Autocracia, violencia, polarización y menos pobres
Francisco Garfias
Misión cumplida!, presumió López Obrador en su último día de gobierno. “Cumplí con el juramento constitucional y, sobre todo, se hizo verdad la democracia…”, declaró ayer en la mañanera, como despedida. El Presidente se mudó de Palacio Nacional a su casa en Tlalpan a las 17:40 horas de ayer.
En el epílogo de su mandato aseguró que deja una disminución de 19% en los homicidios en relación con el sexenio anterior. No se sabe de dónde sacó ese porcentaje, pero son los “otros datos”. Los asesinatos cometidos durante su gestión rondan 200 mil –incluidos los feminicidios– según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad. Un récord.
Los abrazos, no balazos trajeron más luto que nunca a las familias mexicanas.
* Nos hereda igualmente la demolición del Poder Judicial. Frases como “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley” y el cese inminente de más de mil 600 juzgadores –entre jueces, magistrados y ministros– sustenta el calificativo.
Los juzgadores serán reemplazados por el voto popular con candidatos que aprobará mayoritariamente el oficialismo.
Deja también un Congreso con una mayoría calificada espuria. La complicidad del INE y el TEPJF hizo que el oficialismo tenga más de 2/3 de las curules en la Cámara baja con sólo 54% de los votos en la última elección.
No se necesita de un sesudo análisis para detectar el favor que le hicieron los órganos electorales a la 4T. A base de amenazas y presiones, el gobierno “del cambio” logró que el senador Miguel Ángel Yunes Márquez, del PAN, votara favor de la reforma judicial. También que otro senador, Daniel Barreda, de MC, se ausentara de la sesión, para que Morena y aliados lograran la mayoría calificada también en la Cámara alta.
López Obrador nos deja un Poder Legislativo convertido en oficialía de partes de la Presidencia. La instrucción “no le muevan ni una coma” fue acatada incondicionalmente por los abyectos diputados de Morena, PVEM y PT. Su gobierno estuvo lejos de ser democrático. Ni una sola vez en los cinco años 10 meses de su Presidencia se sentó a dialogar con la oposición: ni los vio, ni los escuchó. Otro legado es la polarización entre mexicanos, el odio a los que piensan diferente. Su fobia a las críticas es pública. Ve una conspiración cada vez que las recibe. Una y otra vez calificó a sus críticos como hipócritas, corruptos, ambiciosos y vulgares, que sólo buscan recuperar beneficios personales. A los periódicos nacionales y extranjeros que lo balconearon –incluidos NYT, Washington Post, Financial Times, El País, Reforma– los califica de “pasquines inmundos”.
Clientes de sus reiteradas críticas fueron Carlos Loret, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López-Dóriga, Denise Dresser, María Amparo Casar, Pablo Hiriart y Brozo, entre los más destacados. Dos intelectuales fueron clientes de la mañanera: Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín.
* En el campo de la salud no sólo quedamos lejos de superar a Dinamarca, como afirmó el Presidente, sino que deja “un desastre”, según el exsecretario de Salud, Julio Frenk.
López Obrador liquidó el exitoso programa del Seguro Popular para reemplazarlo por un Insabi que, a golpe de fracasos, fue cambiado por el IMSS-Bienestar. ¿Y qué decir de la escasez de medicamentos, que no logró erradicar ni con su megafarmacia? El descalabro más fuerte fue covid-19. La pésima gestión de la pandemia nos convirtió en uno de los cinco países del mundo con más muertos por el virus. La cifra oficial ronda los 334 mil fallecimientos, pero la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia asegura que fueron alrededor de 800 mil.
* En sus últimas declaraciones, López Obrador reconoció que no tuvo éxito en el combate a la corrupción. Justificó: “En seis años no es posible terminar de limpiar el gobierno, con la corrupción. Hay que continuar, ya se sentaron las bases”.
En cuanto a la economía, datos del Inegi nos dicen que el promedio de crecimiento durante la gestión de López Obrador fue de apenas 0.8% promedio. Incontables veces prometió que no endeudaría al país, pero en los últimos cinco años, ésta presentó un incremento acumulado de 3.314 billones de pesos (un aumento de 39.9%), señala la ASF entregada a los diputados.
* Por el lado positivo, hay que reconocer el aumento de 112% –de 85 pesos diarios a 190– del salario mínimo, pero también la proliferación de programas sociales que permitieron a los más vulnerables mejorar su condición de vida. Cifras oficiales hablan de 5.1 millones de mexicanos que salieron de la pobreza.
* Morelos ocupa el primer lugar en percepción de inseguridad a nivel nacional, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública. La primera gobernadora de esa entidad, Margarita González Saravia, promete recobrar la confianza de los morelenses. Para lograrlo se compromete a crear una Secretaría de Seguridad Pública con facultades de investigación y prevención del delito, pero también a mejorar los salarios y prestaciones de la policía.