Salvador García Soto

En su ruidosa salida de Morena, el exsubsecretario de Seguridad federal, Ricardo Mejía Berdeja, le lanzó acusaciones muy fuertes y delicadas al dirigente nacional de ese partido, Mario Delgado, de quien dijo en un video difundido en redes sociales: “Es un corrupto, un traidor a la democracia… se ha dedicado al mercadeo de candidaturas, a tratar de colocar sus negocios y sus consultorías en los aspirantes. Y cuando puede desviar la información y el pulso de las cosas tergiversa, faltando a la confianza que le han depositado”.

Esas palabras, viniendo de quien fue el segundo de a bordo de la Secretaría de Seguridad federal, que participaba todos los días en las reuniones del gabinete de seguridad con el presidente y que tuvo acceso a información y expedientes de las áreas de inteligencia del gobierno federal, lo mismo de la Defensa, que de la Marina y hasta del Centro Nacional de Inteligencia, no son simples adjetivos o especulaciones. Mejía Berdeja debe tener información y datos que sustenten sus señalamientos públicos de corrupción a Mario Delgado, a quien el coahuilense no es el primero en acusar de corrupción y manejos turbios de las candidaturas y postulaciones del morenismo.

¿Será, por ejemplo, que el ahora precandidato del PT a la gubernatura de Coahuila conoce el expediente que sobre Delgado y su estrecha relación personal y financiera con el empresario tamaulipeco Sergio Carmona -asesinado en 2021 en Nuevo León- tienen en las áreas federales de inteligencia y en agencias del gobierno de Estados Unidos?

¿O será también que al hablar del “mercadeo de candidaturas” Mejía Berdeja tiene pruebas de acusaciones que ya le han hecho militantes al líder nacional de Morena en varios estados, como la diputada Leticia Ramírez en Tamaulipas, quien en las campañas de 2021 en aquel estado acusó a Delgado de “vender candidaturas” e incluso le arrojaron fajos de billetes en un acto de campaña en Matamoros? Porque no son pocos los morenistas que aseguran que desde el CEN de su partido operan varias “consultorías político-electorales” vinculadas directamente al dirigente nacional y que les son impuestas a los candidatos del partido que son obligados a contratar sus servicios de asesoría de campaña a cambio de onerosas sumas de dinero.

Porque hasta ahora Mario Delgado no ha podido explicar de dónde salió el millonario financiamiento con el que realizó su campaña por la presidencia de Morena en el 2020 y que, según su contrincante en aquella contienda interna, el entonces diputado Porfirio Muñoz Ledo, derivaron en un despliegue de anuncios espectaculares en varios estados, difusión profusa de su imagen en redes sociales con propaganda pagada y otros hechos que Muñoz Ledo enumeró en la denuncia penal que presentó contra Delgado ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, el 14 de octubre de aquel año, por presuntos delitos electorales y por el uso de recursos ilícitos en su campaña.

Lo que no denunció entonces Muñoz Ledo, pero ahora parece hacerlo Mejía Berdeja al tachar de “corrupto y mercader” al líder morenista, es que su ascenso político en la 4T, tanto en la coordinación de la bancada de diputados de Morena como a la presidencia nacional del partido, estuvo apoyado por los recursos del empresario Sergio Carmona, quien antes de ser asesinado, entregaba “maletines repletos de dinero” para las campañas locales del morenismo en Tamaulipas y en otros 11 estados en el 2021, siempre a través del CEN morenista que le indicaba a qué candidatos debía financiar. Todo con los millonarios ingresos en dólares que Carmona obtenía del contrabando de gasolina y diesel por la Aduana de Reynosa, en donde tenía su negocio de huachicoleo con el consentimiento de altas autoridades de la 4T.

Por algo ayer, cuando en conferencia de prensa le contestó a las graves acusaciones de Mejía Berdeja, Mario Delgado fue más que cauteloso y, en vez de responder puntualmente a los señalamientos de “corrupto” y “mercader de candidaturas” que le hizo el exsubsecretario, el dirigente se escudó en el presidente López Obrador y se limitó a afirmar que Mejía “le mordió la mano al presidente” y que ahora le lame las botas a los Moreira: “A mí me enseñaron desde niño que no puedes morder la mano que te da de comer. Y qué podemos decir de alguien que le mordió la mano al presidente. Como dice por ahí un sabio: el que muerde la mano que le da de comer, acostumbra a lamer la bota de quien lo patea. Ese es el papel que va a jugar Mejía en su supuesta campaña a gobernador”, dijo el líder morenista.

¿Por qué Delgado no respondió puntualmente a las acusaciones de corrupción y de hacer negocios en el partido que le hizo Ricardo Mejía Berdeja y prefirió escudarse en la figura de López Obrador? Por eso preguntamos ¿qué le sabe el que hasta hace unos días era el segundo de a bordo de la seguridad federal al dirigente de Morena? Debe saber suficiente de lo que acusa, como para que el aludido recule y solo le responda con adjetivos.

NOTAS INDISCRETAS… La decisión de la ministra Yasmín Esquivel de no renunciar a su cargo no la tomó sola. Desde Palacio Nacional, a través del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, el presidente López Obrador le mandó decir a la ministra que tiene “todo su respaldo” para continuar en su cargo y que la defenderán ante el embate de la UNAM y de la opinión pública. Por eso fue que la SEP decidió regresarle el expediente del plagio al rector Graue y por eso el mismo día que eso ocurrió y que el secretario Adán Augusto se lanzó contra la Universidad, la ministra salió engallada y en una entrevista previamente pactada a decir que seguirá en su ministerio, participando en las discusiones y votando en las sentencias de la Suprema Corte porque, dice, “no tengo nada de qué avergonzarme”. No sería la primera vez que el presidente sostiene y defiende a alguien, a pesar de las evidencias de corrupción, porque él mismo dijo hace unos días que “plagio es corrupción, es deshonestidad”, pero le faltó decir que si lo comete alguien cercano y protegido por él, no es tan grave… Las primeras encuestas que han medido en los últimos días el impacto de la crisis del Metro hablan de una caída de varios puntos en la aprobación de la jefa de Gobierno, derivado del manejo de los accidentes y tragedias que han ocurrido en el sistema de transporte. Ayer, por ejemplo, el sondeo de Alejandro Moreno, en El Financiero, registraba que de su última medición en diciembre de 2022, cuando tenía un 46% de aprobación, Claudia Sheinbaum cayó en este enero de 2023 a 41%, seguida de un 38% del canciller Marcelo Ebrard, que subió dos puntos con relación al sondeo del año pasado. Luego aparece Adán Augusto con 30% y Ricardo Monreal con 24% de aprobación. Y en las preferencias de las cuatro corcholatas, en población general, Sheinbaum aún puntea con 25 puntos contra 23 de Marcelo; pero cuando se pregunta a los militantes de Morena quien debe ser el candidato presidencial, por primera vez Ebrard aparece en primer lugar con 35%, contra 33 de la doctora. ¿Será que la crisis del Metro puede ser el parteaguas que mueva los momios de la sucesión presidencial adelantada que hasta ahora parecían favorecer siempre a Sheinbaum?… Los dados mandan Serpiente. Falla el tiro.

 

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