El difícil paso de la revocación; curar el temor “con botellitas”; los pensadores de la 4T ante Reyes Heroles
DOMINGRILLA
FRANCISCO CHIQUETE
Según la diputada federal Graciela Domínguez, existe una andanada contra Morena, y Sinaloa es uno de los puntos principales en el golpeteo contra la cuarta transformación. En cierto sentido no le falta razón pero ¿qué esperaba? Con los terribles momentos que vive nuestro estado, no podía ser de otro modo.
Graciela Domínguez es de las que había guardado silencio absoluto mientras a su jefe político se lo cargaba la tristeza con los señalamientos por la violencia exacerbada que ni el estado ni la federación han podido controlar. Fue necesario que el propio Rubén Rocha Moya encendiera los aparatos de control político para que se le expresara un respaldo que había brillado por su ausencia.
Bastante maltrecho, Rocha Moya salió al paso de las muchas exigencias de sustitución que las voces interesadas hacían viral en las redes. Los pronunciamientos unánimes de diputados y senadores morenistas parecían un buen balón de aire para el exhausto político. Lo malo es que en Sinaloa los grupos enfrentados no parecen haberse dado cuenta de tan valioso respaldo, y siguieron de frente con los asesinatos, bloqueos y demostraciones de fuerza que paralizan a cientos de miles de personas.
Por si fuera poco, ese mismo día sus malquerientes le soltaron una bomba: iniciaron los trámites para abrir una consulta popular de revocación de mandato.
Todo mundo concluyó que a pesar de la indignación general, no hay condiciones para que prospere una exigencia de ese tamaño, pero uno nunca sabe. Son ya tres meses de tensiones y sufrimientos sin que haya perspectiva real de llegar al final del túnel.
La solicitud de revocación es firmada por diversas personalidades con alguna representación, aunque ninguna tiene una figura suficientemente fuerte como para atraer a grandes masas. El más activo políticamente es Rafael Morgan Ríos, pero sus mejores años están ya muy lejanos. Fue un candidato combativo en Culiacán y un dirigente panista de mano muy pesada, pero luego fue funcionario federal de mano blanda en el sexenio de Felipe Calderón, encabezando la Secretaría de la Función Pública, con una muy magra cosecha de corruptos (por cierto nunca le detectó nada a Genaro García Luna, su compañero de gabinete).
Como quiera, esta solicitud puede llegar a generar un movimiento en que se estructure la indignación de la gente. Hasta hoy el enojo y la tristeza no han producido nada, ni siquiera contestaciones importantes a la versión oficialista de que los delitos y los hechos de alto impacto han empezado a bajar en nuestro estado.
Quizá pueda resultar un organismo que dé fuerza electoral a la oposición, tan desintegrada en sus expresiones tradicionales del PAN y el PRI, enfrascados en recoger y agandallar las migajas que todavía les quedan a través del financiamiento oficial y los espacios plurinominales.
La tarea es ardua. Hay un innegable enojo de la población, un hartazgo de gente que no puede trabajar, que no gana completo porque el negocio no opera con normalidad; se han suspendido los encuentros familiares y todos están con el miedo encima.
Pero enfrente hay una sociedad que teme perder sus pensiones, sus becas y demás subvenciones, y que ahora tiene la perspectiva de que les van a dar para los jóvenes que no trabajen ni estudien, para los que estudien incluso desde el kínder, aunque eso será más adelante: una ruleta de dinero que tiene capacidad de hacer olvidar hasta los enojos más profundos, como vemos con las elecciones posteriores al Covid.
Por lo demás no es cualquier cosa conseguir doscientas treinta y seis mil firmas para alcanzar el requisito de un diez por ciento del padrón electoral, y después de eso, es todavía más difícil conseguir que vote el cuarenta por ciento de ese mismo padrón (más de 920 mil sinaloenses) y que de ellos una mayoría opte por la destitución de Rocha Moya.
¿Para qué seguir con el recuento de las capacidades gubernamentales de acarrear votantes e incluso comprarlos o chantajearlos precisamente con la vigencia de sus programas sociales?
Está duro, pero es un movimiento muy interesante.
CON BOTELITAS
VIRTUALES
Hay una vieja canción de Cornelio Reyna, que entre otras cosas dice “con botellitas les voy a preguntar/ con botellitas me van a contestar.
Así, con botellitas, responde el gobierno a las demandas de seguridad que le plantea la sociedad. Cada día, con burocrática paciencia, Feliciano Castro Meléndrez y el general Gerardo Mérida Sánchez construyen una versión idílica del panorama estatal, en que la ley poco a poco gana terreno, los delitos disminuyen y la gente sale a las calles a trabajar, a estudiar, a desarrollar sus vidas cotidianas con una normalidad cercana al cien por ciento.
Cada día por supuesto, la realidad impone dolorosas aristas en que el número de asesinatos compite con el del día anterior, los bloqueos proclamadamente extintos, vuelven a aparecer incluso en las carreteras donde hay puntos de reacción y los robos a comercios crecen en número y en audacia, así como aumenta la crueldad con que son eliminados los enemigos de uno y otro bandos, con torturas y desmembramientos que no permiten abrigar esperanzas de solución, pues muestran cómo va creciendo el encono entre los rivales.
