El FONDEN…desfondado
En la raya.
* Veracruz: la tragedia
* Por: Jose Luis Lopez Duarte
En el ocaso de un oscuro fin de semana en el norte de Veracruz, donde la furia de la naturaleza se cobró más de 200 vidas entre muertos y desaparecidos, es imposible ignorar la hipocresía que rodea a la Cuarta Transformación (4T) y a su partido, Morena. Este evento trágico se suma a una serie de calamidades que evidencian, sin lugar a dudas, la falta de preparación y la desidia de un gobierno que ha decidido, de manera criminal, desaparecer el Fondo Nacional para la Prevención de Desastres (Fonden), un instrumento vital que, en otras épocas, brindó apoyo decisivo a las comunidades azotadas por fenómenos naturales.
La 4T, en su insaciable deseo de romper con el pasado neoliberal, no ha hecho más que desmantelar estructuras que en su momento demostraron ser efectivas. El caso emblemático de Acapulco, tras el paso del huracán Otis, es solo un capítulo más de una historia que retrata un abandono sistemático del mismo sistema que permitió, durante dos décadas, la rehabilitación post-desastre. El Fonden, como cabeza del Programa Nacional de Protección de Desastres y parte del Sistema Nacional de Protección Civil, fue un baluarte en la gestión de riesgos y en la implementación de planes de emergencia, como el histórico Plan DN-III, que en su momento salvó vidas y restauró esperanzas.
Sin embargo, lejos de reflexionar sobre la importancia de estos mecanismos, la administración actual ha optado por engañar y desinformar. Ayer, la presidenta Sheinbaum, bajo el asedio de los medios, se atrevió a afirmar que ahora son más eficientes en la respuesta ante desastres, proclamando que cuentan con 19 mil millones de pesos disponibles para enfrentar la crisis. Pero lo que no comprenden —o no quieren entender— es que esos recursos no sustituyen la planificación estratégica y la capacidad de respuesta inmediata que imposibilitaron las decisiones erróneas y la falta de previsión.
Por años, los avances tecnológicos en materia de prevención han permitido desarrollar sistemas de alerta y, gracias a la ciencia, ya hay herramientas como el radar Doppler que predicen volúmenes de lluvia. No obstante, incluso con estas innovaciones, los meteorólogos habían advertido desde hacía una semana acerca de las lluvias torrenciales que acechaban a Veracruz. Pero la inacción fue la norma: ningún gobernador, ya sea el de Veracruz, San Luis Potosí, Zacatecas, Hidalgo o Puebla, tomó las mínimas precauciones para proteger a su población, ni siquiera habilitando albergues que son la primera línea de defensa ante cualquier desastre natural.
La indignación y el coraje crecen al ver cómo las autoridades, en un acto de indolencia abrumador, prefirieron mirar hacia otro lado mientras la tragedia se desencadenaba. Recordar la desaparición del Fonden y las justificaciones vacías que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador resulta insultante ante la magnitud del sufrimiento causado por esta negligencia. Si hay algo que se roba este gobierno es la esperanza de la ciudadanía, el derecho a una protección efectiva y la dignidad de las víctimas.
El panorama se torna desolador. Los ratones que han invadido Palacio Nacional, como dijo AMLO en referencia a otros, no solo se mueven en la oscuridad; están al mando y su ineptitud está a la vista de todos. Cuando el Estado debe actuar, prefiere dejar caer su responsabilidad al vacío, entregando a la realeza política el festín de un crimen: el de haber despojado a los mexicanos de su derecho a estar protegidos ante desastres que, como bien sabemos, son parte de nuestra realidad.
Lo más triste es que, como en otras ocasiones, la culpa recae sobre el pueblo, mientras el gobierno sigue aferrándose a su narrativa y su retórica, cerrando los ojos a la tragedia que han contribuido a crear. En esta tormenta, no solo se desató la lluvia; también cayeron las máscaras de quienes nos gobiernan.