EN LA GRILLA
FRANCISCO CHIQUETE
Con mucha frecuencia el presidente Andrés Manuel López Obrador anuncia que terminando su periodo se jubila y se va a la finca que tiene en Chiapas. Pero en los hechos, ese proyecto se va desdibujando cada vez más, con un presidente que toma decisiones para tiempos que ya no le corresponderían.
Su anuncio de que buscará desaparecer los organismos autónomos es la muestra más palpable de ello. No se trata sólo de su animadversión por el INAI, que ha sido una vía de escape de información sensible, ni del costo que tiene la operación del organismo.
Esta insistencia en acabar con los contrapesos de la vida institucional del país, es parte de una agenda legislativa, junto con la iniciativa para debilitar y seguramente colonizar al INE, y para transformar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación en un ente partidista, agenda que el presidente dejaría como herencia forzosa para el próximo gobierno, especialmente si gana Claudia Sheinbaum.
Cualquiera que sea el pensamiento de la actual precandidata morenista respecto de estos temas, su obligación será seguir la línea del presidente. Y así como ese, varios asuntos más, que pesarán sobre la operación del futuro nuevo gobierno, incluyendo a personajes que por dedazos adelantados están apuntados para ser secretarios de estado o funcionarios de primer nivel.
Es cierto que casi todos los presidentes salientes han tenido pretensiones similares y que los sucesores han fingido estar de acuerdo, pero rompieron la línea al momento de asumir el poder. Eso no será posible con López Obrador. Él mantiene el control del gobierno, del partido y de instrumentos de presión muy importantes, como la consulta de revocación de mandato.
Todo este esquema hace ver que López Obrador se prepara para mantener el control político del país, en caso de una victoria electoral de Morena, como se prepara también para que su partido gane la elección, sin regatear elementos y esfuerzos del gobierno.
¿Y LOS ACTIVISTAS
DE LA IZQUIERDA?
La izquierda mexicana encabezó por décadas la lucha contra el partido hegemónico, contra las elecciones de estado y por la creación de organismos como el INAI y el fortalecimiento de un organismo electoral independiente, lo mismo que un Poder Judicial que opere con auténtica independencia.
Todo lo que se ha avanzado en esos renglones es rebotado dramáticamente por las iniciativas de López Obrador, generando la expectativa de un Poder Ejecutivo que no se había vivido de Ernesto Zedillo para acá. Sin embargo, los activistas históricos que militan en Morena y los surgidos en los últimos años guardan silencio, pensando quizá que una vez ido López Obrador se podría detener la regresión, pero la realidad es que ese momento, el de la ida de AMLO, se ve cada día más lejano.
La conciencia puede esperar.
EL FRACASO VIENE
DESDE MUY ATRÁS
Tres días después del enfrentamiento entre comuneros de Tecaxtitlán y sicarios de la Familia Michoacana, la gobernadora Delfina Gómez Álvarez fue a decirles que no se armaran, que el gobierno los iba a cuidar, y anunció la presencia de contingentes del ejército y de la guardia nacional.
Por supuesto que ello debería dar tranquilidad a esta población que estalló harta de abusos y extorsiones del crimen organizado, pero esa no es la solución, definitivamente.
Cuando Vicente Fox llegó al poder, Juan Sigfrido Millán Lizárraga le planteó el riesgoso crecimiento de los índices de violencia, y le pidió apoyo para enfrentarlo de mejor manera. Hubo respuesta: semanas después empezaron a trabajar las Bases de Operación Mixta, conocidas como Bomus.
Pero fue un fracaso, pues se trataba de una larguísima columna integrada por piquetes de soldados, camionetas de agentes ministeriales, grupos de policías federales y otros adláteres. Cuando los delincuentes se dieron cuenta organizaron sus hechos delictivos y los ejecutaban exactamente después que pasaba la Bomu.
Muy distinto hubiese sido si en lugar de hacer patrullaje turístico, se hubiese procedido a investigar quiénes eran, dónde y cómo operaban los delincuentes para enfrentarlos efectivamente y evitar la impunidad, que luego hizo a crecer la violencia, los asesinatos y los delitos de todo tipo, incluyendo las extorsiones conocidas ahora como “cobro de derecho de piso”.
Eso es lo que necesitan los comuneros rebeldes: una solución definitiva a la operación de los grupos delictivos que por el contrario, crecen a cada día y enfrentan a las autoridades con más armas y más voluntad que ellas.
Los grupos del ejército y de la Guardia Nacional van a salir en cualquier momento a apagar otro fuego que incendie regiones cercanas o lejanas, dejando a los pobladores en la indefensión.
Pero esas soluciones a fondo no entran en los planes del gobierno, que insiste en que las cosas van bien. Tan bien, que al decir de la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, a los mexicanos les preocupan más los baches que la inseguridad.

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