Un informe de las fuerzas de investigación ecuatorianas revelaron la presencia del Cártel de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación. La frontera con Perú y Colombia es esencial para el tráfico de drogas.

 En un reportaje que publicó El Universal, se informó que desde 2012, elementos de Dirección Nacional Antinarcóticos y la Unidad Antisecuestro y Extorsión de la Policía Nacional de Ecuador visitaron México, con la intención de intercambiar información con la ahora desaparecida Policía Federal, sobre el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación.

 

Desde la década pasada, al gobierno de Ecuador le preocupaba la presencia de las organizaciones criminales mexicanas en su territorio, inquietud que se vio saldada con el reciente asesinato del candidato presidencial, Fernando Villavicencio.

 

El coronel Polivio Vinueza Torres, antiguo encargado de la unidad antisecuestro de la Policía Nacional de Ecuador, declaró en 2016: “Queríamos adelantarnos a los acontecimientos para neutralizar en su momento a grupos que, asociados con delincuentes ecuatorianos, pretendieran operar en nuestro país”.

 

Y es que la situación geográfica de Ecuador la convierte en un activo de vital importancia para el trasiego de drogas, pues comparte frontera con Colombia y Perú, los dos productores más grandes de cocaína en el mundo.

 

La Policía Nacional informó que en el país sudamericano trabajan un mínimo de diez organizaciones delictivas locales y tres de corte internacional: Cártel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación y La Mafia Balcánica.

El informe de las fuerzas oficiales reportaron que el Cártel de Sinaloa tiene presencia en Ecuador desde 2003, fecha en la que comenzó el envío de emisarios para coordinar la salida de droga a través de aeronaves, lanchas rápidas y buques con destino a Centroamérica y Estados Unidos.

 

“La violencia de los últimos tres años entre bandas ecuatorianas está relacionada al posicionamiento y generación de alianzas de estas células con el Cártel Jalisco Nueva Generación, para brindarle apoyo logístico en el tráfico de drogas a cambio de armas de fuego y drogas”, informó el reporte de las autoridades.

 

Durante una conferencia de prensa mañanera posterior al asesianto del político ecuatoriano, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que era muy pronto para “repartir culpas”, ante el cuestionamiento de la prensa que las organizaciones delictivas mexicanas eran las responsables del crimen.

 

“Esta volatilidad también ha generado efectos directos en las masacres carcelarias evidenciadas desde el año 2020, como la semejanza de eventos criminales ejecutados por este grupo organizado transnacional (decapitados, cuerpos colgados en puentes), con eventos de mayor incidencia en donde se concentran los puertos marítimos más importantes”, indicó el documento.

 

“Tiene cierto sentido que los mismos fenómenos que vemos en México de narcocultura, narcofosas, penetración del narco en procesos electorales, en todo lo que en México nos horroriza, y que hemos empezado a mapear con todo detalle, estos mismos escenarios se den en Sudamérica en donde los grandes grupos de macrocriminalidad, tanto el Cártel de Sinaloa como el CJNG, están actuando”, sentenció David Saucedo, experto en seguridad.

 

Con información de La Política Online

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