EN LA GRILLA

FRANCISCO CHIQUETE

Dos momentos inconexos:
Diego Cocca, tras su cese como director técnico de la selección nacional de futbol, se lamenta: íbamos tan bien, nos faltó tiempo y paciencia.
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, pide en su Semanera que los productores agrícolas suelten las oficinas de Segalmex, recién tomadas. Ya vamos a empezar a pagar, vamos construyendo la solución.
Cocca no aquilató el valor que tuvo la derrota estrepitosa ante Estados Unidos, ni entendió el momento grave que significa la pérdida del público mexicano en aquel país, en términos de dinero.
El gobernador por su parte, parece no asimilar la desesperación de los productores y sobre todo no contrasta los compromisos a que él llega, con la lenta respuesta de los encargados de ejecutarlos.
Podrá parecer una banalidad comparar el tema del futbol mexicano con la comercialización de las cosechas de maíz, pero ambos casos reflejan la diversidad de enfoques y aunque en forma distinta, ambos pesan sobre el ánimo colectivo, aunque no todos seamos fans futboleros ni productores maiceros.
El gobernador ha buscado por diversos espacios las respuestas que demanda la gente del campo, pero una y otra vez se estrella con la negativa del gobierno federal, y ahora vemos con más claridad, con el burocratismo y la ineptitud de las estructuras en que se debe apoyar para concretar la tarea.
En la semanera previa, el director de Segalmex, Leonel Cota Montaño, anunció que ya estaban las reglas de operación para comprar parte de la cosecha, que ya estaban listas las bodegas de acopio y que ya iban a empezar a pagar (cada martes y cada sábado), en una repetición de compromisos ya anunciados antes. El siguiente lunes (ayer) el gobernador volvió a adelantar que ya se iba a pagar.
En la misma mañana, productores frustrados por la falta de respuestas anunciaron que tomaban las oficinas de Segalmex en Culiacán. Ya no era sólo el precio de garantía ni la ampliación del programa de compras a quienes fueron excluidos en razón de su tamaño. Ya era por algo supuestamente superado, como la falta de registros, la falta de espacios de acopio formalmente habilitados, la desatención a quienes quedaron volando por la muerte de un productor ya atendido, en fin, cosas que en teoría, como entendía el gobernador, ya estaban resueltas, pero que en la práctica se regresaban a las primeras fechas de este proceso, cuando no había ni acuerdos mínimos.
Evidentemente al gobernador le está fallando su secretario de Agricultura, Jaime Montes, quien en lugar de ponerlo al tanto de los detalles que vive la gente, se dedica a tapar las ineficiencias de Segalmex.
CINCO MILLONES
MÁGICOS
Las corcholatas de Morena tienen cinco millones de pesos para movilizarse por el país durante setenta días, para convencer a la sociedad de que les respalde y los convierta en “coordinador o coordinadora de la defensa de la Cuarta Transformación”.
Pero cada uno arrancó echando toda la carne al asador y organizaron actos masivos que deben haberle mermado sustancialmente la asignación, y todo ello sin decir que quieren ser candidatos a presidente de la República, sin ofrecer programas de gobierno y sin llamar al voto, como dice el INE que debe ser. Lo más curioso es que el dirigente nacional Mario Delgado les advierte que se moderen, porque si no, “vamos a violar la ley” ¿más?
Por lo pronto en cada plaza del país hay actividades que no sabe uno si van por cuenta de los famosos cinco millones o si son por generosas aportaciones de los amigos de las corcholatas. En Mazatlán por ejemplo hubo un minimitin a favor de Adán Augusto, de esos que apenas llenas un bocho, no sabemos si de parte de Ambrosio o del perseguido Cuén.
¿QUIÉN DA MÁS?
Triste papel el de Marcelo Ebrard, cuyo anuncio bomba para su arranque de campaña fue la creación de “una secretaría de la cuarta transformación” en el gabinete presidencial que oficialmente no está construyendo, y que quedaría a cargo de Andrés Manuel López Beltrán, “un muchacho muy talentoso”.
Claudia Sehmbaum también endureció su amloismo. El triste discurso fue sustituido por las porras al presidente, al ritmo de “es un honor estar con Obrador”, como si él fuese el precandidato, y no ella (¿o es así?).

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