El ex jefe de la seguridad de México recibe 38 años de cárcel por cobrar del cartel de Sinaloa
El juez del tribunal de Nueva York sostiene que Genaro García Luna, que lideró la guerra al narco, tenía en verdad “una doble vida” y su “matonería” era como la del Chapo, aunque les diferenciaba “la elocuencia”.
Francesc Peirón
Genaro García Luna, que en su día fue el arquitecto de la guerra al narcotráfico en México como máximo responsable de las fuerzas de seguridad del 2006 al 2012, en el gobierno de Felipe Calderón, recibió este miércoles en un tribunal neoyorquino de Brooklyn una sentencia de más de 38 años de cárcel por los delitos de tráfico de drogas, colaboración con el crimen organizado y falso testimonio.
Según la sentencia, mientras públicamente proclamaba combatir a los narcos con todo el poder del Estado, de puertas para adentro recibió sobornos millonarios para proteger y facilitar la operatividad criminal del cartel de Sinaloa, entonces dirigido por Ismael ‘el Mayo’ Zambada, hoy detenido y encarcelado en Estados Unidos a la espera de juicio, y el popular Joaquín el Chapo Guzman, que cumple cadena perpetua en una prisión de alta seguridad en el estado de Colorado.
“No es el responsable directo de cada una de las muertes por el tráfico de drogas, pero sí fue uno de sus grandes facilitadores”, remarcó el juez Brian Cogan al dictar el fallo tras el veredicto de culpable que pronunció un jurado en el 2023.
“Usted llevaba una doble vida; por un lado tenía una familia entrañable y por otra permitía que esta gran empresa criminal (en alusión a los de Sinaloa) siguiera funcionando”, afirmó. “Aparte de su comportamiento y su elocuencia, tiene la misma matonería que el Chapo. Simplemente se manifiesta de unan manera diferente”, recalcó el magistrado.
El juez Cogan sabe bien de que habla. A lo largo de varios meses, de finales del 2018 al 2019, tuvo al Chapo enfrente durante la vista oral que se celebró en este mismo tribunal de Brooklyn, que acabó con el encierro de por vida del famoso narco, salvo que protagonice otras de sus sonadas fugas. Y está previsto que sea el mismo magistrado el que presida el juicio contra Mayo Zambada, arrestado en Texas junto a uno de los hijos de Guzmán, uno de los Chapitos, que supuestamente secuestro al exsocio de su padre y lo “vendió”.
Como una roca, García Luna, de 56 años, traje gris oscuro y corbata granate, escuchó impertérrito las palabras de Cogan. Previamente insistió en que no ha cometido delito alguno. “Quiero refrendar mi inocencia de todos los delitos ante mi familia y ante mi país”, sostuvo.
“El juicio en mi contra es resultado de información falsa proporcionada por el Gobierno de México. Una vez más se demuestra cómo operan los poderes políticos realmente ligados al narcotráfico”, subrayó en una sala en la que estaban su esposa y sus dos hijas.
En ese pronunciamiento se hizo eco de una carta que remitió el martes al juez Cogan en la que sostuvo que el ejecutivo de su país y los testigos que declararon en su contra aportaron falsedades como venganza por el combate frontal que mantuvo contra los narcotraficante, “donde poderosos intereses políticos se enfrenan entre si”, escribió.
“Ahora resulta que es una víctima”, respondió la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum. “Es muy cínico”, reiteró. “La gran cuestión es como alguien que fue felicitado por las agencias de Estados Unidos, que el presidente Calderón dijo cosas maravillosas de su jefe de seguridad, hoy es un prisionero en EE.UU. porque estaba vinculado al tráfico de drogas”, señaló Sheinbaum.
La defensa ya anunció que recurrirá la sentencia y solicitó que trasladen al ex ministro a una prisión del entorno de Washington. Incluso ante una sentencia de esa dimensión (460 meses de cárcel y dos millones de dólares de multa), hubo un motivo para cierto alivio puesto que la fiscalía había solicitado la perpetua y cinco millones.
García Luna es el más alto funcionario mexicano condenado en EE.UU. Su poder se inició con el presidente Vicente Fox (2000-2006) y alcanzó la cima con Calderón, un periodo en el que hasta las autoridades estadounidenses aclamaron su guerra al narcotráfico. Logró amasar tanto poder que se referían a él como el J. Edgar Hoover de México, puesto que empezó al mando de una especie de FBI mexicano.
Luego, a partir de “arrepentidos”, descubrieron que facilitaba información a los de Sinaloa sobre las investigaciones policiales, así como de los otros carteles, mientras garantizaba el flujo seguro de la droga a través de la frontera.
Según esos testimonios, le entregaron a cambio el dinero de los sobornos en una variedad de lugares, incluida “una casa segura”, en la que cantidades en efectivo fueron escondidas en paredes falsas, en un servicio de lavado de coches o en un restaurante francés al cruzar de la calle de la embajada de EE.UU. También recibió cash en Estados Unidos mediante maletas, maletines o en bolsas deportivas.