AMLO, una amenaza para Claudia; ¿qué le pasó a Guillermo Romero?; PAS: muchos cuadros, pocos votos
DOMINGRILLA
FRANCISCO CHIQUETE
Pasaron las larguísimas campañas y las elecciones que por supuesto, ganó Claudia Sheinbaum. La futura presidenta tiene hoy nuevos y formidables retos que no necesariamente son, como podría pensarse, la inseguridad, la polarización o la distribución de un gasto público muy comprometido por las herencias recientes y anteriores.
Increíblemente esos retos provienen de su partido y de su principal impulsor, Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador, quienes desde este momento están imponiendo posiciones y condiciones que les garanticen el cumplimiento de los proyectos más controvertidos del régimen saliente.
Es natural que si un partido y su candidata ganaron con el discurso lópezobradorista y los proyectos que de él emanan, esté en la idea de lanzarse al cumplimiento, sobre todo cuando la victoria se dio de manera tan contundente, pero la primera responsabilidad de un gobernante es superar las tentaciones del inmediatismo y ver hacia el futuro, aunque sea el de corto plazo.
El primer golpe de realidad lo generó Ignacio Mier, el jefe del control político de la Cámara de Diputados, al anunciar que en septiembre se aprobarían las 18 iniciativas presidenciales entre las que se encuentran la reforma al Poder Judicial, al INE y a los organismos autónomos. Ese día se devaluó el peso y se desplomó la Bolsa Mexicana de Valores.
Claudia Sheinbaum hizo esfuerzos importantes por recuperar la normalidad, ofreció diálogo para analizar las iniciativas y las reformas y sobre todo, se encaró con representantes de los inversionistas del mundo, para garantizarles que en su gobierno defendería la vigencia del estado de derecho. Como prueba inicial anunció la permanencia del actual secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O y le puso cara a su equipo de transición: José Ramón de la Fuente. De entrda fue bien recibida y las aguas se calmaron.
Pero al día siguiente, el mismísimo presidente López Obrador abrió la boca para decir en La Mañanera que las sacudidas en la paridad eran normales, y sobre todo, que “la justicia está por encima de los mercados”, de modo que las reformas van en septiembre, aunque ofreció diálogo.
Los mercados se volvieron a agitar, el peso volvió a subir y la desconfianza creció de nuevo,
En realidad ni la paridad ni las bolsas se movieron así porque estén en desacuerdo con Claudia Sheinbaum. A ella ya la habían procesado y aceptado como una realidad ineludible, aunque su corazón estuviese con Xóchitl Gálvez. El problema es con los proyectos de reforma, especialmente la que tiene que ver con el Poder Judicial.
Tampoco es que defiendan los derechos de los mexicanos amenazados por la anulación de uno de los tres poderes de la nación: es que con una mayoría que amenaza con ser irrefrenable (con el rango de “mayoría calificada”) se corre el riesgo de que inopinadamente se cambien las reglas del juego y un día amanezcamos con expropiaciones o con exigencias incumplibles para los inversionistas, que sin un Poder Judicial independiente tendrían que despedirse de sus capitales. Y aunque salgan con que “el pueblo es más importante”, el que padecería de un retiro masivo de inversiones sería el propio pueblo, con problemas de empleo, de inflación, de insuficientes apoyos de carácter social (¡hasta las pensiones y becas del bienestar se tambalearían por falta de dinero!).
Por todo eso Claudia Sheinbaum busca contrarrestar los dichos de sus compañeros de partido. No es que no piense como ellos, es que está viendo el riesgo del tsunami financiero que se desataría de insistir en la apropiación de la Corte.
ÉRAMOS MUCHOS
¡Y PARIÓ LA ABUELA!
Por supuesto, todo esto es relativo. Habrá muchos cuadros morenistas que estén dispuestos a afrontar el sacrificio del pueblo por lo que consideran “las mejores causas del pueblo” y no las de los neoliberales, pero hay algo que erizó todavía más los pelos de quienes observan desapasionadamente el devenir nacional.
El presidente reiteró que ya se iba, que se retira y que no dejará herederos, ni a sus hijos, que si quieren seguir participando en política, deberán hacerlo a nombre propio y no a nombre de su papá. Nomás que siempre hay un pero. López Obrador hizo una excepción: sólo reconsideraría mi retiro si me lo pide mi presidenta. Y todavía advirtió: lo haría conservando mi derecho a disentir.
