Celebran el centenario natal del filósofo Luis Villoro en el Colnal
Ciudad de México. Para conmemorar el centenario natal del filósofo Luis Villoro Toranzo (1922-2014), El Colegio Nacional (Colnal), del que fue integrante, organizó dos días de mesas de reflexión con el propósito de abrir la discusión a temas que tuvieran que ver con asuntos de interés general en las ciencias sociales y el pensamiento contemporáneo.
“Tratamos de abrir el abanico de sus intereses porque Luis Villoro fue una persona que interpeló a distintos sectores sociales con preocupaciones diferentes, y de alguna manera tuvo una aproximación interdisciplinaria a distintas tareas del pensamiento”, expresó su hijo, el escritor Juan Villoro Ruiz, también integrante del Colnal, y coordinador del ciclo con el historiador Javier Garciadiego.
En la primera mesa del jueves 3, día del aniversario del homenajeado, el abogado Miguel Limón Rojas, cuyo tema fue la educación, habló de cómo acompañó a Villoro Toranzo en la creación de la Universidad Autónoma Metropolitana. Para el exsecretario de Educación Público durante el sexenio de Ernesto Zedillo, don Luis fue –en el sentido de Albert Camus- “un hombre rebelde en toda la extensión de la palabra. Con eso nos referimos a esta cualidad virtuosa que mantiene a la persona erigida y leal a los valores que determinan su existencia”.
Para el tema La reforma política, el jurista Diego Valadés abordó la participación, en 1977, de Villoro Toranzo, en una serie de reflexiones públicas que culminaron con un planteamiento para reformar el sistema electoral y de representación en México. “Las tesis planteadas por don Luis tuvieron impacto en su momento y siguen vigentes en el nuestro”, señaló Valadés. Además, sus tesis fueron citadas con mucha frecuencia por otros participantes, sobre todo, los que procedían del ambiente académico que consideraban que los representaban”.
El abogado José Ramón Cossío, cuyo tema fue El Estado, el derecho y la autonomía indígena, conoció al homenajeado con motivo de los Acuerdos de San Andrés: “Don Luis preguntaba cómo les íbamos a dar forma jurídica. Me decía, usted nos tiene que dar soluciones. Le contestaba, más bien ustedes las tienen que dar desde la ética y la filosofía política”. Según el exministro de la Suprema Corte de Justicia, su introducción al mundo indígena de la mano de don Luis, le significó entender que “hay otros pluralismos, otras formas constitutivas. Me ayudó a romper esta idea de una centralidad de Estado como si fuera la única posibilidad”.
En la segunda mesa del día, el filósofo Guillermo Hurtado aseguró “cuando pensamos en la relación de Luis Villoro y la política, lo primero que nos viene a la mente es su vínculo estrecho con el Zapatismo, sin embargo participó de manera destacada en la política nacional desde mucho antes”. Hurtado prepara una antología de artículos escritos por el académico en relación con la política desde muy temprana edad y que continuó produciendo hasta sus años de madurez.
Identidad y concepto de nación fue el tema del antropólogo Roger Bartra, quien participó a distancia. Trajo a colación el libro Los grandes momentos del indigenismo en México, de Villoro Toranzo, publicado en 1950, en que “no se dedica a definir lo mexicano, sino principalmente a desplegar su pasión por salvarse de su desgarramiento interno, el del mestizo para recuperarse a sí mismo en un acto de amor por lo indígena y el pasado prehispánico”.
A juicio de Bartra la parte esencial del pensamiento se plasma en el capítulo final titulado Lo indígena como principio oculto de mi yo que recupero en la pasión, en el que ofrece “una pequeña joya del pensamiento filosófico en México y nos revela las intimidades de su personalidad”. De acuerdo con el también sociólogo, las ideas encontradas en este capítulo brotarán de nuevo muchos años después.
En 1994, “el lanzamiento Zapatista avivó la llama de la pasión por el ser indígena que había encendido Luis de joven y no se había extinguido. Aunque se ha hablado de que Villoro Toranzo vivió una conversión al adoptar los principios del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, más bien descubrió en los indígenas levantados en armas en Chiapas, un impulso que renovó su pasión. La pasión que lo llevó a militar en el ejército neozapatista es la misma que lo animó 50 años antes”.
El fraile dominico y teólogo Carlos Mendoza tuvo a su cargo Filosofía de la religión.
Con información de La Jornada