CUANDO UN HOMBRE REGRESA DEL SILENCIO
BITÁCORA INQUIETA
Jesús Octavio Milán Gil
El silencio no es ausencia: es el lugar donde se afilan los regresos.
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I. Antes de la tormenta: lo que vuelve cuando un país tiembla
Hay silencios que no son renuncia.
Hay hombres que se retiran a la sombra solo para escuchar mejor el ruido del país.
Y hay figuras —esas que la historia no suelta tan fácil— que no desaparecen ni cuando prometen hacerlo.
Andrés Manuel López Obrador dijo que se iba.
Que Palenque sería su retiro.
Que su voz quedaría guardada como un recuerdo.
Pero México —este México que cruje, respira, sangra y avanza a la vez— tiene una manía:
llamar de vuelta a quienes le hablaron a la conciencia colectiva.
Y por eso, su reaparición no es casualidad.
Es síntoma.
No de él.
De nosotros.
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II. Diez puertas abiertas para un regreso inevitable
Nadie vuelve por capricho.
Se vuelve por necesidad.
Por peligro.
Por alarma.
Y México, que vive entre la esperanza y la intemperie, sabe encender alarmas como pocos países.
Aquí están las diez puertas —las puertas— por las que un expresidente sí regresaría del silencio.
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1. Cuando la gobernabilidad deja de sostener el techo
Si el país se tambalea, si la economía se enfría, si la seguridad se desborda, si la calle se llena de rabia…
esa sería la primera puerta.
Los líderes regresan cuando la patria se queda sin sostén.
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2. Cuando la presidenta es atacada para caer, no para corregir
Si Claudia Sheinbaum fuese blanco de un golpe blando, de un cerco económico, de una campaña sucia o un sabotaje institucional,
el silencio se rompería.
No por nostalgia.
Por lealtad.
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3. Cuando Morena deja de ser movimiento y se vuelve ring
Las rupturas internas son más peligrosas que la oposición.
Si el partido se fractura,
si las tribus se desgarran,
si el proyecto se diluye,
regresará el fundador a evitar la implosión.
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4. Cuando tocan su legado como si fuera desecho
El país es celoso con su historia, y él lo es con sus reformas.
Tocar la energía, la GN, los programas sociales o el modelo de bienestar
sería abrir la puerta del tigre.
Porque hay batallas que no aceptan suplentes.
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5. Cuando Washington habla demasiado fuerte
Si Estados Unidos intenta dictar, presionar o imponer,
AMLO regresa como regresa el mufón herido:
con la defensa de la soberanía en la garganta.
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6. Cuando la moral del proyecto se agrieta desde dentro
Un escándalo mayor, una corrupción que manche su nombre o el de los suyos,
lo obligaría a volver para dar la cara.
Aclarar.
Defender.
Separar lo limpio de lo podrido.
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7. Cuando la derrota electoral amenaza la continuidad del rumbo
Si Morena pierde lo que no debería perder:
Congreso, bastiones, legitimidad, calle…
entonces regresaría
—como general moral—
a levantar los estandartes.
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8. Cuando el gabinete se convierte en tablero de guerra
Si dos proyectos se enfrentan dentro del gobierno,
si la tecnocracia choca con el humanismo,
si el corazón choca con la estadística,
sería llamado a inclinar la balanza.
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9. Cuando la narrativa del país es arrebatada por el odio
Si la guerra mediática busca socavar la presidencia,
si el desprestigio es sistemático,
si el clima político se llena de veneno,
AMLO volvería como escudo simbólico.
No por él.
Por la base que lo sigue.
Por la historia que defendió.
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10. Cuando se intenta derribar el Estado social que construyó
Este es el punto rojo.
La línea sagrada.
El límite.
Si eliminan becas, pensiones, apoyos, subsidios, derechos ampliados,
si se mutila el Estado social,
no habrá selva profunda que lo oculte.
Saldrá.
Hablará.
Actuará.
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III. Lo que de verdad significa su regreso
No regresaría por ambición.
Ni por gloria.
Ni por nostalgia.
Regresaría porque hay veces en que un país exige la presencia del que lo sacudió.
No para mandar.
No para imponer.
Sino para recordar el rumbo cuando la brújula se estropea.
AMLO no volverá al poder.
Volverá, si acaso, al combate moral.
Porque hay hombres que no regresan al cargo,
pero sí regresan al deber.
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IV. Epílogo: lo que México dice cuando llama a sus viejos fantasmas
En un país como el nuestro,
la historia no está muerta:
está agazapada.
Los hombres que se retiran al silencio no siempre se quedan ahí.
A veces el país los convoca,
los provoca,
los exige.
Y cuando eso ocurre,
vuelven no por sí mismos,
sino por el eco de un pueblo que, aun con errores,
aun con heridas,
aun con contradicciones,
no deja de buscar a quien le recuerde el camino.
Porque México —este México vivo, dolido, intenso y luminoso—
no llama a cualquiera.
Llama a quien dejó huella.
Y cuando un país llama así,
no es para conversar:
es para resistir.
El saber no descansa, la lectura provoca y el pensamiento sigue. Nos vemos en la siguiente columna.
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