Cuando AMLO le entregó el bastón de mando a Claudia Sheinbaum, muchos pusieron en duda que de veras lo fuese a soltar. Cuando el presidente intervino para bajar con su autoridad al precandidato de Sheinbaum a la jefatura de gobierno capitalino (Omar García Harfush) e impuso a Clara Brugada, se acabaron las dudas: el presidente entregó el bastón, pero no el mando.
Hoy, al “sugerir” que Claudia lo puede llamar (quizás para dirigir al partido) AMLO pone de manifiesto su proyecto de mando transexenal. ¿Puede haber algo más fuerte que una “sugerencia” de un presidente que retiene todas las correas de mando como hace López Obrador?
En Morena son muy dados a utilizar pasajes de la historia para respaldar sus decisiones y sus políticas públicas. Claudia Sheinbaum debería ir instrumentando esa justificación para proceder de inmediato, antes que la tentación de Maximato genere mayores problemas a la conducción del país.
Por supuesto, no puede acudir al ejemplo de José López Portillo, quien viéndose estorbado o amenazado en su desempeño, mandó a su benefactor Luis Echeverría Álvarez como embajador ante la Unesco, con sede en París. También exilió a Gustavo Díaz Ordaz como representante en España, pero el que se entrometía era Echeverría, de modo que para acentuar el alejamiento, lo nombró embajador itinerante en Australia, Nueva Zelnda y las Islas Fiji.
Por supuesto, Claudia Sheinbaum no podría darle a AMLO un puesto diplomático. Imagínese usted qué desaguisados haría reclamando las actitudes imperialistas de las viejas potencias coloniales o las actitudes neoliberales de las actuales potencias económicas.
La futura presidenta tendría que remontarse al ejemplo del general Lázaro Cárdenas, quien se tomó la atención de enviar algunos edecanes militares para que acompañaran al general Plutarco Elías Calles a su urgente viaje a los Estados Unidos, con tanta prisa, que se fue en bata de dormir.
No son los tiempos para esos métodos, ni podría poner a sufrir a su mentor con una estancia en los Estados Unidos, donde además pudiera ser considerado como un “bad hombre” por su amigo Donald Trump, pero quizás en Cuba, con el carnal Miguel Díaz Canel o a Venezuela, con Nicolás Maduro. El problema es que la finca familiar sería insuficiente para albergar a todas las visitas que podría tener, aunque un importante número de mexicanos lo quiera ver allá.
RESUENAN LOS GRITOS
DE FRAUDE ELECTORAL
Aunque las elecciones siempre han sido controvertidas en Mazatlán, ya hacía rato no se escuchaban con tanta intensidad los gritos acusando fraude electoral, ni se veía a un candidato tan enojado como Guillermo Romero, quien dejó de aspirar a que le dieran el triunfo, para concentrar sus esfuerzos en la anulación del proceso.
Las acusaciones que se hacen son muchas y variadas, pero hasta el momento no se ha sabido de documentos concretos, de impugnaciones en las casillas, que son la base de toda protesta. Cuando la oposición empezó a tener posibilidades de victoria, esgrimió las llamadas causas abstractas de nulidad, no sólo por conocimiento de la ley, sino porque no llegaban preparados a la protesta efectiva.
Romero reprodujo aquí los rechazos de las dirigencias nacionales de su alianza al resultado electoral por la Presidencia de la República, sólo que allá ya se calmaron y aquí apenas van empezando, pues siendo alguien de voluntad tan firme, es evidente que no se va a dar por vencido, aunque con el paso del tiempo su imagen se deteriore por una causa que de antemano parece perdida.
Por supuesto está en su derecho de recurrir a los tribunales, sobre todo después de un esfuerzo tan prolongado, tan costos y tan extenuante como el que hizo y que le dio magníficos resultados, el alcanzar una votación que no había tenido ningún perdedor anterior. El problema es que la ganadora Estrella Palacios tuvo un caudal impresionante de votos, más allá de lo imaginable. La tarea de los opositores ahora es desvirtuar cada uno de esos votos, una diferencia cerca a a los treinta mil.
Romero se consideraba ganador desde el inicio de la campaña, pero traía algunos cálculos errados. Hubo lugares en que esperaba ventajas de hasta dos mil votos, y quedó por debajo de su contrincante. Hubo eventos impresionantes que sin embargo no irradiaron al resto de la sociedad.
