El Culiacanazo 2.0
Oswaldo Villaseñor
Adiós a la bandera de los abrazos. Balazos repelieron los abrazos de la gente buena
Los disparos a un avión de una aerolínea comercial que aterrizaba en el aeropuerto de la Ciudad de Culiacán, marcó el derrumbe de la política de seguridad de abrazos y no balazos que promueve el Presidente López Obrador.
Los gritos de terror de los pasajeros que venían en el vuelo de Aeroméxico que no entendían que pasaba al tocar tierra en Culiacán, el llanto de los niños que solo preguntaban Porque Tenían que agacharse y todos mostraban miedo en sus rostros, tumbó el experimento de una alianza con los carteles como fórmula para bajar los índices de asesinatos y delitos de las más diversas índoles.
El Narco si se mete con el pueblo bueno y contra el gobierno también, cuando le tocan a uno de los suyos.
Ese fue parte del resultado del Culiacanazo 2.0 del segundo jueves negro.
El narco atentó contra civiles, lo cual no había pasado.
Los disparos a gente inocente que viajaban en el avión, marcó una diferencia.
Según cifras del gobierno, también le quitaron 250 autos cuando menos a gente de bien que los usaron para quemarlos en su estrategia de incendiar Culiacán en represalia contra el gobierno de López Obrador por atreverse a detener a Ovidio Guzmán.
Pero el narco también se metió con la gente buena al ingresar a hospitales y clínicas particulares para secuestrar a doctores y enfermeras para que atendieran a sus heridos.
El Narco también se metió con la gente buena cuando irrumpió en el aeropuerto de la ciudad de Culiacán para apoderarse de dichas instalaciones y evitar con ello la llegada de refuerzos de las fuerzas federales.
El Narco también se metió con la gente buena al bloquear carreteras y dejar varadas y sub alimentos ni agua a miles de gentes que tuvieron la mala fortuna de ir cruzando por Sinaloa en esos momentos.
En pocas palabras, los balazos de los narcos repelieron los abrazos del gobierno