IDEAS PARA EL CAMBIO

Aarón Sánchez
sanaaron@gmail.com

El año 2023 se perfila como otro año de inercias, de pasividad y de oportunidades perdidas. Por un lado, está claro que para la federación esta entidad no se encuentra entre sus prioridades. Aquí no hay proyectos estratégicos federales, tampoco grandes propuestas de inversión privada, nacional o internacional. Hay promesas, ilusiones optimistas, pero no hay motores que impulsen el crecimiento.

Por otro lado, en Sinaloa se tiene un gobernante con amplísimo poder político. Tiene experiencia en administración pública, es una persona sensata y sabe actuar con decisión. Pero se enfrenta a enormes deficiencias. Su gabinete de gobierno carece de iniciativa y de capacidades. Tampoco cuenta con gestores financieros eficaces ante el gobierno federal.

La respuesta para todo es que no hay dinero. Pero tampoco se elaboran y gestionan proyectos viables en materia de infraestructura o de inversión de alto impacto local. Existen demasiadas limitaciones para gestionar recursos federales, y también para atraer inversiones privadas que promuevan el desarrollo regional.

El gobernante tampoco tiene un respaldo real y efectivo, por parte de los diputados federales y de los senadores de la república. Éstos, en muy poco contribuyen al fortalecimiento de las finanzas estatales cuando se hace la distribución del presupuesto federal. No tienen iniciativa para reasignar partidas, y tampoco incorporan proyectos estratégicos al presupuesto federal.

Además, los diputados locales nunca realizan acciones legislativas que realmente respalden al Ejecutivo Estatal en su esfuerzo por transformar la economía, mejorar el bienestar social, y fortalecer la vida cultural y política de la entidad. Al contrario, lejos de apoyar, el Congreso del Estado se ha convertido en una carga política para el gobernante.

El sector empresarial, tampoco está entusiasta con las decisiones que se toman desde el gobierno. Constantemente le reiteran su respaldo, pero en lo general no están invirtiendo, ni proponen o promueven alternativas para dinamizar la economía regional. En su relación con el poder público, están de brazos cruzados. Dejan hacer, y dejan pasar todo.

Entonces, el Gobernador está solo. Por más buena intención que tenga, poco podrá hacer si quienes le rodean no cumplen con sus funciones. No le ayudan a gobernar. Por eso, el año 2023 será la repetición de este 2022, donde no se perfiló una estrategia de gobierno, escasearon los recursos, las acciones de impacto, y se perdió la oportunidad de dar un nuevo rumbo al desarrollo de la entidad.

Los objetivos de bienestar y de crecimiento económico regional, continuarán siendo parte de un anhelo y de un futuro que cada vez parece estar más lejano. Y así será, en tanto la única prioridad sea la política, pero la política estéril, aquella que en nada contribuye al progreso social y productivo. Por eso, la anhelada transformación se pospone una, otra y otra vez.

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