DOMINGRILLA

La resquebrajada unidad de
Morena; las mujeres se pueden
despedazar; el show de la UAS

FRANCISCO CHIQUETE

Las graves acusaciones de Marcelo Ebrard han sido respondidas por la nomenclatura morenista con una sola palara, utilizada como escudo: “unidad”.
Cualquier monero habría podido trazar al dirigente de Morena, Mario Delgado, tratando de contener con una pierna, con otra, con ambos brazos y hasta con la barbilla, el resquebrajamiento de la pureza de su proceso interno.
Por supuesto, desde el presidente Andrés Manuel López Obrador hasta el más modesto miembro de la clase política morenista niegan que esté ocurriendo algo, y aunque AMLO procura ser prudente, se responde a las acusaciones con señalamientos de traición por parte de Marcelo.
Sin embargo, la disposición de 115 diputados de Morena para avalar las acusaciones de acarreo, uso de recursos públicos y otras irregularidades para favorecer a Claudia Sheimbaum, significa que ya hay un sector nada despreciable dispuesto a correr los riesgos del “suicidio político” con que se ha amenazado a los que disientan.
Es muy posible que como en otras ocasiones, al final Marcelo Ebrard termine por disciplinarse con todo y acompañantes, pero eso no elimina el problema real, que es el hartazgo ante los excesos y la falta de un proceso realmente democrático.
Es una repetición acelerada de lo que ocurrió en el PRI: cuando el aparato gobernante estaba en plenitud, todos aguantaban los excesos y simplemente callaban con la esperanza de que a la próxima vuelta de tuerca les tocara a ellos o se premiara su docilidad.
En la campaña presidencial de 1970, los jóvenes estudiantes de la Universidad Nicolaíta exigieron poder hablar durante el mitin que se les había impuesto dentro de la institución y el orador exigió un minuto de silencio por los caídos el dos de octubre de 1968. Luis Echeverría, el candidato, vio que no podía negarse y aceptó públicamente que se realizara el homenaje silencioso, pero que fuese también para los soldados que murieron en el mismo acontecimiento.
Pese a esa salida ingeniosa, en la que pudo igualar a víctimas y victimarios, casi le cuesta la candidatura a Echeverría. El Ejército y demás fuerzas conservadoras del régimen se lanzaron a exigir la sustitución, que no ocurrió porque a Díaz Ordaz le pareció demasiado audaz cambiar de caballo en plena carrera, aunque se arrepintió el resto de su vida por no haber cedido a las presiones.
Exactamente así está reaccionando lo más fuerte del morenismo contra un aspirante que se sabe utilizado y entiende finalmente que ese juego no tiene más lucha, que sólo le queda dejar constancia de que no se le engañó. Se le jugó chueco, pero no se le engañó.
SE LA ESTÁN
CREYENDO
En el Frente opositor las cosas dan muestras de posibles desbordamientos porque las dos principales aspirantes a la candidatura se la están creyendo, y olvidadas de que lo importante es construir un frente auténtico, no sólo de nombre, y empiezan a sacar las uñas para despellejarse.
En la semana, Carlos Loret de Mola ofició de abogado del diablo y primero entrevistó a Xóchitl Gálvez enchilándola por algunas expresiones de Beatriz Paredes en el primer foro frentista; aunque trató de conservar las formas, Xóchitl, que trae el brazo caliente por sus enfrentamientos con el presidente, lanzó algunas puyas y expresiones excesivas que no abonan al propósito declarado; pero al día siguiente el propio Loret entrevistó a Beatriz Paredes y le aplicó la misma. Como en aquel juego infantil de “el que escupa primero esta mano”, le soltó puyazos que la senadora priísta esquivó con prudencia, luego con molestia y al final casi con enojo, pero tampoco pudo evitar algunos latigazos que también restallaron contra Xóchitl.
El problema es que la competencia está resultando -hasta el momento- más reñida de lo que se esperaba, y los animadores de la senadora panista, revelación del proceso, no han sabido procesar los acontecimientos ni mucho menos actuar en consecuencia.
También ocurre que los dos dirigentes partidistas y sus respectivos equipos, se pusieron a competir entre sí mismos, olvidados de un detalle fundamental: no se trata de que el PRI o el PAN ocupen mejores lugares en las encuestas, sino de que la sociedad civil cuente con un vehículo eficaz para poder mover al enemigo, que tiene un voto cautivo mucho mayor que el de los coaligados.
La propia Beatriz parece ignorar que es más importante atraer a gente sin partido, que conseguir una maquinaria eficaz pero de acción limitada; y Xóchitl se empieza a ver afectada por el virus del caudillismo. Ya utiliza como argumento que ella es la mejor y que sin ella el movimiento opositor no sería nada. La inmodestia es una trampa muy peligrosa.
¿DE VERAS PIENSAN
QUE SON IMPUNES?
Finalmente la Fiscalía General del Estado pudo realizar una audiencia con el rector de la UAS, Jesús Madueña Molina, sin tropezarse con un certificado médico, aunque tampoco puede decirse que haya sido un éxito clamoroso. Todavía tendrán que esperar a que el juez determine la situación legal de los acusados.
La audiencia fue a propósito de las negativas a ser revisados por la Auditoría Superior del Estado, que los acusó de obstruir su trabajo.
Como no se había dado un caso así, pereció una exageración y dio pie a que la parte acusada se declarase perseguida política. Además esgrimen con tanta convicción que legalmente no tienen por qué ser auditados por una autoridad estatal, que uno piensa que efectivamente, podrían librarla legalmente.
Pero hay un detalle: la UAS recibe dinero de parte del gobierno federal; hasta hace poco tiempo al menos, recibía también del gobierno del estado, pero hoy aseguran que no fue el caso durante el año anterior; y reciben dinero bajo un concepto llamado “ingresos propios”, que llegan por vía de cuotas escolares, aportaciones extraordinarias, cuotas y aportaciones de eventos, y cosas así, que como no son federales o estatales, la dirigencia universitaria piensa que nadie le puede esculcar los bolsillos para saber qué destino tuvieron en el chorro de egresos universitarios.
En la mesa de Altavoz, del grupo Chávez, recordaba la anécdota de un alcalde de San Ignacio a quien pidió ayuda una señora propietaria amenazada por la autoridad agraria. -No se puede hacer nada porque se aplica la ley fulana, le explicó el secretario del ayuntamiento, abogado de carrera. -Pues búsqueme una ley más cabrona, que mate a la que usted dice, instruyó el alcalde. Y la hallaron. Así está la rectoría: legalmente no me pueden auditar porque no es dinero que me dio el estado, aunque tampoco me lo haya dado la federación. ¿Y entonces? ¿Pueden hacer lo que les dé su regalada gana sin rendir cuentas a nadie? A pesar de López Obrador y su odio cerval contra el INAI, la rendición de cuentas es uno de los logros más importantes de la sociedad mexicana, aunque todavía no sea suficiente.
Es cierto que en el conflicto entre el gobernador Rubén Rocha Moya y Héctor Melesio Cuén Ojeda hay un fuerte componente político, una lucha por el poder dentro de la UAS, que Cuén ha detentado desde hace dieciocho años y que consiguió desplazando a quienes hoy rodean al propio Rocha Moya.
Sin embargo negarse a ser auditados es algo que no va con la exigencia social de transparencia y seguramente lo saben, el problema es que la lucha por el poder es adictiva y eso significa hacer cosas que condenarías en otros, aunque lo justifiquen como defensa de la autonomía, o defensa de la democracia y las libertades. El asunto, como de bebés, es no soltar la sonaja.

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *