¿Por qué AMLO es uno de los políticos más populares del mundo? Viajamos por México para averiguarlo
Desde la carretera en este tramo húmedo del sur de México, donde Carmelo Morrugares vende cocos para ganarse la vida, este hombre de 45 años, padre de tres hijos, dice que puede ver que su país está cambiando para mejor.
Su sueldo se ha duplicado, de 5 a 10 dólares diarios, gracias a una serie de incrementos al salario mínimo, además de las ayudas sociales que su padre, ya anciano, y su hija, estudiante, reciben del gobierno.
También está la propia autopista, repavimentada en medio de un auge de nuevas inversiones en el empobrecido sur del país.
Morrugares atribuye todo esto a un hombre: El presidente Andrés Manuel López Obrador.
“Es un visionario”, dice Morrugares, que vitoreó al presidente recientemente cuando pasó por delante del puesto de cocos de camino a promocionar una renovada línea de tren que pasará por esta región. El hecho de que López Obrador, famoso por su sencillez, atravesara la densa selva tropical en auto en lugar de en helicóptero lo dice todo.
“Los presidentes de antes pasaban volando”, dijo Morrugares. “Nunca habíamos tenido un líder tan cerca de la gente”.
Ese tipo de elogios no es algo que se escuche mucho en los enclaves más ricos de México, donde las críticas a López Obrador han alcanzado un punto álgido. Los detractores, decenas de miles de los cuales se manifestaron en Ciudad de México el mes pasado, odian todo del presidente: su tono de voz, las pausas en su discurso y sus trajes mal ajustados, su desprecio por las normas democráticas y su abrazo a los militares, su hipersensibilidad a las críticas y su insistencia en que todos los problemas del país pueden achacarse a un único enemigo: los ricos.
Pero mientras escriben columnas en los periódicos y tuitean insistiendo en que México nunca ha estado peor, sus críticos hablan en gran medida para sí mismos.
López Obrador es uno de los líderes más populares del planeta.
Hace cuatro años ganó con una victoria aplastante, prometiendo poner por fin a los “pobres primero” en un país que, según él, había sido secuestrado por una élite corrupta y conservadora. Y a pesar del estancamiento de la economía, los asombrosos niveles de violencia y la creciente evidencia de que sus esfuerzos por reducir la desigualdad han fracasado, su índice de aprobación sigue superando el 60%.
Para comprender mejor la amplitud de ese apoyo, The Times viajó este mes a través del Istmo de Tehuantepec, una franja de tierra de 140 millas de ancho que abarca dos estados -Veracruz y Oaxaca- y se extiende desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México.
Aquí, en el interior del país, lejos de la cosmopolita Ciudad de México y de los prósperos centros industriales del norte, rápidamente queda claro por qué AMLO, como se le conoce ampliamente, es tan querido.
Mientras el sol se ocultaba sobre el Pacífico, cerca de la ciudad portuaria oaxaqueña de Salina Cruz, Carlos Estrada, de 63 años, se apresuraba a terminar su trabajo en la mina de sal donde ha trabajado desde que tenía 15 años.
Con un aparato ortopédico en la espalda, cargaba sacos de tierra de 50 kilos sobre los hombros de su hijo, que estaba construyendo un estanque poco profundo para aislar la sal del agua de mar.
Estrada siempre pensó que trabajaría hasta que muriera, como su padre y su abuelo. Como uno de los casi 60% de mexicanos que trabajan en la economía subterránea, no tiene derecho a pensión.
Pero López Obrador ha ampliado el sistema de bienestar social del país, otorgando transferencias en efectivo a 10 millones de mexicanos mayores, junto con millones de estudiantes, jóvenes trabajadores y personas con discapacidades.
Cuando Estrada cumpla 65 años, recibirá 300 dólares cada dos meses, cantidad suficiente para permitirle jubilarse. “Si Dios quiere y sigo vivo, lo disfrutaré”, dijo.
Si hay una política de López Obrador que ha aumentado su popularidad, son estos pagos directos. En Oaxaca, casi todos los hogares se benefician de al menos uno de estos programas.
Al mismo tiempo, las facturas de electricidad y los precios del gas han bajado aquí en el sur gracias a los nuevos subsidios del gobierno.
Con información de Los Angeles