Alejandro Sicairos

El periodismo en Sinaloa traza la huella generosa del ejemplo cuando el tesón, intrepidez y compromiso social se ponen al servicio de los más olvidados, los sin voz.

Sin importar las limitaciones que la violencia impone en Sinaloa a reporteros y medios acostumbrados a hacer periodismo que brilla en lo nacional e internacional, la labor de los obreros de la información ha saltado las barreras del miedo y resplandecido desde lo local a lo global con galardones como el Gabriel García Márquez otorgado a Míriam Ramírez, y al seleccionar la Sociedad Interamericana de Prensa a Jesús Bustamante y América Armenta como finalistas del Premio de Excelencia Periodística.

Por ellos, y por tantos periodistas que ponen en alto el gran nivel con que aquí se ejerce, la profesión tan esencial para las sociedades se hincha de orgullo pese a los tiempos difíciles donde la narcoguerra persevera en aniquilar todas las esperanzas. Desde los reconocimientos obtenidos por los laureados, las condecoraciones se extienden al gremio en general que cada día honra la misión y visión de los comunicadores.

Míriam Ramírez ganó el Premio Gabo en la categoría de cobertura 2025 debido a la investigación conjunta “Río Bravo, el caudal de los mil migrantes muertos”, en la que fue acompañada por un equipo de más de 20 periodistas de El Universal, The Washington Post y Lighthouse Reports, talacha que la llevó al reporteo vivencial y de indagación en las fronteras sur y norte de México para documentar abusos de parte de autoridades mexicanas y estadounidenses.

Ella es una mujer sencilla, valiente y honesta por cuya sangre corre la curiosidad en temas sociales no saldados hasta que la acuciosidad de la reportera la desentraña. Es integrante del equipo de Periodismo de Investigación del diario El Universal que dirige Silber Meza, otro sinaloense que pone en alto a esta tierra donde la vocación por hacer válida la libertad de expresión entra con el son de la tambora, el aguachile de camarón y el jugo ámbar de una Pacífico.

Mientras tanto, América Armenta y Jesús Bustamante recorrieron con éxito todas las garitas de evaluación de la calidad periodística que implementa la Sociedad Interamericana de Prensa hasta calificar como finalistas en el concurso que reconoce lo mejor del Continente en la generación de contenidos noticiosos. Con el mismo trabajo de investigación “Narco contaminación, cocinando un desastre ambiental” obtuvieron en octubre de 2024 el Premio Nacional de Periodismo.

Bustamante dirige actualmente la Asociación de Periodistas y Comunicadores Siete de Junio y Armenta se dedica al activismo de amparo a grupos ciudadanos en situación de vulnerabilidad. Profetas en tierra ajena, el hoy desaparecido Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y la SIP encontraron los méritos suficientes para resaltarlos por dar testimonio y pruebas de la devastación en las zonas serrana y costera causada por la contaminación que dejan los narcolaboratorios en los ecosistemas, al elaborarse allí drogas sintéticas como el fentanilo.

El periodismo en Sinaloa traza la huella generosa del ejemplo cuando el tesón, intrepidez y compromiso social se ponen al servicio de los más olvidados, los sin voz. Más allá de ser reporteros se trata de mujeres y hombres que inciden en la defensa de derechos humanos y libertades consagradas en la Constitución. En estos luchadores callan sus egos y hablan a gritos las denuncias y hallazgos en la batalla desigual contra instituciones y gobernantes que ocultan los agravios.

El periodismo en Sinaloa dejó atrás la caricaturesca categorización como cuarto poder y asciende a la práctica de la lucha social como acompañante obligado de la persistente acción cívica que sueña con dejar atrás al País y estado hosco, atrabiliario y atroz. He allí a la prensa que a través de Míriam Ramírez, América Armenta y Jesús Bustamante emerge en la narcoguerra de Sinaloa en la que todos creíamos que nada fortificante germinaría.

Honor a quienes honor merecen, la distinción se expande a colegas y trincheras con efecto expansivo benéfico para los sinaloenses todos. Celebremos pues como la única tregua posible cuando los miedos también se pausan.

Reverso

En esta guerra, tambores,

No suenen a pesimismo,

Toquen redobles de honores,

Por el decoro del periodismo.

Vive Enrique Gutiérrez

El adiós al periodista Enrique Gutiérrez no es por la ausencia de ejemplos y aportaciones al diarismo sinaloense porque fue pionero en el periodismo de investigación, forjador de una generación de comunicadores que desmenuzaba los hechos y deletreaba una y otra vez los textos de prensa hasta hacerlos decir la verdad. Es un hasta pronto a quienes lo seguiremos encontrando en sus reportajes y crónicas donde daba cuenta de experiencias inimaginables vividas por los más pobres de los pobres, con quienes llegó a mezclarse para tener la corroboración exacta de lo que informó. Amigo generoso, soñador de las nirvanas que sólo podía concretar el reportero, la historia lo guarda en las hemerotecas, grabaciones radiofónicas y videos de noticieros, aunque fundamentalmente las sabias charlas de prosa fina bajo la sombra de los árboles de su muy particular paraíso guasavense.

 

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