Aunque usted no lo crea
Se pueden contar con los dedos de una mano a los distinguidos secretarios de Educación que ha tenido el país. Ahora que Claudia Sheinbaum anunció que nombrará a Mario Delgado como Secretario de Educación Pública, me queda claro que pasará a formar parte del conjunto que integran Manuel Bartlett, Emilio Chuayffet, Josefina Vázquez Mota, Aurelio Nuño y Delfina Gómez, por exponer una quintilla.
El futuro Secretario no formará parte de personajes como Justo Sierra, José Vasconcelos (fundador de la SEP) o Don Jaime Torres Bodet, quiero decir con esto que Mario Delgado no es la persona indicada para ponerla al frente del ramo administrativo de la educación, eso todavía más, rebasando esa visión de lo que requiere un consistente proyecto para poner la educación en México al nivel de los retos de este siglo XXI.
Escasamente, la escolaridad supera la educación secundaria, y el sexenio que fenece se adentró en un proyecto que estructuralmente no puede ser columna vertebral de la educación en el país. No creo necesario expresar que hubo malestar en toda la República por el anuncio del hasta ahora “dirigente” de Morena, se le ve como un político metido con calzador en un área que no le corresponde, por más que en el pasado haya ocupado un cargo de esa naturaleza en la Ciudad de México.
Más allá de que su perfil es de sobra conocido en el país, lo suyo es la política en la más pura tradición de lo que puede tener como nota las viejas y abominables prácticas, que a pesar de que la cuarta transformación dice haber cancelado, ahí están, como el dinosaurio de Monterosso.
Su historia debiera inhabilitarlo para que juegue el futuro rol que se le ha asignado. La militancia de MORENA jamás lo eligió dirigente, ha sido una simple correa de transmisión del supremo presidente de la república. Mario Delgado estuvo al frente de un partido en el que el programa y las plataformas electorales no la deciden sus militantes, como tampoco tienen derecho a elegir dirigentes y candidatos.
A esa circunstancia contribuye el que Morena cuando quiere ser movimiento, se comporta como tal, y cuando actúa como partido, sólo obedece a un estilo más bochornoso que el que asumía el PRI en sus buenos tiempos.
En Mario Delgado se conjugan la truculencia, denuncias de tipo penal que no se han acreditado y la ausencia de algo, por mínimo que sea, que lo acerque a un perfil que tenga que ver con los gravísimos rezagos que reporta la educación pública en Mexico.
Quizá Claudia Sheinbaum, en este caso grotesco, esté siguiendo la pista de integrar su gabinete bajo un sistema del reparto de los despojos de la guerra, quizá esté obedeciendo consignas, pero no tengo dudas que el haber hecho esta designación la pone de espaldas a los grandes intereses del país en materia de educación.
Es increíble que vaya a ser secretario de Educación el pequeño personaje que fue cantando por todo el país que “amor con amor se paga”, en clara señal de que el clientelismo con base en la hacienda pública es la fuente más rica de votos, y a la vez, el mecanismo más eficaz para destruir la ciudadanía y, por ende, la democracia.
La vieja canción vernácula cuya estrofa he reproducido, también dice muy claramente, palabras adelante, que el que se salga de ese carril, “se ande con mucho tiento”. Qué autoridad puede tener un personaje así para ubicarlo en la cima del poder. Creo que ninguna, y estimo como una bofetada a la nación su designación.
Será que es tan complejo el sindicalismo corrupto de la educación, los herederos de Elba Esther Gordillo, que se envía de secretario a Mario Delgado bajo la divisa de que, “para los bueyes del jaral, los caballos de allá mesmo”.
Todo indica que sí, y el anuncio de la presidenta electa es un negro nubarrón sobre el panorama de la República.
Con información de Sin Embargo