Nunca un gobierno se vio tan desorientado en una crisis provocada por la violencia. Nunca su ausencia fue tan notable. En Sinaloa hemos tenido muchas crisis. La más traumática, violenta, infernal, fue provocada con la aprehensión de Alfredo Beltrán Leyva en enero de 2008, pues su hermano Arturo culpó a Ismael Zambada y a Joaquín Guzmán de haberlo entregado y les declaró la guerra, se alió con Los Zetas y con ello Sinaloa y muchas zonas del país, terminaron bañadas en sangre. Duró cuatro años. Esa fue una guerra. Todavía 2011 fue el año que más homicidios dolosos se registraron en Sinaloa. La ganaron los chapos y los mayos. En diciembre de 2009 mataron a Arturo Beltrán, el Botas blancas, y su organización empezó a declinar. Con los años, unos y otros se reencontraron en el negocio y terminaron por entender que, en nombre de ese propósito, business is business, vale más llevar la fiesta en paz.

Pero la aprehensión de Ismael Zambada García, haya sido secuestrado o se haya entregado voluntariamente a los Estados Unidos, deja un vacío que debe llenarse por alguien. Y no es poca cosa, estamos hablando del narcotraficante más poderoso del país y tal vez del mundo, con redes criminales en los cinco continentes, con relaciones políticas desde hace décadas y, ni se diga ya, de tratos y acuerdos con mandos policiacos federales y castrenses para su protección y de sus negocios, desde que es líder del Cártel de Sinaloa. Pero tiene una base, una especie de bunker, que fue construyendo durante décadas, una especie de corporativo que sus herederos pretenden conservar y, si lo vieron suelto en algún momento, recuperar. Este bunker es Culiacán.

Por eso es previsible, si los enfrentamientos no se detienen y si no hay un acuerdo de paz antes de que esto sea imparable, que las refriegas se trasladen al casco urbano, donde podrían concentrase miles de hombres armados de un día para otro.

Hasta ahora la presencia del gobierno federal se ha limitado a la observación. Llegaron refuerzos, incluso aviones tipo Texan —uno de ellos hizo estragos en las fuerzas de los Chapitos cuando detuvieron a Ovidio Guzmán en enero del 2023, en Jesús María—, pero hasta ahora solo se han dedicado a patrullar en zonas rurales y a acudir cuando hay algún evento; no se observa una estrategia de combate a los comandos y solo reaccionan, como lo han hecho al inicio de las confrontaciones la madrugada del lunes, después en Eldorado, la entrada sur de Culiacán… Si tuvieran una estrategia no hubieran ingresado a Culiacán 15 camionetas —algunas artilladas— el martes a las once y media de la mañana, y disparado al aire como diciendo ya estamos aquí. Una burla.

Los gobiernos estatal y nacional se cansaron de decir que no pasaba nada, enredados en un discurso que terminó siendo alimento de memes y chistes en medio de la tragedia —como si las cosas estuvieran para reírnos—, hasta que el mismísimo presidente, que siempre le dio la espalda al problema que representaba el narcotráfico desde hace décadas, terminó apelando al llamado que hizo el Mayo Zambada en una carta para que no hubiera una guerra a partir de su “secuestro”.

Y peor aún, el presidente llamó a los grupos en conflicto, a los mayos y a los chapos, a que se calmaran, que cuiden a sus familias, que actuaran con responsabilidad. Patético. Un presidente de la república renunciando a su deber principalísimo de brindar seguridad a los ciudadanos que gobierna, es un presidente derrotado; no hay otra manera de calificarlo. La pregunta es dónde queda la sociedad, dónde la gente de a pie, la que va a trabajar todos los días, los niños y muchachos que van a la escuela si el propio presidente de la república tiene que pedir de favor a los grupos criminales que sean “responsables”. ¿Hacia dónde mirar?, ¿a quién apelar? ¿prendemos veladoras y nos ponemos a orar?

Todo esto sin contar todavía lo que puede ocurrir con el Mayo Zambada frente a los fiscales y en el juicio. Se ha declarado no culpable pero su abogado, Frank Pérez dijo que no está descartada una negociación con el gobierno. Una negociación es cooperación y la cooperación en estos casos se traduce en información. Que cada quien entienda lo que quiera entender.

Bola y cadena
EL QUE QUEDÓ ATRAPADO EN EL CONFLICTO es el gobernador Rubén Rocha Moya. Ocurrió desde el 25 de julio, cuando aprehendieron a Joaquín Guzmán López y al Mayo Zambada y mataron a Héctor Melesio Cuen. Un día maldito para él. Ahora que atisba la guerra su situación empeora, porque el presidente AMLO ya se va y no hay ninguna seguridad de que la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum, lo apoye como lo ha hecho el tabasqueño, aunque haya dicho que lo hará. Ante la magnitud del conflicto que se asoma y el cambio de presidencia, Rocha queda en la orfandad. Malo para él y muy malo para los sinaloenses.

Sentido contrario
DENTRO DE TODOS SUS DESACIERTOS, Rocha tomó una medida muy pertinente al suspender las festividades patrias pues, aunque los grupos en pugna no se atreverían a meterse con la sociedad como sí lo han hecho otros grupos de otras partes del país, nadie podía garantizar que no se presentaría un acto de provocación funesto para la ciudadanía. Con lo que tenemos basta.

Humo negro
SOBRE LA CONSULTA REALIZADA por el Congreso del Estado para reformar la ley orgánica de la Universidad Autónoma de Sinaloa, solo queda preguntar ¿tendrá el congreso la suficiente vergüenza para declinar los resultados, cuando no acudió ni el uno por ciento de la comunidad universitaria a sufragar? Apuesto que no.

Con información de Ríodoce.

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *