DISPUTA PATRIOTERA
CHISPAZO
Felipe Guerrero Bojórquez
“Y si es necesario nos vamos a movilizar, porque no queremos que haya impuestos a las remesas de nuestros paisanos”: Claudia Sheinbaum. Es cierto, habló de remesas no de migración, pero para el pensamiento trumpeano es lo de menos: La presidenta se expresó en contra de su política anti migratoria, sobre todo en un momento en el que Trump trata a toda costa de recomponer sus fallidas promesas de campaña.
Pero, por otro lado, nadie inventó nada, menos “la oposición” que de por sí apenas puede con su alma, aunque cuando le conviene el régimen le otorga poderes extraordinarios. Prefiere la 4T hacer esto, que reconocer que es la ciudadanía la inconforme o la verdadera opositora a algunas de sus decisiones.
Cierto, hoy a la llamada oposición la utiliza el régimen a su conveniencia, no porque realmente le preocupe como tal, sino porque es necesario seguir construyendo un discurso que culpe a los “conservadores y antipatriotas” de las graves fallas de la Cuarta Transformación. Un discurso que al mismo tiempo sostenga al régimen ante sus seguidores. Se trata de seguir culpando al pasado, aunque ya lleven más de seis años en el poder y hayan cometido fallas tan igual o peores que sus “adversarios”.
En la elección del Poder Judicial, sus pobres resultados, no fue responsabilidad del INE o del propio gobierno y su partido que se metieron con todo para llevar gente a las urnas, sino de los opositores “porque se dedicaron a boicotear” el proceso. Es decir, culpar del fracaso electoral a “los enemigos de México” es lo importante, no que el hecho mismo signifique darle a la oposición poder y credibilidad, como para convencer a 87 millones de mexicanos de no salir a votar. ¡Nombre! ¡Esos opositores son unos genios!
Esta vez, de nuevo la presidenta endilgó a la oposición haber realizado una campaña para que Estados Unidos la culpara de los disturbios violentos en Los Ángeles. ¡Qué bárbaro! ¡Qué capacidad del PRI y el PAN para convencer al imperio! Primero, como si los enclenque opositores tuvieran el potencial suficiente para armar campañas de un día para otro y, segundo, como si los gringos los ocupara para tomar sus decisiones. Pero además, la idea de que todo fue armado por la oposición y que Donald Trump se las compró, no solo le otorga poderes extraordinarios a los enemigos de la 4T, sino que, además, rebaja al gobierno trumpista a la idea de hacer señalamientos influenciado por los mitotes de los contras de la presidenta. Como si la inteligencia gabacha no registrara permanentemente los dichos públicos y privados de nuestra Comandanta.
Nada de eso ocupa el régimen de Trump para actuar como lo está haciendo. Lo consignamos en nuestra columna de ayer: Las declaraciones de Sheinbaum, hace tres semanas, sobre el impuesto a las remesas y de “si es necesario movilizarnos” para impedirlo, le cayó como anillo al dedo al gabacho presidente. Y luego la iconografía: bandera mexicana, patrullas bajo el fuego, vándalos encapuchados gritando consignas en español, edificios dañados. La tormenta perfecta, su velocidad y su desplazamiento al ritmo de un discurso de odio extremo, el llamado a exterminar a las lacras, a los criminales, a las bestias “que han invadido nuestra patria ondeando banderas extranjeras”.
Ni a quien irle en este duelo de discursos donde los consensos al interior de cada pueblo es lo que menos importa, y donde las ideologías, más allá de la constitucionalidad, pugnan por imponer sus condiciones. La de Trump cargada a la ultraderecha, y la de Claudia hacia una izquierda donde la intransigencia ha ganado terreno.
¿Qué sigue en esta lucha donde las víctimas reales, los migrantes, se encuentran en medio de la disputa patriotera? Como si los connacionales hubiesen salido de México por su gusto, felices y contentos, y como si no se hubiesen arraigado solos, a base de trabajo, en una tierra y en una nación que legítimamente les pertenece.