También la diputada Tere Guerra lanzó su movimiento para convencer a la sociedad de que debe salir a las calles y consumir en sus comercios. Acompañada de un grupo de empresarios se lanzo a la tarea de generar confianza.
Todo esfuerzo es válido pero ¿tiene sentido decirle a la gente que vaya a la calles como si la abstención fuese por desconocimiento, cuando en realidad se trata de temores absolutamente fundados? Así lo demuestran los acontecimientos de ayer, cuando por primera vez los hechos de violencia corrieron hacia el norte de Culiacán, con el bloqueo a la carretera Costera, a la altura de Angostura.
Es muy positivo que se trate de levantar el ánimo de una sociedad golpeada y agraviada, pero ¿quién va a ir al emblemático Parque Culiacán 87 a aprovechar sus magnificas instalaciones, después que ayer fueron y abandonaron ahí una hielera con una cabeza humana? Y no la dejaron escondida en una zona arbolada Quedó a la vista de todos, con un gran letrero de advertencia.
Al final parece que deberemos resignarnos a darle la razón al general Jesús Leana Ojeda, quien con la sinceridad y sequedad de los militares, dijo que la tranquilidad de Sinaloa depende de que los grupos delictivos terminen su guerra. Fue un escándalo, sus palabras fueron rechazadas y señaladas como una renuncia a la capacidad del estado mexicano para dar seguridad a la población, pero al final parecen ser una realidad absoluta.
Y pensar que por esas expresiones lo cambiaron de zona militar.
DEFENDER LA
CONSTITUCIÓN
Como se lo propuso Morena, otra vez quedó parchada la Constitución para evitar que en lo sucesivo prosperen impugnaciones a la Reforma Judicial y a las que vengan en lo subsecuente. Es tan abusivo el texto, que abarca incluso a las impugnaciones que fueron hechas antes que ese nuevo cambio entrase en vigor, lo que marca un precedente lamentable: por primera vez una ley es de efectos retroactivos.
Fue un cambio hecho a chaleco, sin opinión de nadie, excepto las de los diputados y senadores de oposición, que por escasas, no valieron absolutamente para nada.
El analista Emilio Rabasa Gamboa compara esta actitud con la de Jesús Reyes Heroles, el estudioso del liberalismo mexicano, quien al impulsar la reforma política de 1977 consultó a todo mundo, abrió foros para que se expresasen todas las voces e incluso tomó propuestas surgidas de esos ejercicios para enriquecer a la propuesta y a la reforma que en sucesivas etapas, terminó por transformar al sistema político mexicano. Y Ello a pesar de que se trataba de un partido casi único, que podría haber seguido maniobrando unos años más tratando de retener la totalidad del poder.
Ilustrativos el recuerdo y la comparación pero ¿cómo equiparar a don Jesús Reyes Heroles con alguno de los personajes actuales? ¿Esa visión de estado, esa apertura de don Jesús la pueden tener Adán Augusto López, o Ricardo Monreal, o Gerardo Fernández Noroña, o el verdadero padre de todo este desmadre, Andrés Manuel López Obrador? ¡Ni de chanza!
Ni hablar de la presidenta Claudia Sheinbaum, que está más ocupada en demostrar que sí sigue las normativas del verdadero líder de la cuarta transformación, que en poner su sello al régimen. Los dos casos que le estallaron a su naciente gobierno siguen igual: los acapulqueños sin agua y sin infraestructura tras el huracán John, y los sinaloenses sin tranquilidad tras la declarada guerra entre mayos y chapitos.
VIENE UNA
NUEVA PRUEBA
Está por elegirse a quien dirigirá la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que hasta ahora ha encabezado Rosario Piedra Ibarra. Esta señora, hija de una brillante luchadora por los derechos humanos, como fue doña Rosario Ibarra de Piedra, ha convertido a la CNDH en un verdadero muladar, una instancia inservible en que lo importante no era proteger a la sociedad de los abusos del gobierno, sino al gobierno de las acusaciones de la sociedad.
Aproximadamente un 98 por ciento de las quejas recibidas fueron rechazadas por la CNDH, exculpando al gobierno de todo, especialmente de los excesos de las policías y sobre todo de la Guardia Nacional y del Ejército, por más soportados que fuesen los alegatos.
Aunque usted no lo crea, la señora Piedra se siente merecedora de repetir en el cargo, y por ello se anotó entre los sesenta y tantos aspirantes. Nadie que sepa cómo se manejan las cosas, busca permanecer en su puesto sin el visto bueno de alguien de arriba. Si la aprueba la mayoría calificada de Morena, será evidente que obedece a una orden que no necesariamente viene de Palacio Nacional, sino de algún lugar de la jungla de cemento capitalina, porque YSQ no se ha terminado de ir a la… finca.