El embajador de México en Perú, maestro en derecho con estudios de posgrado en tres países diferentes, Pablo Monroy Conesa, es una persona non grata ante los ojos del gobierno peruano. El también docente, especialista en leyes y litigio internacional, fungió como consultor jurídico en la Secretaría de Relaciones Exteriores cuando se demandó a armerías estadunidenses por su responsabilidad en la venta de sus productos a cárteles mexicanos. Hoy, enfrenta una cuenta regresiva en el país ante el cual representa a México y al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En febrero de 2022, Monroy fue ratificado por el Senado como embajador de México en ese país. “Con toda seguridad, entre México y el Perú surgirán ideas sobre cómo afianzar proyectos, oportunidades para unir esfuerzos y acompañarse, consejos para mejorar, soluciones a problemas comunes y, sin duda, la empatía y confianza necesarias para forjar vínculos duraderos y enriquecedores”, escribió Monroy en una carta donde explicaba sus proyectos como diplomático.

Monroy arrancaba su labor como embajador con metas altas. “¿Hacia dónde queremos ir?, ¿qué hemos hecho hasta ahora?, ¿ha funcionado?, ¿qué podemos hacer mejor?, ¿de qué nos falta hablar?”, se preguntaba al arrancar su gestión. Tenía en mente la idea de inIciar conversaciones nuevas entre los gobiernos de ambos países, pero también entre actores sociales y productivos, para avanzar en temas que iban desde la gestión de pandemias, hasta derechos sexuales y reproductivos, racismo y discriminación.

Pero 10 meses después su visión de un mayor acercamiento entre ambos gobiernos y los diversos sectores de los países comenzó a enfrentar obstáculos.

Con la destitución del presidente de Perú, Pedro Castillo, investigado por encabezar una trama de corrupción al interior de su gobierno, Monroy quedó en medio de un conflicto diplomático.

En México, López Obrador externó su respaldo a Pedro Castillo, reconociéndolo como presidente, incluso una vez depuesto y estando en prisión con otra investigación encima por insurrección, y pausó las relaciones con Perú.

Las expresiones del gobierno mexicano le valieron a Monroy que lo declararan persona non grata y se le dieran tres días para abandonar el país sudamericano.

Sin embargo, los detalles legales de este pleito diplomático no toman por sorpresa a Monroy. Es licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana y maestro en Derecho Internacional por la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva York. Además, tiene estudios de posgrado en universidades de España, Estados Unidos y México.

Comenzó a trabajar en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en 2003, en donde ha ostentado seis cargos. Asimismo, ha representado a México ante la Organización de los Estados Americanos y ha formado parte de los equipos legales de México en casos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Hoy, casi 20 años después de su llegada a la SRE enfrenta uno de los mayores retos de su carrera: la expulsión de un país en el cual se le encargó representar a México.

Con información de Milenio

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