LA TAREA NUNCA ACABA

Juan Alfonso Mejía

Dr. en Ciencia Política

Activista social a favor de la educación

Cuatro años

(…lo que viene)

 

El periódico El Financiero publicó recientemente los resultados de la encuesta de aprobación presidencial con motivo del cuarto informe de gobierno. Varias cifras llaman la atención, pongo a su consideración cuatro. Primero, el porcentaje de aprobación de López Obrador es de 55%, 9 puntos por debajo de lo alcanzado hace un año. Segundo, la palabra más vinculada con el mandatario y su sexenio es “la transformación”, con 52%. Tercero, para 53% el mayor atributo personal de presidente es “la honestidad”, por encima “del liderazgo” o de su capacidad para “dar resultados”. Y, por último, “la contramarcha” del 27 de noviembre cuenta con el apoyo de 47% de los mexicanos, por debajo del 51% que salió a defender la autonomía del INE hace dos semanas antes. ¿Qué lecciones nos deja esta numeralia?

 

Si es verdad que los estudios de opinión tan sólo son una fotografía del momento, lo cierto es que, obtener mayor o menor información de esa forma de expresión depende de saber leer el contexto. La sucesión presidencial ya empezó, y hoy todo en el escenario nacional huele a 2024.

 

Empecemos por aquellos favorables a la continuidad de MORENA.

 

Primero, el presidente es el mayor atributo del partido en el poder. Nunca ha existido duda de ello, sin embargo, está claro que su capacidad para dar resultados no es lo importante. Le interesa a 4 de 10 mexicanos, aquellos que en principio ya no lo siguen. Se trata de su figura, de su mito, del “mesías tropical”, y no de ningún tecnicismo a la hora de usar el poder. De ahí su mensaje: lo que importa es la transformación.

 

Segundo, si bien es cierto cuenta con un porcentaje de aprobación muy debajo del 64% registrado durante su tercer año en 2021, lo increíble es que lo alcance después de la calidad de sus resultados de gobierno.

 

La organización “México, ¿cómo vamos?” publicó recientemente una evaluación sobre los pendientes urgentes y necesarios para mejorar el bienestar de las y los mexicanos. Desde el inicio del mandato del presidente López Obrador en 2019, los indicadores sociales como los económicos vienen a la baja, pero se deterioraron con la pandemia de COVID-19. La falta de una intervención adecuada por parte del gobierno acentuó las desigualdades, en el corto y largo plazo. En materia educativa, salud y pobreza las brechas se ensancharon. La recuperación económica es insuficiente y poco equilibrada al interior del país, sin dejar de mencionar el aumento inflacionario y su impacto en la vida diaria.

 

Si todo lo anterior no resulta importante para 5 de cada 10 mexicanos, el 55%, entonces la oposición debe considerar que los temas de gobierno, el estilo personal de gobernar de AMLO, no le darán el triunfo en las urnas. Atención. La crítica parece no debe ser orientada a la política pública.

 

Del lado de la oposición, destaco dos apuntes a partir de la encuesta de El Financiero.

 

Primero, los números dicen que el presidente no es invencible. Contrario a la imagen del todo poderoso jefe del Ejecutivo que desde Palacio Nacional se busca instaurar día a día, AMLO tiene porcentajes de aprobación muy por debajo de otros mandatarios en nuestra historia. Nada más en 1992, Carlos Salinas tenía 80% de aprobación, mientras en 1998 Ernesto Zedillo contaba con 61%. Los años en cuestión registran el cuarto año de ambos expresidentes.

 

Segundo, el tema del INE en la agenda pública puede resultar una bandera, una de esas que necesita la oposición de manera más emotiva y menos técnica. Está claro que la agenda de gobierno resultará insuficiente para disputarle el poder a la 4T, necesita otro tipo de narrativas: la de la libertad (vs el autoritarismo), la de la reconciliación (el odio), la de los derechos (vs el militarismo), etc. En todo caso, nada tiene que ver con políticas públicas.

 

Aquí viene una observación considerable. El intento por darle un golpe de Estado a la autonomía del INE es mínimamente dirigido a la oposición, a ese 5 de 10 mexicanos que lo defendió, pero, sobre todo, va orientado hacia sus propias huestes. Los números no mienten, el país esta auténticamente partido en dos. Una división al interior de MORENA le puede costar el poder.

 

Además, López Obrador lucha contra del fantasma de Palacio Nacional. Ninguno de sus antecesores logró imponer al sucesor deseado. Salinas no sentó a Colosio, Zedillo perdió con Labastida, Fox no pudo dejar a Creel, Calderón perdió con la muerte de Juan Camilo, luego con Cordero y nunca jugó con Josefina, las intenciones de Peña Nieto se fueron con Videgaray, y así sucesivamente. ¿Por qué habría de lograrlo AMLO?

 

El éxito o fracaso de las variables mencionadas, a favor del partido oficial o de la oposición, dependerá de su capacidad de organización en lo local. Pero esa, es otra historia. Al tiempo.

Que así sea.

 

juanalfonso@uas.edu.mx

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