuentra el Programa Nacional de Convivencia Escolar (PNCE), responsable de acompañar a los docentes en este tipo de protocolos como los “improvisados” por el docente sonorense. EL PNCE permitía a las escuelas trabajar de manera conjunta con otras instituciones especializadas en estrategias a favor del combate en contra de las adicciones, los riesgos y desastres naturales (Protección Civil), la violencia infantil y el abuso sexual; ahora todos ellos están, no sólo fuera del presupuesto, sino abandonando a su suerte a la escuela y sus docentes en situaciones como la presentada en Empalme, Sonora.
El cierre de la escuela es simplemente inconcebible, tomando en cuenta la matrícula. Sin duda, uno de los principales problemas de la cadena de movimiento de los docentes tiene que ver con la cercanía de su lugar de trabajo. Es un tema pendiente que se le debe a los maestros y sus alumnos. Un maestro que labora en una zona complicada, que tiene posibilidad de moverse, debe tener incentivos para quedarse. Para ello, se debe entender la realidad de los docentes en el terreno, no en las oficinas. Además, se requiere de presupuesto, cosa que cada año se recorta de manera más tajante.
Tres imágenes para la posteridad, reflejo de un (MAL) cada vez más profundo.
Que así sea.
Un artículo, que proviene de quien conoce la materia, efectivamente el mal manejo en educación -como en muchas otras áreas- nos traerá un mal futuro, malos resultados educativos para la posteridad.
Bien planteado por Juan Alfonso Mejia !!
Enhorabuena para los ovelanalistas, una buena pluma en su “line up” de colaboradores.