Por Jesús Pérez Gaona
El caso Édgar Villarreal, “el Fresa”, en enero pasado permitió el asedio contra la cúpula de la clase política en Tamaulipas. Lalo Gattas y Cabeza de Vaca celebran.

Pocos, solo los más enterados de la trama política tamaulipeca, anticiparon el temblor que traería consigo el arresto de Édgar Alejandro Villarreal, alias “el Fresa”, en enero pasado. Este fin de semana comenzaron a verse algunas de las consecuencias de esta acción del Gobierno de Estados Unidos.

Tal y como lo reveló en exclusiva LPO, la semana pasada el alcalde de Matamoros, Alberto Granados, fue detenido al intentar ingresar a los Estados Unidos a través del paso fronterizo de Brownsville, Texas. Allí le quitaron la visa y lo interrogaron, aunque el propio morenista intentó desmentirlo. Los periodistas de Tamaulipas le pidieron que muestre su visa y el alcalde respondió que la había dejado en su casa.

Sin embargo, la liberación de Beto Granados no despejó las dudas, y sobre la clase política tamaulipeca en el poder cayó una pesada sombra por los nexos de Édgar Villarreal -y el caso que lleva este último ante la justicia norteamericana- mientras en la Casa Blanca hay un cambio de paradigma en la lucha contra la corrupción y se emprende una cacería contra políticos mexicanos sospechados por vincularse de alguna manera al financiamiento desde los grupos del crimen organizado.

Desde luego, el primero en tomar el asunto en sus manos fue el propio gobernador, Américo Villarreal, quien -de acuerdo con fuentes que exigieron el anonimato- se estaría preparando para una reunión en la Ciudad de México con la titular de la Secretaría de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez. Así, el caso del Fresa se estaría convirtiendo en un asunto de estado.

La carpeta de su hijo, Américo Villarreal Santiago, no solo importa por los supuestos negocios con Edgar el Fresa, también para la Secretaría de Gobernación es importante abordar la agrupación que lidera junto a su novia, la senadora Cecilia Guadiana. Agrupación que se extiende por varios municipios del norte del país y que se llama La Avanzada.

Hay un asunto que mantiene en alerta al entorno más cercano del gobernador: Emilio Grimaldo, un expriista, originario de Ciudad Victoria y que venía manejando el vehículo en el que cruzó junto a Beto Granados. A Grimaldo también lo sometieron a un interrogatorio, y le cuestionaron todo tipo de vínculos por el tráfico de drogas en el caso de Edgar el Fresa.

Como con el alcalde de Matamoros, hay más de una versión sobre lo que respondió durante el interrogatorio en Estados Unidos. Lo cierto es que para el gobernador de Tamaulipas, Grimaldo cooperó y no dudó en dar nombres, fechas y cantidades. Por ello la indicación para Américo Jr. es no abandonar Coahuila, donde trabaja como superdelegado del Bienestar.

Américo Villarreal Santiago, superdelegado de Bienestar en Coahuila.

“Le dieron una cachetada para que hable, y como 20 para que ya se calle”, reveló una fuente a LPO sobre la disposición de Emilio Grimaldo a cooperar con las agencias de seguridad norteamericanas. El nuevo eslabón débil de la narcopolítica en Tamaulipas.

 

 

 

En frente, el alcalde Lalo Gattas presume que después de todo este asunto salió fortalecido. Pues luego de que ha sufrido una “persecución” -sus palabras- por parte del gobernador de Tamaulipas, serán los amigos de “Ameriquin”, el hijo de Villarreal, los que deberán retirarse un tiempo de la política, y no él, “como han querido desde que asumí en Victoria”.

Lo anterior en referencia al empresario Eloy Rivera, por un lado, y por el otro a Armando Pedraza, máximo operador político de la agrupación Avanzada. Gattas asegura además que gracias a que metieron la pata el grupo de Américo Villarreal no conseguirá el apoyo en el Palacio de Cobián para exigir su renuncia en el municipio de Ciudad Victoria.

 

En Morena no falta quien apunta el dedo contra el exgobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca y sus amistades con políticos de nivel, detrás de estos interrogatorios contra la cúpula morenista de Tamaulipas. Al menos eso presume cada que lo vistan en su exilio dorado en McAllen, donde alardea de su cercanía con Henry Cuellar.

Los últimos morenistas que lo vieron en Texas fueron su cuñado José Ramón Gómez Leal y Carlos Víctor Peña Ortiz. Con ellos, Cabeza de Vaca fue más altanero que de costumbre y aseguró que conoce el entorno de Donald Trump, gracias al abogado panista Eddie James Varon Levy, por el que tejió buenos lazos con Ted Cruz y Greg Abbott. El JJ y Makito le creyeron, el aumento de la temperatura en Tamaulipas no deja lugar a dudas.

Con información de La Política Online

 

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