Alguien tiene que Decirlo

Samuel Sarmiento

El “nearshoring” o relocalización es una de las estrategias de negocios que más hemos escuchado y que consiste en que las empresas internacionales trasladan sus cadenas de producción o partes de ellas, a un país más cercano al consumidor final, disminuyendo con ello, los costos de producción, riesgos de suministros y tiempos de entrega.
En los últimos años, 3 factores han acelerado el nearshoring.
Primero, entre el 2018 y 2019, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, sumado al envejecimiento de la población y el aumento en los costos laborales, disminuyeron los atractivos de mantener las inversiones en el país asiático.
Por lo que se especula que México se puede convertir en la nueva China, ya que nuestro país es el principal socio comercial de Estados Unidos, con un comercio global de 533,000 millones de dólares de enero-agosto de 2023, superando a Canadá y China, según el Departamento de Comercio de EUA.
Segundo, la Pandemia del Covid-19, limitó la movilidad y semiparalizó la economía, rompiendo las cadenas de suministros globales, evidenciando el riesgo de la lejanía de los insumos y los costos logísticos.
Tercero, la guerra entre Rusia y Ucrania, 2 países productores y exportadores de energéticos y alimentos, que aumentaron los costos de producción.
En este sentido, el Banco de México diseñó el Índice de Propensión a la Relocalización, con el objetivo de determinar qué industrias y qué estados son más proclives a beneficiarse de la relocalización de las empresas globales.
Por ejemplo, las principales manufacturas beneficiadas por el nearshoring son los componentes electrónicos, muebles de oficina, maquinaria y equipo agropecuario, y productos de hierro y acero.
Mientras que las principales ciudades beneficiadas son las metrópolis fronterizas, como Saltillo, Monterrey, ciudad Juárez, Tijuana y Reynosa.
Cabe destacar que, en el ranking nacional, Culiacán y Mazatlán se encuentran en el lugar 17 y 34 de las ciudades más atractivas para el nearshoring, entre los más de 2,400 municipios del país.
Y prueba de ello, es la primera comunidad manufacturera del Grupo Tetakawi en Mazatlán y la colocación de la primera piedra de la empresa estadounidense Consolidated Presicion Products (CPP), que tiene más de 32 años de experiencia en el mercado aeroespacial, de defensa e industrial, con clientes como Boeing, Airbus, General Electric y Rolls Royce.
Y se proyecta que, en los próximos años invertirán más de 300 mdd y se generarán más de 10 mil empleos formales, en beneficio de los jóvenes de Mazatlán, Concordia, Rosario y Escuinapa.
Sin lugar a dudas, un gran acierto, ya que la única forma de que una familia pueda superar la pobreza es mediante un empleo formal y bien pagado.
En este sentido, durante la actual administración estatal han llegado 1,087 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa, que se suman a los más de 50,000 millones de pesos de inversión privada nacional, que se han captado gracias a los incentivos fiscales previstos en la Ley de Fomento a la Inversión para el Desarrollo Económico.
Sin embargo, para que Sinaloa aproveche la era del nearshoring es urgente replantear algunos temas, como el rediseño institucional del CODESIN y del CIT Sinaloa, así como fortalecer la conectividad aérea y portuaria, y darle un mayor impulso al turismo de alto poder económico.
Por eso, le pregunto estimado lector: el nearshoring beneficia las economías estatales, pero ¿desplazará a las empresas locales?
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