CCE. ¿Algún llamamiento a favor del Parlamento Europeo?
El 11 de marzo se cerró la cicatriz provocada por un largo proceso de intensas conversaciones sobre el futuro del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). El pasado viernes no hubo el choque de manos que suele ocurrir cuando se cierra un pacto. A través de una reunión virtual, los líderes de los órganos empresariales más importantes decidieron, por unanimidad, garantizar los consensos en cualquier toma de decisión. De acuerdo con los procesos, la Comisión Ejecutiva del CCE dio paso al cambio de poderes en la Presidencia del Consejo y formalizó la asunción de Francisco Cervantes, quien encabezó su primera reunión ya como presidente electo haciendo un llamado a la unidad empresarial.
Los protocolos se cuidaron, la cordialidad fue patente, pero los primeros pincelazos de un evento delicado le pusieron granos de sal a la reunión; una noticia caliente, que se había registrado horas antes, alimentaba la sensación de que los nuevos tiempos en el CCE estarían acompañados por un lamentable contexto, preocupante, que exige claridad en las posturas. El Gobierno de la República llamó “borregos” a los diputados del Parlamento Europeo. A través de una carta, escrita por Andrés Manuel López Obrador y algunos de sus colaboradores, los acusó de sumarse a la “estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación”. Este hecho inédito, evidentemente, fue materia en la primera reunión de Francisco Cervantes como Presidente del CCE. Si bien ésta se concentró, principalmente, en el cambio de poderes, en algún momento se deslizaron algunas expresiones de asombro y preocupación por la encendida carta. Al final, no se tomó una determinación al respecto, pero alguna postura tendrá que tomarse ante una bomba que acaba de estallar. Francisco Cervantes, dicen quienes lo conocen, tiene oficio político, carisma, buenas relaciones, considera importante tomar en cuenta a las bases, sabe incluir y generar consensos. Pero la postura que tomen los empresarios en torno de un asunto de este calibre, y sobre otras papas calientes durante estos primeros meses, serán definitorios para el CCE. En la big picture están la reforma eléctrica, la defensa a las instituciones, el respeto a las leyes, pero hoy se requiere una postura clara por parte de los empresarios frente al desencuentro con el Parlamento Europeo; no hay lugar a las medianías, el sector privado debe separarse y distanciarse de la posición que tomó el gobierno mexicano. En este momento, las representaciones empresariales tendrían que trabajar en el mapa de impactos que la declaratoria presidencial tendrá en el Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea; cómo contrarrestar las señales enviadas a los socios comerciales y empresas con las que se sostienen añejas relaciones. ¿Vendrá el manotazo sobre la mesa? Las señales han sido consistentemente malas. En febrero, el Presidente de la República descalificó los comentarios del Secretario de Estado del gobierno de Estados Unidos, Antony Blinken, quien había manifestado preocupación por el asesinato de periodistas en México. “Está mal informado, porque de lo contrario estaría actuando de mala fe”, dijo.
El gran reto que tiene Francisco Cervantes está en encontrar un balance entre los grupos de empresarios que quieren incendiar y confrontar totalmente al gobierno mexicano y los otros que quieren dialogar. Todo eso manteniendo una independencia y, a su vez, aprovechando sus grados de influencia ante el poder político. Ahí va a estar el arte. ********** La coyuntura Rusia-Ucrania también obliga a construir una narrativa. El conflicto provocará ajustes en los mercados energéticos, lo que obligará a todos los países a disponer de energéticos suficientes y competitivos. La reforma eléctrica, bajo este contexto, es clave, lo que significa que debe sostenerse el storytelling basado en que los ajustes planteados por el gobierno rompen con los tratados comerciales y podrían sentenciar al país a un sistema caduco, entre otras consecuencias. Pero, el llamado radica en exponer que la reforma eléctrica sí es un factor, pero sobre todo el gran problema (o virtud) es que los energéticos en general son un insumo vital para el crecimiento y los costos de un país, y sin ellos no hay sector productivo que pueda operar adecuadamente. Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
Con información de EXP