El senador Lindsey Graham opinó que cerca de 30% del territorio mexicano está bajo control del crimen y del narcotráfico. Algo que, evidentemente, López Obrador rechaza.

El Presidente continúa en su permanente campaña de provocación a Estados Unidos.

Ahora la ha enganchado en contra del senador Lindsey Graham, de Carolina del Sur, un conservador rabioso, pro-Trump, que representa desde hace años las ideas más radicales del conservadurismo religioso republicano.

El tema en cuestión es la creciente presencia, control y operación de organizaciones criminales en territorio mexicano. En opinión del senador –según dice con base en reportes de inteligencia– cerca de 30 por ciento del territorio mexicano está bajo control del crimen y del narcotráfico. Algo que, evidentemente, López Obrador rechaza, lástima que lo haga sin muchos argumentos.

Graham respondió ayer mediante un video de cuatro minutos difundido en su cuenta de Twitter. En el video aparece el senador de pie con un mapa a sus espaldas y da respuesta puntual a los cinco planteamientos que le hizo el presidente de México la semana pasada.

En el mapa están coloreados cuatro estados: Tamaulipas, Sinaloa, Michoacán y Guerrero.

Graham le dice al presidente de México “queremos trabajar con usted” para resolver este problema, como lo hicimos con Colombia y su problema de cocaína; pero usted está en negación, asegura el senador republicano a López Obrador.

En el video afirma que el fentanilo que azota al territorio estadounidense se produce en México con precursores que provienen de China y que los cárteles mexicanos introducen y distribuyen en Estados Unidos.

Graham responde que sí hay programas para atender a los jóvenes para prevenir el consumo, pero que no son suficientes. Reconoció que se venden armas en Estados Unidos y que sí se pueden adquirir en los supermercados. Sin embargo, puso su atención en combatir a los cárteles mexicanos de forma conjunta, responsables del tráfico a territorio estadounidense.

“Trabajemos juntos”, le dijo y lo invitó a “cambiar sus políticas”. Si decide no hacerlo, remató Graham, voy a hacer todo lo que esté en mi poder para usar las leyes de Estados Unidos para destruir a esos cárteles…

La última afirmación sonó más a advertencia al presidente mexicano.

¿Qué necesidad tiene el mandatario de nuestro país en enfrentar entre declaraciones y dichos a un poderoso senador americano? ¿Ganamos algo? ¿México sale beneficiado en algún sentido?

Graham afirma que cuatro estados se encuentran bajo control de los cárteles. ¿Es real? ¿Es una exageración del político americano? ¿Existen datos sólidos para afirmarlo?

Todos los mexicanos sabemos que no es prudente transitar por determinadas carreteras y municipios de Tamaulipas, Sinaloa, Michoacán y Guerrero en ciertos horarios; le advierten a uno con toda claridad, no vayas por ahí después de las cinco de la tarde.

Hay evidencias de controles territoriales por parte de organizaciones criminales, que van incluso más allá de estas cuatro entidades. Agregue Guanajuato, Zacatecas, Estado de México, etcétera. ¿Es razonable afirmar que aunque esos controles de zonas completas por el crimen estén comprobados, eso conlleva a señalar que el estado entero está bajo su control? Tal vez sea desproporcionado, pero es irrelevante.

La llamada de alerta por Antony Blinken, secretario de Estado, hace unos días, por el secretario Mayorkas, de Seguridad Interna, y ahora esta reyerta con Lindsey Graham sólo pone en evidencia que México tiene un problema serio en materia de criminalidad creciente que invade múltiples áreas del país. Delitos diversificados, organizaciones complejas de lavado de dinero, extorsión, control político de municipios enteros.

López Obrador se equivoca al confrontarse innecesariamente con una de las voces más radicales del conservadurismo en Estados Unidos. Graham es un impresentable que apoya a Trump ciegamente en todas sus delitos y fechorías.

¿Con qué objeto el presidente de México se rebaja al nivel de una diatriba política con un senador radical?

Lamentablemente para México, pues ya conocemos a AMLO: prefiere tener contrincantes y adversarios con los que sostener largos alegatos, en vez de enfocar energía, recursos, planeación y estrategias de colaboración, para combatir al crimen y asegurar zonas completas de nuestro país.

Graham encabeza a un grupo de senadores y políticos que busca designar organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos de la droga, lo que significa, según la ley en EU, que el gobierno federal tiene la facultad y más aún, la obligación, de combatir a esas organizaciones terroristas dondequiera que se encuentren.

Algo muy semejante al combate a Al Qaeda, al Estado Islámico y otras organizaciones auténticamente terroristas.

Resulta escandaloso e inadmisible que comandos Seal o Delta, o de cualquier otra agrupación antiterrorista americana, realicen operaciones clandestinas y encubiertas en México para detener o neutralizar a cárteles. Pero eso es lo que buscan y lo que pretenden para detener la ola de fentanilo que inunda sus calles y ciudades.

Es de una gravedad elevada, considerando que en ambos países habrá elecciones federales en 2024.

Si el gobierno de México fuera serio y estuviera integrado por profesionales comprometidos y preparados, se sentarían a la mesa a buscar mecanismos y estrategias no sólo de cooperación, sino de acción conjunta. Utilizar su inteligencia, vigilancia satelital, tecnología para ir en contra de criminales y detener este tsunami de crimen e inseguridad nacional.

Pero tenemos lo que tenemos. La perorata diaria desde Palacio Nacional que no sirve de nada, ni produce ningún avance, ni arroja resultados concretos en ningún terreno. Pura propaganda de discurso barato, de diplomacia de kiosco repleta de declaraciones, carente de acuerdos, avances, logros.

 

Con información de El Financiero

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