Pero el verdadero fondo es su acompañamiento partidista. Puede decirse que más de la mitad de los votos obtenidos los generó él, pero sus partidos no colaboraron en la medida esperada.
PRI y PAN son en Mazatlán cascarones vacíos, salvo por dos o tres activistas como Roberto Osuna -el Zeus- por los panistas, y el dirigente José Luis Arreola en el PRI. El PRD es en Sinaloa menos que un membrete sin estructura y sin cuadros.
El gran engaño fue el PAS, con su gran capacidad de organización, su público movible, que lo mismo estaba en un evento rural que en otro urbano, sus caravanas de vehículos, sus rigurosos pases de lista, pero también su escasa efectividad electoral. En un primer balance Héctor Melesio Cuén se refirió a “setenta mil o noventa mil votos” en todo el estado.
En la elección del 2021 el PAS aportó 90 mil votos a la candidatura de Rubén Rocha Moya, quien después le hizo un pleito ranchero y le reclamó que podía haber ganado la elección sin los votos pasistas. Eso le advirtieron algunos cuando tomó la decisión de aliarse, y el hoy gobernador se enojó con los que se lo decían.
El PAS sigue siendo el partido más organizado de Sinaloa, el partido local con más militantes de todo el país y seguramente con mayor membresía que los propios partidos “ancla” que son el PRI y el PAN, pero mantiene el problema de que sus votos rozan apenas la mitad de su militancia.
LOS DE ENFRENTE
El Partido Morena es el caos más absoluto, al grado de carecer de oficinas en varios municipios, incluso de los más importantes. Por si fuera poco, muchos de sus militantes mas ruidosos se enojaron porque no los consideraron a la hora de asignar candidaturas o les ofrecieron y luego los bajaron sin previo aviso.
Muchas se fueron a la campaña de Memo Romero, y hubo algunos muy curiosos como el regidor Rodolfo Rodríguez, quien gusta presumir su acrónimo de El Rorro. Él no se conformó con dar el brinco, sino que además lo anunció públicamente y hasta se dio el lujo de decir que iba a trabajar para que derrotaran a su partido, pero que seguía siendo militante.
A la hora del balance, como cantaban las hermanitas Hernández (si usted es de más para acá, pero no tan joven, le cito a Braulio y su canción del mismo nombre), vale preguntarse ¿qué le aportaron todos esos ejecutantes del salto de la muerte a la campaña de Romero, y sobre todo qué le daban a Morena cuando decían trabajar por ese partido y exigían en nombre del derecho de antigüedad?
EL SALADO
Dicen que al profesor Manuel de Jesús Guerrero Verdugo ya no lo quieren saludar ni sus cuates más cercanos, para que no les vaya a pegar la sal.
El Meny empezó como dirigente estatal de Morena en cuanto Rubén Rocha Moya pudo tomar las decisiones, pero la de malas se le vino cuando apareció la cláusula de equidad y les impusieron a una mujer (Merary Villegas). Quedó se secretario general, una especie de ministro de los asuntos de Rocha en el partido, porque los de la otra parte ni lo pelaban.
Después aspiró a la Presidencia Municipal, basado en su innegable cercanía con el gobernador. Desarrolló una intensa precampaña en las mesas del Bambú, pero no se le hizo; lo compensaron con la inclusión en la lista de candidatos a diputados locales y lo bajaron para darle espacio a Miguel Ángel Gutiérrez (¡nada menos!) pero lo compensaron con su inclusión en la lista de candidatos a diputados locales plurinominales (como a Gutiérrez, que también fue bajado ignominiosamente). Pues resulta que el éxito de Morena fue tal, que no va a alcanzar a entrar en la Cámara.
Claro que el gobernador lo puede incluir en el cambiadero que anunció, pero sus amigos temen que con esa mala suerte si lo nombran director de la Asipona, venga una reestructuración tal, que acabe con la viabilidad del puerto de Mazatlán.
LO INSÓLITO
Luis Guillermo Benítez Torres, el alcalde defenestrado de Mazatlán, se atrevió a postularse como candidato a diputado local y obtuvo 2,005 votos- Una cantidad impresionante. Aunque hubo más votos nulos que los obtenidos por él, nadie habría podido pensar que existiesen dos mil personas dispuestas a votarlo, sobre todo después de las causas por las que lo botaron-