Yazmín Alessandrini

 

Durante el auge de la Alemania nazi, el filólogo Paul Joseph Goebbels, quien fuera ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, siendo uno de los colaboradores más cercanos de Adolfo Hitler, solía decir que “una mentira dicha mil veces se convierte en una gran verdad”. Retomando este aforismo, el cual si lo adaptáramos a los tiempos estelares de la llamada cuarta transformación, nos llevaría a la conclusión de que aquí en México eso de que es “tiempo de mujeres” y que tenemos “el Gobierno más feminista de toda la historia”, no son más que simplemente un par de disparates.

Y para botón de muestra ahí tienen la más reciente ocurrencia del presidente López Obrador, quien pretende imponer como próxima ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en sustitución del recientemente renunciado Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, a una mujer que no cumple ni con el perfil, ni con el expertise, ni con la preparación (académica y profesional). Y sí, nuevamente el Primer Mandatario se recarga en su tóxico criterio de “10% de capacidad, 90% de lealtad”, el cual sólo ha servido para acabar de pudrir el ya de por sí depauperado oficio de la administración pública.

¿Cuáles son los méritos y logros (profesionales) de Bertha María Alcalde Luján, Lenia Batres Guadarrama y María Estela Ríos González para que una de ellas ocupe próximamente la vacante que hay disponible en la Primera Sala de la SCJN? Ciertamente, las tres son mujeres universitarias tituladas, pero ninguna está capacitada ni fogueada para el menester por el que el Presidente las está candidateando y catapultando; además, de nueva cuenta el primer mandatario vuelve a meter el hombro a favor de personajes que le son afines, como en su momento lo hizo por las también ministras Yasmín Esquivel Mossa y Loretta Ortiz Ahlf, quienes están donde están únicamente porque son esposas de dos grandes cuates de López Obrador: el contratista José María Riobóo y José Agustín Ortiz Pinchetti, el dizque titular de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales.

No nos engañemos. Éste no es el Gobierno más feminista de toda la historia y tampoco es tiempo de mujeres. La realidad es que éste es un Gobierno amiguista, tan amiguista como todos los que le han precedido, donde los puestos, los contratos y los huesos se siguen repartiendo entre los cuates y los familiares de éstos. Y sobre cuestiones de equidad, inclusión y respeto a las mujeres mejor ni hablemos, porque si eres mujer y aspiras a alcanzar un puesto en cualquiera de los tres niveles de Gobierno o en una secretaría de Estado, tienes que entender que tú no mandas y tú no decides en nada. El Jefe de Jefes es el inquilino de Palacio Nacional y sólo él quita y pone. Él manda. Y sí reclamas o protestas, ¡cuidado!, porque puedes acabar como Karla Quintana, la hoy extitular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas de la Segob, a quien López Obrador acaba de acusar de ser una espía y de estar alineada con organizaciones de derecha.

Así que, quede quien quede en lugar de Zaldívar Lelo de la Larrea en la SCJN, ya sabemos cuál será su rol.

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