El PAS, sepultado con su líder y olvidado por sus militantes en Ahome
Javier Castro
Ahome, Sinaloa— Lo que alguna vez fue una fuerza política sólida y combativa en Sinaloa, hoy apenas sobrevive en el olvido. El Partido Sinaloense (PAS), protagonista de numerosas contiendas electorales y símbolo de una lucha regional con identidad propia, atraviesa su momento más oscuro, sumido en el abandono y fuera del radar público, especialmente en el municipio de Ahome.
Las bardas deslavadas, espectaculares corroídos por el tiempo y oficinas partidistas cerradas son el único testimonio visible de lo que en otro momento fue una estructura viva, activa y con presencia territorial. La desaparición del PAS en el panorama político local no es repentina; es consecuencia directa del vacío de liderazgo provocado por la trágica muerte de su fundador y figura central, Héctor Melesio Cuén Ojeda, asesinado en una finca de Culiacán.
Tras su muerte, los discursos de continuidad y fidelidad a los ideales del partido abundaron. Sin embargo, en los hechos, el PAS parece haber perdido el rumbo. La narrativa de unidad y resistencia que lo caracterizaba se diluyó en la orfandad política. En Ahome, un bastión donde el partido libró históricas batallas y consolidó estructuras, hoy no se percibe liderazgo visible, presencia mediática ni participación activa en la vida pública.
El debilitamiento del PAS en el norte de Sinaloa se acentúa en medio de un contexto electoral donde otros partidos han sabido adaptarse, aliarse o reinventarse. En contraste, el PAS se ha replegado hasta volverse irrelevante en la conversación política actual.
El ocaso del partido plantea preguntas de fondo: ¿puede una estructura política sobrevivir sin su caudillo? ¿Existía un verdadero relevo generacional dentro del PAS? ¿Qué se hizo de los cuadros jóvenes, de los comités activos, de la movilización ciudadana que alguna vez encabezaron?
Por ahora, solo quedan ruinas de esa lucha. Ruinas físicas, ideológicas y emocionales que difícilmente podrán reconstruirse si no se produce una transformación real desde dentro. El PAS, que alguna vez representó una alternativa sinaloense con identidad propia, hoy parece caminar hacia la disolución silenciosa.