A través de un mensaje anónimo de los criminales que desaparecieron a su hijo, la activista Ceci Flores, líder del Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, halló presuntamente los restos de uno de sus dos hijos desaparecidos.

Los restos del cadáver hallados, posiblemente sean de su hijo Marco Antonio Sauceda Rocha, cuyo cuerpo fue abandonado en el desierto de Sonora.

Cecilia Patricia Flores Armenta es madre soltera de seis hijos y ha vivido la desaparición de tres de ellos. El primero, Alejandro, de 21 años, desapareció el 30 de octubre 2015, secuestrado en la comunidad de Juan José Ríos, de camino a ciudad de Los Mochis en el vecino estado de Sinaloa.

Los otros dos, Marco Antonio, de 32 años, y Jesús Adrián, de 15, fueron víctimas de secuestro por un cártel en Bahía de Kino, Sonora, el 4 de mayo de 2019. Al menor lo liberaron, pero el mayor fue desaparecido.

Debido a estos episodios, Ceci Flores fundó, a finales de 2015, el colectivo de mujeres que busca a más de 7 mil personas desaparecidas en México y que durante el tiempo que llevan rastreando en regiones controladas por el crimen organizado, han encontrado más de 2 mil cuerpos en fosas o crematorios clandestinos.

“Donde comienza el cerco hay un portón, usted lo quita, van a entrar y ahí está y fue lo que hicimos -dijo la mujer- quitar el portón entrar y aquí estaba, es el único cuerpo que hay al momento y pues por la información que me da esa persona (anónimo) pienso que puede ser mi hijo, de hecho mi hija cuando pasamos justo por aquí me dijo que soñó a su hermano”, narró Flores Armenta.

Acompañada por personal de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas y agentes de la Guardia Nacional y de la Fiscalía de Sonora, además de una decena mujeres que buscan a sus familiares, Flores Armenta llegó al kilómetro 87 de la carretera Hermosillo-Bahía de Kino, donde el mensajero anónimo le aseguró que en ese predio habían abandonado el cuerpo de su hijo.

“Yo soñé que él (mi hermano) venía de aquel lado y yo de este lado caminando, ya que nos encontramos me decía: ‘tan cerquita que estaban gordita y no me encontraban”, relató Cecilia Guadalupe Valenzuela Flores, hermana de la víctima.

“Me siento muy mal, pero a la vez feliz porque creo que ya merecía regresar a casa”, añadió su hermana.

Tras el hallazgo, el Laboratorio de Inteligencia Científica Forense de la Comisión Nacional de Búsqueda debe llevar a cabo las pruebas de comparativa genética para determinar si los restos óseos encontrados corresponden a Marco Antonio.

La madre buscadora, como se les conoce en México a miles de mujeres que se movilizan por el país con la esperanza en encontrar a sus hijos desaparecidos, dijo que continuará buscando a sus hijos porque todavía le falta encontrar a Alejandro.

Apenas el pasado 17 de abril, la activista fue reportada como desaparecida al quedarse incomunicada por estar buscando junto a la costa, acompañada por agentes de la Policía Estatal que siempre la custodian.

Por su labor, la activista ha sido amenaza por el Cártel de Sinaloa, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y “La Plaza” de Rafael Caro Quintero, grupos criminarles que operan en el noroeste de México.

Apenas el pasado martes, Teresa Magueyal, madre que buscaba a su hijo desaparecido en el estado de Guanajuato, centro de México, fue asesinada en la comunidad San Miguel Octopan, ubicada en el municipio de Celaya, donde desapareció su hijo José Luis en abril de 2020.

Magueyal se convirtió en la primera activista de su tipo en perder la vida este año.

En 2022, según cifras de Gobierno de México, fueron asesinadas cinco activistas buscadoras de personas desaparecidas.

Con información de EFE

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