(Primera Parte)

 

Héctor Calderón Hallal

 

A 4 días de conmemorar la pérdida del hombre, del padre de familia, de aquel  ciudadano llamado Luis Donaldo Colosio Murrieta, antes que la del profesional empoderado o del genuino “mártir de la cultura del esfuerzo”… el país se apresta a entrar en el lapso más álgido de la competencia electoral para definir –entre otras cosas- a la próxima titular del Poder Ejecutivo Federal, en el marco de un proceso pletórico de ocurrencias, traspiés, novatadas, resistencias a adoptar actitudes oficiosas y profesionales de parte de políticos, cuadros dirigentes, militantes, simpatizantes y  personal de apoyo en general adscrito a los partidos, que lleva la batuta de las diferentes campañas políticas en los referidos institutos.

No obstante el puntual e inteligente señalamiento que provino de la campaña de la abanderada del Frente Amplio Opositor, Xóchitl Gálvez Ruíz: “Basta de dividir a los mexicanos; basta de odios y de división entre hermanos y paisanos… basta de la ausencia de una política de seguridad pública eficaz y congruente con la deplorable realidad que vive nuestro país… basta de abrazos a los delincuentes… y de balazos a la gente inocente”, en aquella, su arenga del primer minuto del presente mes.

Nos dejó a muchos un grato sabor de boca, tal y como sucediera hace poco más de 30 años en aquel memorable discurso pronunciado por Colosio Murrieta frente al Monumento a la Revolución, el 6 de marzo de 1994.

Portentoso mensaje, lleno de criterios de acción a desarrollar, de anuncios valientes, de desafíos a la realidad, pero ante todo, pletórico de un diagnóstico crudo y realista.

A aquel discurso se le han atribuído muchos –y muy oscuros- orígenes, como también muy renombrados autores: “Que fue un motociclista, ataviado al parecer con fornituras y uniforme del Estado Mayor Presidencial, quien se lo entregó en propia mano al candidato Colosio, minutos antes  de su impecable lectura”… “Que –efectivamente- sí fue un motociclista pero que venía de parte de Enrique Krauze”, el historiador de moda en esos meses por su espléndido trabajo de Biografías del Poder/Clío” con el que desmitificó a presidentes y caudillos… “Que no fue ni motociclista ni ningún enviado quien se lo entregó, sino el director del Grupo Nexos, Héctor Aguilar Camín”…. Vaya usted a saber.

Nunca se ha conocido con veracidad plena al padre de aquel escrito que contó con la corrección y la idea central del propio Luis Donaldo.

Lo cierto es que es altamente probable (y esto lo sostiene el suscrito a título personal) que el autor haya surgido de la siguiente terna… o con el concurso equitativo de los tres asesores personalísimos del candidato Colosio: Cesáreo Morales Palma, Javier Treviño y Samuel Palma César.

Tengo el privilegio de haber tratado a éste último, el doctor Samuel Palma César, actual Presidente de la Fundación Colosio y, el suscrito se atreve a especular, que por la sencillez y la modestia que le son propias al doctor Palma César en todos sus actos públicos y privados, creo que el jamás se adjudicaría la autoría del discurso de Colosio del 6 de marzo… aunque abrevando en el arsenal de sus conocimientos, de sus trabajos publicados y por su notable tendencia a estar siempre a la vanguardia en los sistemas de organización sociopolítica del hombre contemporáneo… como por su notoria sincronía con la convicción cultural, política y socioeconómica de Colosio Murrieta, pudiéramos tener -desde una modesta opinión- en el doctor Palma César, al principal sospechoso de la autoría del memorable mensaje que cimbró a México… y a toda una generación.

Samuel Palma era el asesor más coordinado con su jefe, el candidato del PRI a la Presidencia de la República… le “leía la mente” materialmente.

Además, Samuel Palma César es en México uno de los pocos y más connotados estudiosos del filósofo austríaco, nacionalizado británico y nombrado Caballero por la corona británica,  Karl Popper; autor del que Luis Donaldo Colosio era un convencido admirador y estudioso, desde su estancia de dos años en Viena y años antes, mientras cursaba su maestría en Pennsylvania, Estados Unidos.

El discurso por sí solo, revela el talento y la capacidad como hombre de Estado que fue sin duda Luis Donaldo… precisamente porque se adelanta 30 o 40 años a su tiempo.

Karl Popper fue un filósofo que cuestionó la naturaleza “inductiva” de la ciencia, tal y como se concebía a inicios del siglo 20, así como a la propia metafísica  centrada en el “ser”, mediante un principio de negación planteada a través del método del ensayo y el error; su aportación a la filosofía consistió en refutar nuestras “conjeturas” sobre el conocimiento; así es como se avanzaba en el terreno científico según Karl Popper.

