El litio en México: el incierto y costoso camino para su explotación
La nacionalización del litio corre el riesgo de quedarse solo como una promesa. La reforma a Ley Minera , aprobada en tiempo récord en el legislativo, ha encendido la esperanza de una nueva bonanza –como la que trajo el petróleo hace algunos años–, pero las variables para asegurar que ésta podrá hacerse realidad aún no son tangibles: los datos para afirmar que México es una potencia en el mineral aún no están del todo confirmados y el exceso de optimismo podría elevar las expectativas al grado de que no puedan ser cumplidas. El cambio en el legislativo se ha dibujado desde el discurso político a la par de la expropiación petrolera o la nacionalización de la industria eléctrica. Los analistas no ven cómo casualidad que se haya aprobado apenas un día después de que la reforma eléctrica fuera rechazada .
Las opiniones se dividen entre quienes creen que es importante la rectoría del Estado e incluir un nuevo modelo minero y quienes aseguran que el gobierno no tiene los recursos y el mineral no podrá ser explotado. El camino por recorrer aún es largo, lo que se sabe del litio, al menos en el país, aún es poco, y México apenas está dando los primeros pasos. La primera gran expectativa se alzó en torno a la reserva de litio ubicada Bacadéhuachi, en Sonora. Hace cuatro años, en 2018, la inglesa Bacanora Lithium –que se hizo de la concesión hace más de una década– hizo un anuncio que encendió la primera parte del optimismo: el hallazgo de un mega yacimiento de litio, que, con reservas de alrededor de 243 millones de toneladas –como se anunció en ese momento–, llevaría al país a poseer el mayor depósito del mineral a nivel mundial.