¿Qué tanto le sabe Ovidio Guzmán a López Obrador sobre sus nexos con el Cártel de Sinaloa? La respuesta es una: mucho. Todo.

El político más preocupado por la obligada extradición a Estados Unidos del narcotraficante Ovidio Guzmán -hijo del Chapo Guzmán-, se llama Andrés Manuel, se apellida López Obrador y es Presidente saliente de México.

¿Por qué lo decimos?

Por una serie de acontecimientos y hechos consumados que han fortalecido la idea en Washington de que AMLO, en la praxis, ha mantenido, desde el inicio de su sexenio, una fuerte alianza económico-política-electoral con el crimen organizado y, en particular, con el Cártel de Sinaloa, aún manejado y controlado por el empoderado clan de los Guzmán.

La pregunta que hoy ronda sobre Palacio Nacional como un ave de mal agüero, es:

¿Qué tanto le sabe Ovidio Guzmán a López Obrador sobre sus nexos con el Cártel de Sinaloa? La respuesta es una: mucho. Todo.

Y lo que sin duda alguna se convertirá en motivo de preocupación y de alerta para López Obrador y su equipo a futuro, se traduce en otra pregunta inevitable:

¿Qué tanto estaría dispuesto a colaborar Ovidio Guzmán con la DEA para medio suavizar la dura condena carcelaria que seguramente le espera, a cambio de información privilegiada sobre López Obrador y sus vínculos públicos con el Cártel de Sinaloa, sobre todo si atendemos que Ovidio, a sus 33 años de edad, es un personaje que sufre de depresión y ansiedad, y que encerrado en una celda de cuatro por cuatro y observado durante las 24 horas, seguramente se hundirá emocionalmente todavía más?

La extradición de Ovidio a Chicago -donde radica la primera de una serie de acusaciones por introducción de fentanilo a EU-, se debió más a la presión constante y asfixiante de la administración Biden que a la buena voluntad de AMLO a quien, menos que a nadie, le conviene que Ovidio Guzmán se encuentre a disposición plena de la DEA, sobre todo ahora que vienen tiempos electorales tanto para Estados Unidos como para México.

que cante Ovidio y en cuyas andanzas, seguramente, saldrá en no pocas ocasiones el nombre de un visitante distinguido y frecuente con la familia Guzmán en Badiraguato: Andrés Manuel López Obrador.

LAS ELECCIONES. 2021 fue el año del amasiato político-electoral entre el Cártel de Sinaloa y López Obrador. Los hechos no mienten, ni las denuncias tampoco: el crimen organizado apoyó públicamente a Morena para ganar elecciones mediante asesinatos, violencia y amenazas. Ese año se registraron más de cien crímenes contra candidatos, la mayoría, para favorecer a Morena. Allí está el caso concreto de Culiacán, donde las pruebas abundan sobre cómo el narcotráfico se convirtió en promotor electoral de los candidatos morenistas, como lo fue el caso del actual Gobernador, Rubén Rocha Moya, de quien nadie en su tierra dudaba de quién era candidato: del narco. Y también allí están las victorias electorales de Morena en la franja del Pacífico, donde el narco operó de forma descarada en apoyo al partido del Gobierno. Todo ello, bajo la bendición de Palacio Nacional.

¿Quién en su sano juicio mental visita el bastión del narcotráfico en México de manera pública, más si ostenta el cargo de Presidente? Bueno, pues López Obrador lo hizo cometiendo, tal vez, su error más grave dentro de su sexenio. Haberse placeado a los ojos del mundo -y de Estados Unidos-, en la tierra de la familia Guzmán, a donde llegaba como huésped distinguido, ha sido un error gravísimo que le pesará a futuro a AMLO.

Ovidio, por lo pronto, cantará en EU.

Y le sabe todo a AMLO.

El narco no perdona.  

TW @_martinmoreno

FB / Martín Moreno-Durán

mmorenoduran03@gmail.com

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