Esa forma de “negar” lo aparentemente tangible, de cuestionar lo incuestionable por los “santones” de la intelectualidad y el periodismo “metafísico”… “epistemológico” y orgánico, de un sistema político monolítico, sin resistencias ni críticas, está presente en el discurso de aquel Colosio vigoroso del 6 de marzo de  1994.

Y esa forma de incitación o desafío a lo científicamente inexpugnable, es retomado por el sociólogo danés Gosta-Esping Andersen, aún vivo, quien ya concibe tres tipos del llamado Estado Benefactor: el liberal, el corporativo y el socialdemócrata. Andersen fue un heredero del falsacionismo de Karl Popper, al igual que Colosio.

Así que cuando Colosio enunció la frase aquella: “La verdadera modernización sólo cobra verdadero sentido, cuando se traduce en mayor bienestar para las familias mexicanas”, estaba negando la gran conjetura “oficialista” y planteando con racionalidad, a la manera de Karl Popper, con crudeza y honestidad, la necesidad de robustecer las fórmulas para redistribuir esa riqueza y esa modernización alcanzada…

Y cuando dijo: “Veo a un México con hambre y sed de justicia”, no pudo ser más elocuente y puntual el de Magdalena de Kino, adelantándose 30 años a una realidad que prevalece aun, tristemente.

En el caso de la propuesta de Andersen, influenciado por el austríaco Karl Popper, es el tipo de Estado Benefactor Corporativo (o también llamado Generoso) el que está previsto que sustituya a cualquier otra oferta, donde los funcionarios públicos no sean los primeros beneficiarios en la cadena de protección social, como sucede actualmente en México y Latinoamérica, en un sistema de Estado Benefactor supuestamente “socialdemócrata”, sino que exista equidad en los beneficios con cualquier clase de trabajador.

En un sistema de Estado Benefactor ‘Generoso’, donde el sistema de pensiones y el sistema de salud público, no esté más ligado a criterios del gasto público y en los impuestos, como sucede en un Estado Benefactor “Residual” o Liberal, del que también hemos tenido noción en México. El Estado Benefactor Corporativo o “Generoso” planteado por Andersen, se da´como una propuesta más de 30 años después de que Luis Donaldo Colosio lo había anunciado en sus planes y plataformas de Gobierno; el sonorense ya preveía impulsar un sistema de pensiones más proactivo… más apegado a la realidad que nos predijo la tendencia desde hace mucho: “la población envejecerá y demandará el pago de las pensiones, haciendo imposible su cumplimiento conforme pasa el tiempo”.

Desde entonces se ha hecho necesario idear un sistema de pensiones basado en un plan de contribuciones obligatorias, para sectores específicos de la población…

Y empezar a fomentar una cultura de la prevención financiera para el retiro… una cultura del ahorro, como disciplina vital. Cosa que aún no logramos tener.

Y aunque Colosio y Andersen no fueron contemporáneos, pues el esplendor del sociólogo danés se da a partir del siglo 21, muchas de las ideas de Colosio y el Padre del Estado del Bienestar “Generoso” son confluyentes y asombrosamente parecidas.

En aquel 1994, Colosio habría expresado en su discurso lo más plásticamente posible, la realidad y los riesgos de inmediatos de nuestro país, si no preveía adecuaciones al modelo económico que habría defendido en aquella última década.

Porque desde 1986 hasta 1994, hubo políticas de “choque”, de contención salarial en aras de la “contención inflacionaria”, “políticas de pacto” que pudieron… que debieron, compensarse con políticas de aliento a la economía familiar y popular… sin “caridad pública”… quizá sin tantas “solidaridades”, con respeto a la dignidad humana… tal y como hoy lo propugnan las principales teorías del sistema de interpretación de los Derechos Humanos, que si bien es cierto siguen teniendo su base en el anarquismo antipositivista de finales del siglo 19, no dejan de tener valor por su contundencia para explicar la realidad humana de nuestros días.

 

Luis Donaldo Colosio, un personaje con conciencia política e histórica, se constituyó por sí mismo, en aquella reserva moral que necesitaba el oficialismo y, particularmente, ese gran sector del PRI que lo seguía y que rompería –hipotéticamente- tarde que temprano con el salinismo y sus “toficos” que siempre le fueron leales.

 

Curiosamente otro sonorense, Manlio Fabio Beltrones, 23 años después, en agosto de 2017, declaró al diario español El País que en México: “el régimen político está agotado… el PRI está obligado históricamente a desdoblarse hacia la izquierda”.

 

…..Continuará…..

 

 

Autor: Héctor Calderón Hallal

 

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